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  • Terapia abierta: Esa red social de gente feliz que nos hace sufrir

    » Clarin

    Fecha: 10/05/2024 06:09

    Esto antes no pasaba: enterarte de lo que está haciendo tu entorno. Vos te ponés a “scrollear” un poco, y de pronto, te enterás así como quien no quiere la cosa, de que tus compañeros de laburo se fueron a tomar algo y que a vos nadie te avisó. O que tu ex se fue de viaje con su actual. O el tremendo cumple que se mandó esa que creías que era tu amiga, pero ¡ups! se olvidó de invitarte -y eso que vos sí la habías invitado al tuyo-. Y de pronto sucede: se te estruja el corazón. ¿O solo a mí me pasa porque soy intensa y exagerada? No lo sé, pero la daga es letal. Y a veces también pienso que si a mí que soy una grandulona me pega así, no me quiero ni imaginar lo que sentirán los pibes que están estrenando emociones todo el tiempo. Creo que todos tenemos una de esas cuentas de Instagram que duelen, y que a veces para preservar nuestra autoestima lo mejor es dejar de seguirlas o silenciarlas (para ser más sutil). Es que ya de por sí, tengo la teoría de que Instagram fue inventada para que la gente crea que sos feliz. Yo misma a veces me sorprendo de lo feliz que parezco en esa red social, comparado con mi vida real. Como dice mi amiga Mariela “caras vemos, corazones no sabemos” y aplicado a este ejemplo, podríamos decir "posteos vemos, vida real no sabemos...". Yo, por ejemplo, tengo una conocida que hace poco me confesó que no estaba muy enganchada con el tipo con el que estaba saliendo, pero que QUEDABA BIEN PARA INSTAGRAM. Parece que el chico es “buen mozo”, fotografía bien, y las señoras comentamos “pero mirá qué churro el nuevo novio”. También tengo una amiga de una amiga, que es bastante depresiva pero que en Instagram parece un canto a la vida. Tiene casi 2 millones de seguidores, las marcas la aman porque además parece que tiene tremendo "engagement" y eso hace que le paguen re bien. Pero yo fui testigo de aquel domingo en el que llamó a mi amiga llorando angustiadísima porque se sentía sola y aburrida. Y unas horas después, posaba cual diva del espectáculo en su pileta. O ese amigo que cada tanto subía posteos empalagosamente románticos contando todo lo que amaba a su mujer, y un día me confesó que cuando hace esas cosas, por lo general, es porque se mandó alguna “cagadita” y está tratando de recomponer la relación. A veces también me pasa que necesito desintoxicarme de tanta virtualidad y conectar con el mundo real. Y tomo la criteriosa decisión de dejar el celu en mi casa y entregarme de lleno a disfrutar el momento. Y después vuelvo, agarro el celu, abro las redes, y veo tanta gente feliz que me cuestiono si estuve bien o no, en no haber sacado alguna foto enrostrándole a mis seguidores el momentazo que acabo de pasar ¡y no saqué foto! Porque seamos sinceros: a menos que tengas un fotógrafo personal que te siga en tu vida cotidiana, es muy difícil esto de ser feliz, disfrutar el momento, y filmarlo al mismo tiempo. Igual, hay gente que parece que lo logra, o al menos, consiguen hacernos creer que su vida es fantástica. AMAN a sus seres queridos, tienen laburos RE divertidos, comen rico, hacen viajes increíbles, entrenan, corren maratones un domingo a las 8 de la mañana, y vos mirás todo eso echada en tu cama un domingo a las 3 de la tarde, después de haberte clavado tremendo almuerzo. O también puede ocurrir que sea el Día de la Madre, y veas cómo todas esas cuentas a las que seguís comparten fotos con ella comentando la suerte que tienen de que les haya tocado una madre así. Y vos hacés memoria y decís “¿pero no me dijo el otro día que se llevaba para el culo con la mamá?” Bueno, parece que Instagram no es el lugar para sincerarse. Creo que nuestra salud mental necesita urgente una red que compense tanta perfección. Es cierto que existe X (ex Twitter), donde ponés “hola” y te contestan “callate idiota”. Bueno bueno, tranquilos que vengo hablando de Instagram donde todo es paz y armonía. Insisto en que necesitamos tener una red social ANTI perfección. Una que muestre ese techo con humedad que todos tenemos en alguna parte de la casa, los productos vencidos que hay en la heladera, un reel mostrando cuando recibimos las expensas, o peleando con tu hijo porque no quiere hacer la tarea, o no entiende nada para la prueba; y todos esos momentos de la vida que nadie comparte.

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