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  • Cien años de feria y toros en Córdoba

    » Diario Cordoba

    Fecha: 10/05/2024 04:26

    Mal podían imaginar Bartolomé de la Peña y Simón de Toro que su casual hallazgo de una pequeña imagen de la Virgen el 25 de mayo de 1665, a la que llamaron de la Salud por las propiedades curativas del agua que emanaba del pozo donde la encontraron, daría nombre a una de las fiestas con más solera de cuantas se celebran en España. Sea o no verídica la leyenda (‘se non è vero, è ben trovato’) lo cierto es que el mariano descubrimiento fue el germen de la actual Feria de Mayo que, al igual que la celebración de los acontecimientos más relevantes en la historia de la ciudad, se encuentra indisolublemente unida a la celebración de espectáculos taurinos. Al inicio de la década de los años veinte del siglo pasado, la fiesta de los toros sufre la trágica pérdida de su ‘rey’, Joselito ‘El Gallo’, y de quien estaba llamado a sucederle, Manuel Granero. La Feria de Mayo de 1923 se organiza en torno al diestro cordobés José Flores ‘Camará’, que ya veía apagar su estrella como lidiador y encenderse la de apoderado. El jinete Antonio Cañero mantenía vivo el orgullo taurino cordobés de la época, hasta que la afición pone sus ojos en Antonio de la Haba ‘Zurito’, joven promesa que debutó en la Feria de 1925, y cuya frágil salud le impidió alcanzar cotas más altas. Al año siguiente, Juan Belmonte cortó un rabo, tras una genial faena que eclipsó el resto del ciclo. En 1928 la Feria comenzó el 7 de mayo en honor a la aparición de San Rafael al Padre Roelas, pero las quejas de los ganaderos por el cambio (aducían que a las reses les faltaba presencia a primeros de mes y que dificultaba su venta) motivaron que se regresara a las fechas tradicionales. El rejoneador cordobés Antonio Cañero. / CÓRDOBA En la siguiente década, la Feria vio presentarse a toreros de la talla de Domingo Ortega o El Estudiante, y asiste en 1936 a un festejo, a la postre triunfal, en el que la fuerza pública, ante la negativa de los diestros a salir al ruedo por disputas legales con los toreros mexicanos, les obligó armas en mano a hacer el paseíllo. Tras el parón provocado por la Guerra Civil, en la última feria de la década, Manolete toreó su última novillada en Los Tejares. La figura de Manolete Los años cuarenta estuvieron marcados por la figura de Manolete, dueño y señor del toreo, que debuta como matador ante sus paisanos en la feria de 1940. Por diversas circunstancias, la del año 1944 será la última que toree. ‘Islero’ y la gloria le impidieron volver a hacerlo. La tragedia de Linares sumó a Córdoba en una orfandad taurina que se atenuó en el final de la década con la alternativa de José María Martorell, grandioso torero al que la historia no le ha hecho aún justicia. Entre la alternativa de Calerito en 1950 y el debut como matador de Curro Romero en 1959, la década transcurrió por la senda de los triunfos arrolladores de la pareja Litri y Aparicio y la sucesiva presentación de diestros que alcanzarían después la consideración de figuras, como Antonio Ordóñez, Manolo Vázquez o Antonio Bienvenida. La década de los sesenta estuvo marcada por completo por la revolución cordobesista. La de 1961 es la primera feria de Córdoba en la que se anunció a Manuel Benítez ‘El Cordobés’, en un cliclo en que el que, a su reclamo, se celebraron más novilladas de corridas de toros. Con el preámbulo de la alternativa de José María Montilla en 1962, la feria del año siguiente trascendió de lo taurino para convertirse en un acontecimiento social, al doctorarse El Cordobés, de manos de Antonio Bienvenida. Al año siguiente, la cogida sufrida por el ‘ciclón’ de Palma del Río, la tarde de su confirmación en Las Ventas, impidió su comparecencia en la Feria, siendo sustituido por Litri. El año 1965 trajo la primera feria en el nuevo coso de Los Califas, que abrió sus puertas por primera vez en feria para asistir a la alternativa de El Puri. Al rebufo cordobesista, Zurito, El Pireo y El Hencho resultaron triunfadores en las ferias que pusieron fin a la década. Manolete interpreta una manoletina. / RICARDO El festejo feriado con el que comenzó la década de los setenta supuso el reencuentro de El Cordobés con sus paisanos --ausente el año anterior-- al cortar cuatro orejas y un rabo, idéntico premio que alcanzó en 1973 el singular torero cordobés Antonio José Galán. En la feria de 1976, con una gran expectación, Curro Romero concedió la alternativa a Parrita, la gran esperanza del toreo cordobés. El poderío y suficiencia que demuestra Paquirri en el ciclo de 1977 le hicieron acreedor del trofeo Manolete. Finito y Chiquilín Los 80 comenzaron con una feria que lanzó al estrellato a un joven novillero de Foios, Vicente Ruiz ‘El Soro’, que cortó cuatro orejas en su presentación. En 1984, un torero de Dos Torres, Fermín Vioque, engrosó la lista de matadores cordobeses, antes de que, al año siguiente, tuviera lugar la apoteosis de Victorino Martín y los hermanos Campuzano la tarde del 25 de mayo, en la que ganadero y toreros cruzaron la puerta grande tras un inolvidable festejo. Dos serán los acontecimientos que hicieron singular la feria de 1989. De un lado, el 26 de mayo se lidió en el albero cordobés el que, probablemente, ha sido el toro más bravo corrido en nuestra plaza, ‘Bengala’, de la ganadería de Torrestrella, y de otro, el cartel anunció por primera vez en una feria a dos novilleros que revolucionarían la ciudad: Finito de Córdoba y Chiquilín. Si un nombre puede identificarse con la Feria de Córdoba desde los años noventa hasta nuestros días es el de Finito de Córdoba. En la feria que inauguró el decenio, alternando mano a mano con Chiquilín, en tarde de ‘no hay billetes’, enloqueció al público con la faena al quinto de la tarde, siendo paseado a hombros por una multitud enfervorecida desde la puerta de Los Califas hasta el entonces hotel Meliá. Al año siguiente, con la reventa por las nubes, Finito tomó la alternativa en ‘su’ plaza, obviando las tentadoras ofertas recibidas para hacerlo en otras ciudades. La feria de 1992 tuvo como eje la alternativa de Chiquilín, apadrinado por Curro Romero, que se saldó con el triunfo del torero de Santa Marina, tras cortar dos orejas y ser corneado, pese a lo cual derramó por la plaza el irrepetido empaque manoletista que siempre presidió su toreo. Otro acontecimiento histórico se vivió en la feria de 1994, al indultar Finito a ‘Tabernero’, de Gabriel Rojas, que se convirtió así en el primer toro que obtuvo el perdón en Los Califas. Dos años más tarde, la feria vio alcanzar la borla de matador a otro de los más grandes toreros cordobeses, José Luis Moreno, gravemente corneado en su segunda tarde. El balance de la década resulta óptimo, pues el número de festejos se incrementó exponencialmente hasta el punto de convertir la feria en una de las más importantes del calendario taurino. El carismático Manuel Benítez 'El Cordobés'. / LADIS El cambio de siglo trajo, en la feria de 2002, el corte de coleta de Manuel Benítez ‘El Cordobés’, meses antes de ser proclamado quinto Califa del toreo. La de 2004 tenía reservado el segundo indulto en la historia de la plaza, nuevamente a manos de Finito, tras cuajar a ‘Bondadoso’ de Domingo Hernández. La última feria de la década tuvo como triunfador a José Luis Moreno, que también se alzó condicho reconocimiento en la de 2010, pese a marrar con la espada una de las mejores faenas vistas en Los Califas. José María Manzanares y El Juli lograron abrir la puerta grande en la feria de 2011 y 2012, pero fue al año siguiente cuando la plaza volvió a asistir a un acontecimiento inolvidable protagonizado por Morante de la Puebla la tarde del 1 de junio, al cortar cuatro orejas y un rabo a los toros de Juan Pedro Domecq. La ambivalencia del término «escandaloso» sirve para describir la faena de Finito en el tercer festejo de la feria de 2015, al que, tras una magna faena, se negó a matar por la oposición del presidente a conceder el indulto. Como sólo sucediera en los años de la Guerra Civil, la feria de 2020 tuvo que suspenderse por motivo de la pandemia, retomándose el ciclo feriado al año siguiente con la conmemoración del trigésimo aniversario de la alternativa de Finito, y que celebró el diestro cordobés dejando para la historia nueve verónicas y una media que levantaron al público de sus asientos dando al traste con la distancia de seguridad exigible por el vid. En 2022, un nuevo torero cordobés, Javier Moreno 'Lagartijo', se doctoró en Los Califas, el día en que Roca Rey logró un rotundo triunfo por el que obtuvo su primer trofeo Manolete, éxito que repitió en la última feria de 2023.

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