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  • “¡Estoy disponible!”: la historia de dos amigos a la distancia que se enamoraron y el presagio de ella cuando tenía catorce años

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    Fecha: 09/05/2024 16:35

    Sandi y Tim y el retrato de la primera vez que se vieron: fue en un aeropuerto de Alaska, después de varios años de relación virtual Sandi recuerda con claridad aquellos días de su adolescencia, cuando las convenciones religiosas y los viajes frecuentes marcaban el ritmo de su vida. Nacida en Minnesota, Estados Unidos, había acumulado sellos en su pasaporte desde temprana edad, había explorado con entusiasmo países como Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Fiji, y cultivado una pasión por los nuevos horizontes que se intensificaba con cada viaje. Era en esos momentos, en movimiento constante, donde Sandi sentía que su destino se estaba escribiendo en algún lugar lejano, quizás en un rincón desconocido de Inglaterra. A los catorce años, mientras se asomaba por la ventana de un hotel en Londres, una premonición la invadió con la certeza de un rayo: “El hombre de mis sueños está ahí fuera”. Esta sensación, más que una fantasía infantil, se convirtió en una convicción que la acompañaría durante años. Sandi ya sabía, con la firmeza que solo los sueños juveniles pueden tener, que su alma gemela estaba en alguna parte de ese vasto paisaje urbano. En la misma ciudad vivía Tim, ajeno aún a la existencia de Sandi. Su vida en Londres transcurría entre desafíos propios, marcada por la sombra de la intimidación en la escuela y las complicaciones de ser hijo de un maestro. Estas experiencias, aunque dolorosas, moldeaban su carácter y su percepción del mundo, preparándolo para futuros encuentros que ni siquiera podía imaginar. Ambos, Sandi y Tim, vivían sus vidas separados por circunstancias y geografía, pero unidos por una cadena de eventos que eventualmente los llevaría a descubrirse mutuamente. A medida que Sandi enfrentaba los desafíos de crecer en un ambiente a veces difícil y Tim buscaba su propio espacio en un mundo que a menudo parecía rechazarlo, ambos encontraban consuelo y escape en los mundos de fantasía y los juegos de roles. Estas aficiones, que comenzaron como meros pasatiempos, se convertirían en el puente que cruzarían en su camino uno hacia el otro. Aunque en ese entonces desconocidos entre sí, el destino ya tejía su red en torno a los dos, preparando el escenario para una historia de amor que desafiaría la distancia, el tiempo y las circunstancias. Sin saberlo, Sandi y Tim estaban destinados a convertirse en los protagonistas de una narrativa mucho más grande que las vidas que individualmente habían imaginado. "Siempre fui muy alegre por naturaleza aunque tenía muchas razones para ser lo contrario durante mi infancia", dijo Sandi, que pasó por muchas situaciones de degradación A pesar de su naturaleza alegre y optimista, Sandi llevaba a cuestas una infancia complicada, teñida por momentos de dolor y autodescubrimiento. Desde pequeña, su hermano la sometía a un constante escrutinio, llamándola “gorda y fea”, palabras que perforaban su autoestima, especialmente porque en realidad era delgada. Este acoso doméstico se tradujo en un trastorno alimenticio: Sandi dejó de comer, y cuando su madre intervino obligándola a alimentarse, el estrés la llevó a vomitar. Estas luchas internas se extendieron a la escuela, donde otros niños, percibiendo su vulnerabilidad, también la acosaban. “¿Por qué no le caigo bien a nadie?”, se preguntaba a menudo en el silencio de su habitación, una cuestión que resonaba en los pasillos de su mente durante años. Su relación con su padre, aunque teñida de cariño, no era menos exigente. Militar de carrera, su padre imponía en casa una disciplina férrea, encapsulada en la frase “mi casa, mis reglas”. Sandi recuerda las tardes en que, agotada del trabajo, apenas podía disfrutar de unos minutos en el baño antes de que su padre la llamara insistentemente por cosas triviales, como alcanzarle el control remoto, una cerveza, quitarle las medias, sacar al perro o ayudar a su madre. Esta dinámica de control y demanda constante forjaba en Sandi una resiliencia que se manifestaría en su vida adulta de maneras inesperadas. Mientras tanto, Tim en Londres encontraba su propio refugio en los mundos imaginativos del rol y los juegos de mesa. Aunque su infancia y adolescencia también estuvieron marcadas por el acoso escolar -un producto casi inevitable de ser hijo de un profesor en la misma institución donde estudiaba-, Tim descubrió en los juegos de rol una salida y un espacio donde podía ser quien quisiera ser, sin juicios ni burlas. Los juegos como Dungeons and Dragons y Warhammer no solo le ofrecían escape, sino también un sentido de comunidad y pertenencia que era difícil de encontrar en el ámbito escolar. Eventualmente, esta afición lo llevaría a participar en eventos nacionales de rol en vivo, donde la fantasía de combates épicos y alianzas místicas se convertían en una pasión que definiría gran parte de su juventud y vida adulta. Estos mundos de fantasía se convertían en catalizadores de cambio y crecimiento personal. Para Sandi y Tim, el rol no solo ofrecía una vía de escape de las dificultades de la vida real, sino que también preparaba el escenario para su encuentro futuro, donde los lazos formados en la ficción facilitarían una conexión profunda en el mundo real. A través de sus avatares y personajes, exploraban aspectos de sí mismos que en la vida cotidiana permanecían ocultos o reprimidos, construyendo sin saberlo las bases de una relación que eventualmente trascendería el juego para convertirse en una profunda unión emocional. Tim en una sesión de juego de rol de acción real, donde se recluía para escapar del acoso escolar que sufrió en su adolescencia A medida que el nuevo milenio se abría camino entre promesas de cambio y renovación, Sandi y Tim, aún desconocidos entre sí, hallaban en el mundo virtual un nuevo escenario para sus vidas. Sandi, con su incansable optimismo, no se daba por vencida en su búsqueda del amor, a pesar de las desilusiones que había enfrentado. Fue así como el destino comenzó a hilar su encuentro de manera casi teatral, tal como relataron al blog Crazy Love Stories. El 27 de diciembre de 2002, una amiga común, Cat, sería la chispa inadvertida de esta conexión. Durante una sesión de chat grupal, Cat, con la simple excusa de tener que ir al baño, dejó su computadora a cargo de Tim. “Tim, tengo que ir al baño, pero habla con mis amigos, ellos también están en línea”, dijo ella apresuradamente antes de desaparecer de la escena. Tim, algo reacio pero siempre cortés, aceptó el encargo. “Claro, no hay problema”, respondió mientras se acomodaba frente a la pantalla. Fue entonces cuando vio aparecer en la ventana de chat los nombres de Sandi y otro amigo. La casualidad quiso que Sandi estuviera en línea en ese preciso momento. Con la sencillez de un clic, se encontraron en el vasto mundo digital, sin imaginar que ese sería el principio de algo monumental. -Hola, ¿Sandi? Soy Tim, un amigo de Cat. Ella tuvo que ir al baño. ¿Cómo estás? - escribió Tim, intentando romper el hielo con una sonrisa que Sandi no podía ver, pero que de alguna manera podía sentir. - ¡Hola, Tim! No te preocupes, Cat siempre hace ese tipo de cosas. Estoy bien, gracias por preguntar. ¿Y vos? - respondió Sandi, su curiosidad picada por este nuevo personaje en su pantalla. Lo que comenzó como una conversación casual pronto se transformó en un intercambio de ideas y risas que duró horas. Sin darse cuenta, ambos compartían más que palabras; mostraban partes de sus almas que raramente le ensañaban al mundo. La distancia física se disolvía en la proximidad virtual y la noche se consumía en el brillo de sus pantallas. Él vivía en Londres con su familia. Ella en Alaska con sus padres. Una situación inesperada los unió por chat en 2002. Empezaron a conocerse a través del Messenger - Me sorprende lo mucho que tenemos en común, Tim. Es como si nos conociéramos de toda la vida - confesó Sandi, cada vez más convencida de que había algo especial en este encuentro fortuito. - Sí, es extraño pero agradable. Es raro encontrar a alguien con quien puedas hablar tan libremente - Tim tecleó de vuelta, sintiendo una conexión inesperada pero profundamente bienvenida. Este hallazgo digital no fue solo un cruce de caminos; fue el tejido de un vínculo que los llevaría a explorar no solo sus mundos de fantasía, sino también las realidades de sus vidas. A medida que la noche se convertía en madrugada, ambos sabían que algo había cambiado. No solo habían encontrado un amigo, habían descubierto un reflejo del otro, una promesa de compañía y comprensión en la vasta soledad del mundo real. A medida que transcurría el tiempo, la amistad entre Sandi y Tim se fortalecía, cimentada en largas horas de conversación y descubrimiento mutuo a través del universo digital. El juego de roles que había comenzado como un pasatiempo se transformó en un puente para sus corazones solitarios, un lugar donde podían ser ellos mismos sin miedo al juicio o la decepción. - Tim, ¿alguna vez sentiste como si estuvieras esperando algo que no puedes definir? - preguntó Sandi una noche, mientras debatían sobre los destinos de sus personajes en un juego en línea. - Todo el tiempo -respondió Tim con una honestidad que lo sorprendió a él mismo-. Como si hubiera algo justo alrededor de la esquina, pero no puedes ver qué es. "Es la persona con la que quiero estar. Me di cuenta en el momento en que la vi parada", dijo Tim Sandi y Tim comenzaron a darse cuenta de que lo que buscaban podía estar justo frente a ellos. La posibilidad de un amor real comenzaba a tomar forma en sus corazones, aunque la incertidumbre de lo que significaría dar el siguiente paso les pesaba. La amistad se convirtió en afecto, y el afecto se atrevió a soñar con algo más. Sin embargo, la realidad de sus vidas no se detenía. Sandi, después de una serie de decepciones amorosas, se encontraba luchando contra la tristeza y el escepticismo. Por otro lado, Tim se enfrentaba a la disolución de una relación en la que había invertido emocionalmente, pero que no había florecido como esperaba. Fue entonces, en un acto de valentía y desesperación por cambiar su destino, que Sandi tomó la decisión de confesar sus sentimientos. La noche antes de que ella partiera en un viaje planeado como un escape de sus fracasos amorosos y como una forma de reencontrarse a sí misma, decidió abrir su corazón. Era el 26 de diciembre de 2003. -Tim es una lástima que tengas novia, porque eres un verdadero encanto - dijo Sandi, con un tono juguetón pero cargado de sinceridad. -Mmmm... las cosas no están yendo tan bien con ella... - admitió Tim, sorprendido por la confesión y por su propia respuesta. Lo que siguió fue un silencio cargado de posibilidades, roto solo por el sonido de sus respiraciones a través del micrófono. Sandi, entonces, dejó que sus dedos transmitieran lo que su voz no podía: “¡ESTOY DISPONIBLE!”. "Queríamos estar juntos y estábamos eliminando los obstáculos para que eso sucediera", coincidieron Tim leyó el mensaje, las palabras en mayúsculas brillando frente a él como un faro en la oscuridad. La realización de lo que Sandi sentía por él -y lo que él podría sentir por ella- lo golpeó con la fuerza de una revelación. Aunque asustado por las implicaciones y por la distancia que los separaba, algo dentro de él se animó a considerar la posibilidad de explorar ese nuevo territorio emocional. -Quizás esto es lo que hemos estado esperando - escribió Tim, finalmente permitiéndose sentir esperanza. La decisión de abrir sus corazones a pesar de las millas de distancia y las complicaciones de sus vidas marcó un nuevo capítulo en su historia. Sandi tenía un corazón pesado pero lleno de esperanza, mientras que Tim comenzaba a planificar cómo podría, tal vez, cruzar el océano para encontrar la respuesta a la pregunta que Sandi había planteado meses atrás. La incertidumbre del futuro les asustaba, pero la certeza de su conexión y el potencial de algo más profundo les daba la valentía para enfrentar lo que viniera. Tim, consciente de que su relación anterior en Londres se desmoronaba, encontró en Sandi una razón para reiniciar su vida. Después de meses de intercambios en línea, donde descubrieron mutuas pasiones y compartieron risas y confidencias, la idea de encontrarse en persona pasó de ser un sueño distante a una posibilidad inminente. Aunque la decisión de volar hacia el otro lado del mundo llevaba consigo un temor natural a lo desconocido, el deseo de ver y estar con Sandi podía más que cualquier reserva. El viaje de Tim a Alaska no era solo un cambio geográfico, sino emocional. Llegando a Anchorage, lo que antes eran mensajes y llamadas se transformó en miradas y palabras que resonaban con una autenticidad que sólo la presencia física puede confirmar. La primera vez que se vieron, en el aeropuerto, fue como si todas las piezas dispersas de un rompecabezas encontraran súbitamente su lugar. No hubo torpeza, solo un reconocimiento mutuo de que, sí, todo lo que habían sentido a través de las ondas digitales era real. Como no podía ser de otra manera, se casaron disfrazados: celebraron una boda medieval y nativa americana -¿Así que finalmente nos encontramos, eh? -dijo Tim con una sonrisa nerviosa, extendiendo sus brazos para un abrazo que Sandi aceptó con igual entusiasmo. -Parece surrealista, pero aquí estás -respondió Sandi, cuya voz revelaba un matiz de emoción y alivio. Durante los días que siguieron, exploraron juntos la fría belleza de Alaska, cada conversación, cada risa compartida fortaleciendo el lazo que habían formado. Era evidente que el viaje de Tim no solo había cerrado la distancia física entre ellos, sino que también había eliminado cualquier duda sobre su futuro juntos. Tim enfrentó el desafío burocrático de ajustar su estatus migratorio, un paso necesario para poder residir legalmente en Estados Unidos junto a Sandi. Este proceso implicaba una serie de formularios y procedimientos administrativos que ambos abordaron con la seriedad y el cuidado que requería. Sabían que cualquier error podía tener consecuencias significativas para su futuro juntos. La pareja compiló meticulosamente todos los documentos necesarios, desde pruebas de la relación hasta detalles financieros, que demostraban su compromiso y la autenticidad de su unión. La carga emocional del proceso era palpable, dado que el resultado afectaría directamente su capacidad para construir una vida juntos en Alaska. El día de la entrevista Tim y Sandi llegaron al centro de inmigración con todos sus documentos organizados y listos para ser presentados. La tensión era evidente, pues ambos comprendían la importancia de este encuentro. Durante la entrevista, respondieron a las preguntas con la mayor precisión posible, enfocados en comunicar la solidez y sinceridad de su relación. Debían casarse para poder residir en Alaska. En la entrevista, explicaron cómo cada elemento de su boda fue elegido para reflejar sus personalidades y su profunda conexión. Desde los detalles decorativos hasta los votos que intercambiaron, todo tenía un significado especial. Celebraron una boda nativa, customizados con trajes especiales, envueltos en un nuevo juego de rol. “Queríamos que nuestro casamiento fuera un reflejo de nuestras historias, de todo lo que habíamos superado para llegar hasta aquí”, explicó Sandi, y agregó: “Cada pequeño detalle tenía su por qué, desde la música hasta la decoración”. Tim, por su parte, destacó la importancia de incorporar elementos que celebraran tanto su herencia británica como la estadounidense de Sandi. “Fue una fusión, como nosotros”, dijo con una sonrisa. “Desde el té inglés en la recepción hasta los toques de decoración inspirados en el paisaje de Alaska, donde decidimos construir nuestra vida juntos”. Tim, nacido en Inglaterra, obtuvo la ciudadanía norteamericana en 2017, trece años después de haberse casado con Sandi Con la legalización de su estatus en Estados Unidos resuelta y su matrimonio celebrado, Tim y Sandi comenzaron a explorar lo que significaría tejer juntos sus sueños y aspiraciones. Ambos compartieron cómo el proceso de adaptación mutua y de construcción de un hogar fue, en muchos sentidos, un reflejo de sus sesiones de role-playing, donde la colaboración y la imaginación juegan un papel crucial. “La vida diaria tiene mucho de construir mundos juntos”, reflexionó Sandi. “Desde decidir cómo decorar nuestra casa hasta planificar futuros viajes o proyectos creativos, todo es un acto de creación compartida”, adujo. Tim añadió que adaptarse a vivir juntos también implicó aprender y respetar sus ritmos y espacios personales, algo que considera esencial en cualquier relación. “Es como en el role-playing -dijo-. Aprendés mucho del otro en cómo se manejan los desafíos y conflictos, y eso te ayuda a construir algo más fuerte y duradero”. Tim y Sandi adoptaron una filosofía de vida que refleja no solo sus experiencias personales sino también sus aspiraciones compartidas. “Hacemos todo basados en el principio de ‘no hacer daño’”, explicó Tim. Sandi, apasionada por el arte y la cultura, canaliza su creatividad hacia la música y la escritura. “Estoy trabajando en varios proyectos musicales y también planeo lanzar un álbum”, compartió con entusiasmo. “La música siempre ha sido una forma de expresar lo que siento y ahora tengo la libertad y el apoyo para perseguirlo a tiempo completo”. Tim, por su parte, encontró en la escritura una vía para explorar y expandir los mundos que primero descubrieron juntos en el role-playing. “Actualmente estoy trabajando en una serie de novelas de fantasía que se inspiran en los personajes y escenarios que desarrollamos en nuestros juegos”, dijo. “Publicar mi primera novela fue un sueño hecho realidad, y ahora tengo planes para más”. Además de sus carreras creativas, ambos se dedican a proyectos comunitarios en Alaska. “Participamos en programas locales de lectura y arte, tratando de aportar un poco de lo que hemos aprendido a lo largo de los años. Es nuestra forma de contribuir y de hacer tangible nuestra filosofía de vida”, detalló Sandi. Creen que el amor y la resiliencia definen su relación. En Alaska, donde los paisajes y las comunidades íntimas se entrelazan, hallaron un sitio que no solo es un hogar sino también una fuente continua de inspiración y aventura. En este entorno, planean seguir construyendo una vida juntos, fundamentada en el amor, el respeto mutuo y una firme dedicación a su filosofía de “no hacer daño”. Fotos: Crazy Love Stories.

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