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  • Cuando estas serpientes se hacen las muertas, también se camuflan

    » Clarin

    Fecha: 09/05/2024 10:23

    La mayoría de las serpientes huyen o pelean cuando son atacadas. Pero también están las serpientes de dados de Golem Grad, una isla sobre un lago al norte de Macedonia. Si un depredador las agarra, estas se retuercen teatralmente y se ensucian con una mezcla penetrante de almizcle y heces fecales. Al final se ponen flácidas, abren la boca y dejan caer la lengua. Para dar la impresión de que realmente están muertas, algunas hasta sangran por la boca. Según una investigación publicada el miércoles en la revista Biology Letters, así como los recipientes con sangre falsa pueden ayudar a que una pelea poco convincente se vea creíble en el escenario o en la pantalla, el uso que hacen las serpientes de líquidos repugnantes puede ser la clave para escenificar una muerte convincente. Diversas especies de todo el reino animal fingen su muerte cuando son atacadas por un depredador, entre ellas los insectos, los peces y los anfibios. Hasta los mamíferos lo hacen, y en inglés esta técnica tiene el nombre del más famoso de ellos y se dice “hacerse la zarigüeya”. Dicha escenificación puede ser una “situación de alto riesgo y de muchas recompensas” comentó Vukasin Bjelica, un estudiante de doctorado de la Universidad de Belgrado y uno de los autores del estudio. Algunos depredadores se desconciertan —o se asquean— con los animales que de repente se ponen flácidos, sobre todo cuando esos animales apestan y sangran. Tal vez otros pierdan interés y los suelten, lo que les dará tiempo para escapar. Pero se requiere que el actor se quede inmóvil junto al animal que quiere comérselo. Por lo tanto, la presa tiene el gran incentivo de tratar de disminuir el tiempo que pasa haciéndose el muerto. La serpiente de los dados es una especie no venenosa, amante de los peces, que se encuentra desde Europa occidental hasta el oeste de China. Foto Jozef Kaut La investigación de Bjelica se ha enfocado en las serpientes de dados, una especie no venenosa a la que le encantan los peces y que se encuentra desde Europa occidental hasta el oeste de China. Esta especie cuenta con toda una variedad de técnicas de defensa en general, entre ellas morder, hincharse y aplanar la cabeza para parecer una serpiente venenosa. Pero las serpientes de la isla Golem Grad —cuyos depredadores principales son las aves— casi siempre se hacen las muertas. Experimentos El equipo de investigación encabezado por Bjelica capturó 263 serpientes para realizar pruebas con ellas, se abalanzó sobre ellas y las sujetó por la parte de en medio para promover la variedad más grande posible de conductas defensivas. Con cuidado de no lastimarlas, la tomaron, las apretaron con suavidad y las extendieron sobre el suelo. “Actuamos como un depredador que duda si comerse o no la presa y luego filmamos para ver lo que harían”, comentó Bjelica. Observaron cuándo las serpientes se embadurnaban de heces y almizcle (algo menos de la mitad de las serpientes), cuándo dejaban que la sangre burbujease de sus bocas (sólo el 10%) y durante cuánto tiempo se hacían las muertas. Algunas serpientes estaban muy tensas mientras se hacían las muertas, lo que dificultaba su movimiento. Otras se quedaron tan flácidas que los alumnos más jóvenes las colocaron en forma de corazón. “En verdad se meten en su papel, pero depende del sujeto”, señaló Bjelica. Esta estrategia parecía funcionar mejor en las serpientes adultas, las cuales son algo menos vulnerables para los depredadores, comentó. Fue mucho menos probable que las serpientes de dados jóvenes —las cuales a menudo son capturadas por las aves— corrieran ese riesgo, y fingieron su muerte durante mucho menos tiempo. Como el equipo había imaginado, las serpientes que sangraron por la boca y se llenaron de almizcle y excremento tendieron, en promedio, a hacerse las muertas dos segundos menos que demás. Estrategia En la interacción de los depredadores con la presa, cada segundo cuenta, explicó Bjelica. “Tal vez dos segundos no sea mucho cuando estamos leyendo el periódico, pero podrían ser suficientes para que una serpiente escape”, señaló. Al parecer, esta estrategia también funciona mejor cuando hay muchos otros animales de presa por ahí, cosa que hace que los depredadores se distraigan y dejen de ponerle tanta atención a la serpiente que está fingiendo su muerte. Pero Bjelica hizo una advertencia sobre la investigación. Debido a que la mayor parte de los datos proceden de una población bastante poco común (serpientes de la isla que en su totalidad son cazadas por aves y estudiantes de posgrado), se necesitan más investigaciones que idealmente incluyan observaciones en el mundo real, en otras poblaciones y entre otras especies de serpientes para hacer las mismas suposiciones. Además, será imposible probar algunas variables, reconoció Bjelica. “Nosotros no estamos tratando de hacerle daño a la serpiente, así que no vamos a sujetarla y manipularla como lo haría un depredador”, señaló. “Pero el depredador no está pensando en las restricciones éticas ni en las secciones de metodología de un artículo de investigación”.

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