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    Fecha: 09/05/2024 09:17

    El tradicional juego para decidir quién gana es una metáfora perfecta de la situación política actual, en donde nadie sabe qué hará el otro, en un juego de múltiples actores que dicen una cosa en púbico, pero tras bambalinas suelen hacer lo contrario. El Poder Ejecutivo, en su política comunicacional vía X (ex Twitter) y, en especial, las conferencias de prensa matutinas del vocero Manuel Adorni, hace anuncios rimbombantes de la motosierra, que muchas veces son grandilocuentes respecto de la realidad –no por eso menos dolorosas- mostrando crueldad, y hasta disfrute. Las relaciones con los partidos opositores –amigables o no- son en base a descalificaciones e insultos, y las “muestras de autoridad” que, a poco de andar, se muestran contradictorias respecto de la política de no negociación, manteniendo así su imagen “sin concesiones” ante sus votantes. Todo ello atemoriza a opositores que, en el mejor de los casos, atinan sólo a oponerse, mientras otros callan y los “amigables” se muestran dispuestos a aceptar todo, a pesar de los “peros” que suelen argumentar. En la oposición legislativa entonces, existen tres grupos. Los que se oponen sin reaccionar proactivamente con proyectos alternativos; sin apoyar físicamente los reclamos de trabajadores afectados por despidos (y mucho menos haciéndolo organizadamente, como la CGT). Un segundo grupo (la Coalición Cívica de Lilita Carrió; el PRO de Macri; y Hacemos Coalición Federal, de Pichetto) con algunos proyectos, incluyen aspectos centrales de las propuestas del Ejecutivo, como en la reforma laboral, que navega de cabo a rabo entre la negociación de Francos y la grandilocuencia insultante de Milei y Adorni. Párrafo aparte merece el bloque de diputados de la UCR que, encabezado por De Loredo, pretende congraciarse con LLA, presentando inclusive un proyecto de Reforma Laboral que LLA tomaría como propio. Todo lo contrario que hace el otro grupo de la UCR, encabezado por Manes, que rechazó la anterior Ley ómnibus, mientras De Loredo lagrimeaba por no haber logrado que sea aprobada. El tercer grupo es el de los gobernadores, que aceptan formalmente apoyar las leyes propuestas, o el Pacto de Mayo, pero mantienen sus posiciones contrarias en algunos temas, mientras avanzan en acciones legales en la CSJN en contra de las decisiones presupuestarias del gobierno. Unas modificaciones en la política económica que podrían llegar a vaciar de contenido varios aspectos del plan de Milei. Así, los “no, pero” y los “si, pero” caracterizan el comportamiento de la mayoría de la oposición legislativa, por la que procuran obtener ventajas en la negociación que el Presidente niega, pero finalmente lleva a cabo. En el ámbito empresario los que han sacado tajada de las políticas de motosierra, licuación y aspiradora (o sea: despidos y designaciones, destrucción del ahorro familiar y de Pymes, y pago de intereses por pasivos remunerados del BCRA que desmonetizan la economía y que frenan la inflación, pero con caída del PBI) dicen que apoyan al gobierno, pero ninguno de ellos apuesta a que tenga éxito. Esto es: no invierten y abusan del poder de los funcionarios que han logrado “infiltrar” en el gobierno. Así, Techint –domina la Secretaría de Trabajo e YPF- no homologa los acuerdos paritarios y libera a YPF de invertir en los pozos convencionales de la Patagonia, para que invierta sólo en Vaca Muerta, donde tiene sus más importantes inversiones actuales. IRSA, de Eduardo Elsztain, se apropió de la Agencia Nacional de Bienes del Estado, desarrolla sus negocios inmobiliarios, mientras que otras empresas de los más ricos –Galperín, Perez Companc, Eurnekian, Bulgheroni, Constantini y Pagani- aprovechan para maximizar sus resultados aumentando precios y operaciones de corto plazo, también sin invertir en el país. Las grandes administradoras de fondos internacionales, como Blackrock y JPMorgan, que lograron colocar a su ex empleado, Toto Caputo, sólo hacen “bicicleta financiera”, mientras Caputo no devalúa, procurando resarcirse de la anterior actuación como ministro, cuando los dejó encerrados en el corralito de Macri. Por último, la Corte Suprema de Justicia calla y nada dice sobre las decenas de recursos de inconstitucionalidad y amparos que le han planteado, mientras resuelve sus entuertos internos y el Gobierno propone nuevos jueces que acumulan enormes rechazos de todos lados. Así, el resultado es imprevisible, tanto como en el juego “piedra, papel, tijera”. En una situación en donde sólo el tiempo es una variable que se está jugando, en donde el orden de los factores (aprobación del DNU, de la ex Ley ómnibus hoy reducida, la ley de restauración de ganancias personales y el Pacto de Mayo) es clave. Lo que demuestra una gran desconfianza mutua. El Gobierno, afirmándose en la paciencia y aguante de los votantes, sus sentimientos de culpa y decepción respecto de sus anteriores o recientes elecciones, camina hacia su agotamiento con incrementos de tarifas, recesión, desocupación, precios descontrolados y salarios y jubilaciones devaluándose. Mientras tanto, ninguno de los demás factores de poder apuesta al éxito, más allá de sus declaraciones públicas (que contradicen sus acciones, como si estuvieran previendo su fracaso). Nada distinto a lo que pasó en el período 2015-2019, cuando la anunciada “lluvia de inversiones” nunca llegó.

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