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  • Paro general | Una mañana atípica: estaciones de trenes y subtes cerradas, paradas vacías y pocos comercios que lograron abrir

    » La Nacion

    Fecha: 09/05/2024 08:57

    La CGT activó hoy la segunda huelga contra Milei y busca que sea la más contundente de los últimos 20 años; la medida gremial se ve con contundencia en las estaciones de trenes y alrededores Escuchar “Lo único que no sabemos en esta vida es cuándo: ni qué día ni a qué hora vamos a morir”. De traje y corbata, Lirio Tevez, de 75 años, empleado de una casa de servicios fúnebres ubicada estratégicamente frente al Hospital Pirovano, en el barrio porteño de Coghlan, mira hacia la avenida Monroe, donde a las seis de la mañana circula un puñado de autos y solo algunos peatones. El movimiento lo sorprende: “Yo pensé que iba a haber menos gente”, dice, sentado sobre su escritorio de color negro. Lirio Tevez, que además es jubilado y vecino del barrio, tomó el primer turno de trabajo para suplir a un compañero que vive en Sarandí y que, por el paro general, no pudo asistir a su trabajo. La estación de Constitución, con poco movimiento esta mañana por el paro general Aníbal Greco Sobre la avenida Monroe, donde se suele sentir la vibración constante de las frenadas y aceleradas de los colectivos, esta mañana solo circulan algunos internos de las líneas 107 y 76, pertenecientes al grupo Dota, el único que no adhirió a la protesta general de hoy en todo el país contra las principales medidas y propuestas del Gobierno de Javier Milei, a la que sí se sumaron los sindicatos ferroviarios, los metrodelegados, el sindicato de peatones de taxis, los bancarios y los cinco gremios aeronáuticos, entre otros sectores, y que podría ser la medida más contundente de los últimos 20 años. La adhesión al paro se ve de manera contundente en Constitución. La terminal del ferrocarril Roca permanece con todos sus ingresos cerrados, situación que fue aprovechada por decenas de personas en situación de calle de la zona, que colocaron sobre las escalinatas y rejas sus colchones y sus pocas pertenencias para pasar la noche. Poca gente, en plena hora pico En plena “hora pico”, en las pasarelas de las líneas de colectivos, las pocas personas que hay son, en su mayoría, camarógrafos de canales de televisión, un puñado de trabajadores que pusieron este lugar como punto de encuentro para que los pase a buscar su jefe, y personal de las líneas de la empresa Dota. Sus colectivos llegan y se van casi vacíos, y ellos mismos se sorprenden. Las estaciones de subte amanecieron directamente cerradas Aníbal Greco “Es increíble: a esta hora tendría que haber fila, pero la gente no pudo llegar hasta acá: no hay ni trenes ni subtes”, dice uno de ellos, con las manos en los bolsillos y la mitad de la cara escondida bajo el cuello alto de su campera, que lleva la insignia de la línea 168. Sobre la misma vereda y en las siguientes, otro grupo de personas espera combis privadas, esas que aprovechan a acercarse a las zonas de transbordo durante los paros de transporte para recoger a usuarios varados. Por ejemplo, el recorrido de Constitución a Glew sale $7000; de Microcentro a Moreno, 10.000. Aunque, esta vez, por la magnitud del congelamiento del transporte público, son pocos sus pasajeros, ya que son pocos los que lograron llegar a Constitución. Una vista de la avenida 9 de Julio a las 8 de la mañana, hora pico de tránsito Aníbal Greco Los comercios se valieron en muchos casos de transportes de aplicaciones de transporte privado, como Uber, Cabify y Didi, lo que les permitió a muchos quioscos, restaurantes y cadenas de comida rápida y farmacias poder abrir igualmente sus puertas. Explican que perder un día de trabajo en medio del contexto de crisis económica actual no es una posibilidad. Más allá de la difícil situación económica del país, para Rodrigo Ávila, encargado del restaurante La Farola de Villa Urquiza, de 59 años, faltar al trabajo nunca es una opción. Mientras saca del horno la primer tanda de medialunas del día, dice: “Tengo una hora de viaje hasta acá y mi compañero, dos. Me tomé un coche de una aplicación. Nunca estuvo la posibilidad de no abrir. Tengo 40 años de gastronomía y jamás un paro me va a dejar adentro de mi casa. Siempre cumplí con mi trabajo y siempre llegué. En el 2001, que fue el paro más terrible que viví, los pocos colectivos que había no daban a basto. Llegué a mi trabajo caminando pero cumplí. Fueron tres horas, desde Liniers hasta Microcentro. Conforme a los criterios de Conocé The Trust Project

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