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  • ¿Cómo hizo una periodista para ocultarle a Google su embarazo?

    » Clarin

    Fecha: 09/05/2024 08:43

    Para muchas personas, atravesar un embarazo es una experiencia compleja y llena de diferentes emociones. La mayoría de ellas son públicas ya que una vez que el vientre se agranda y se vuelve notorio, el deseo de familiares, amigos y hasta desconocidos de tocarlo y hacer comentarios al respecto parece irresistible… ¿pero será posible esconder un embarazo de la vigilancia digital omnipresente en Internet? La redactora de la revista The New Yorker Jia Tolentino quiso saber cuánto tiempo podía pasar sin que su teléfono supiera que estaba esperando a su segundo hijo. Así que, además de borrar aplicaciones innecesarias y quitar permisos de geolocalización, evitó buscar en Google información o artículos sobre bebés. Tampoco compró nada relacionado en tiendas electrónicas, no usó su tarjeta de crédito para medicamentos ni siguió cuentas de embarazo o maternidad en Instagram. De las veinte apps de seguimiento de embarazo, 15 venden los datos que recolectan, incluyendo dirección de IP, historia sexual y detalles médicos. Este inusual desafío no es nuevo. Diez años atrás lo intentó la socióloga de la tecnología Janet Vertesi, quien estaba sorprendida en ese entonces por la voracidad de las empresas por poder identificar mujeres embarazadas y llegar hasta ellas de manera personalizada con marketing. Y es que se trata de uno de los tipos de consumidor más relevantes: pueden comprar hasta el doble de artículos, y sus decisiones, como la marca de pañal o dónde comprar ropa infantil, crean hábitos que se mantienen en el tiempo. Pero en 2024 tener el control de nuestra información parece una utopía: los estados y las compañías pueden acceder a reportes completos de nuestros consumos en línea, desde el historial de sitios que visitamos hasta los clics que damos, y hay perfiles creados con nuestros gustos en tevé, cine y música. Se cree que las personas generamos actualmente 2.5 quintillones de bytes de datos por día a nivel global. Y estos datos son tan preciados que se han vuelto una moneda de cambio. En 2022, la fundación Mozilla descubrió que de las veinte apps de seguimiento del embarazo más populares para teléfonos inteligentes, 15 vendían los datos que recolectaban, incluyendo dirección IP, historia sexual y detalles médicos. Lo mismo sucedía con las apps para registrar los momentos de fertilidad. Luego de varias semanas sin que Instagram ni ninguna app le mostrara anuncios o mensajes sobre embarazo, Tolentino se declaró ganadora del desafío y comenzó a utilizar su teléfono como realmente deseaba. Según reveló en una crónica, sintió alivio, porque evitar la supervisión constante requería esfuerzo y tenía dificultades operativas que hacían difícil su vida cotidiana. No por nada Shoshana Zuboff bautizó al sistema en el que vivimos “capitalismo de vigilancia”, un nuevo orden económico que reivindica la experiencia humana como materia prima gratuita para prácticas comerciales ocultas de extracción, predicción y venta. Como mencionó el periodista Simone Stolzoff, experimentos como el de Tolentino nos llevan a replantearnos cómo estamos bajo permanente escrutinio. Sin embargo, no parece preocuparnos tanto: aceptamos cookies de páginas que visitamos y regalamos datos a cambio de WiFi gratis mientras tomamos un café en el bar de moda. Mirá también Mirá también El desafío de alfabetizar a una generación adicta a TikTok y con acceso a Chat GPT

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