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  • Los cambios mundiales y el desafío argentino

    » Cronista.com

    Fecha: 08/05/2024 19:19

    El mundo asiste a diversas revoluciones simultáneas. Una de ellas es una auténtica revolución 'social'. La palabra social, empero, está tomada en este caso desde la perspectiva etimológica: social deriva del latín socii, que significa aliados. Lo que está cambiando en el mundo es el modo en el que las personas y organizaciones se relacionan entre sí. Esta revolución vincular tiene, a la vez, tiene distintos orígenes. Uno de esos orígenes, el primero, es que está cambiando la condición etaria: la población mundial envejece (en 2020 el número de personas de 60 años o más superó al de niños menores de cinco años). Esto genera una modificación del perfil de trabajadores y de consumidores. Mientras, simultáneamente, nuevas generaciones crean una transformación cultural: la media de la edad mundial es 30 años. Este combo cambia los extremos de las relaciones económicas. Argentina no sigue al mundo desarrollado En segundo lugar, la población mundial está comunicada con la mayor intensidad jamás lograda: en promedio en el planeta las personas navegamos en Internet más de 6,4 horas por día. Lo que produce un tercer efecto; la globalización ha superado el fenómeno que ocurre entre países (que se integran abriendo fronteras) y ha pasado a ser un proceso individual y personal. Ello lleva a que el mercado mundial está ahora más apoyado en la demanda que en la oferta. Las personas compran y venden, trabajan, estudian y se entretienen a través de las nuevas tecnologías, internacionalmente, globalizándose incluso sin moverse desde sus hogares (1600 millones de trabajadores se conectan a Internet en el mundo desde sus puestos de trabajo). En cuarto lugar, todo esto se relaciona directamente con que la población mundial nunca fue tan rica. Es cierto que esta afirmación genera escozor en muchos de los que leen esto, pero lo cierto es que el ingreso mundial per cápita supera los u$s 12.000. Es más del doble del año 2000 y el cuádruple del de 1980. En este contexto, en el planeta está ocurriendo otro fenómeno significativo: nunca en la historia hubo mayor transferencia (herencia) de recursos económicos desde una generación a otra (la 'gran sucesión'). En quinto lugar, en el mundo crece la heterogeneidad (y los conflictos) pero dentro de este fenómeno hay una nueva sociedad mundial, supertecnologizada, globalmente integrada, que está abrazando nuevos valores supranacionales. Es así que, en muchos países de ingreso medio, medio alto o alto, la sociedad es fuente de renovadas exigencias ambientales, sanitarias y hasta sociales. Las empresas están sometidas a escrutinios (no sólo regulatorios) vinculados con poblaciones más inquietas y demandantes (no ya de productos sino de conductas, performances y prestaciones). Mientras, en países menos desarrollados, también porcentajes relevantes de la población comienzan a exigir pautas sociales, entre los cuales están procesos de democratización, apertura y participación. En sexto lugar, y como efecto de lo anterior, y especialmente en relación a la inusitada revolución tecnológica en curso (que es una revolución supranacional e integrativa), lo que está teniendo lugar es una sustancial transformación de la característica de los ámbitos vinculativos. La llamada 'virtualidad' ha hecho de las personas 'vecinos no geográficos', digitalizados y contactados desde sus dispositivos con semejantes que están distantes en relación al espacio físico y que se relacionan con ellos por motivos de afinidad intelectual o emocional (coincidencias o afectos). Ello cambia comportamientos políticos, laborales, de consumo y de vinculación interpersonal. El gran mosaico de las cuatro argentinas Y, finalmente, en séptimo lugar, esto ha generado que las empresas se hayan transformado en los principales actores para la generación de nuevas realidades. Esas empresas, además, están creando 'espacios públicos no gubernamentales', nuevas redes relacionales (que evolucionaron desde las anteriores cadenas globales de valor), que son ecosistemas en los que conforman novedosas maneras integradas de generar valor. Un valor que tiene en el capital intelectual el mayor insumo. Son empresas que pueden superar incluso las amenazas a la globalización que está produciendo la geopolítica en estos días. Ello está transformando el mundo, que se integra ya por el mero intercambio de bienes a través de los barcos, sino que ha pasado a vivir un sistema frenético de nuevos intercambios creativos. Dice McKinsey que prevalece una borderless economy (porque se han desdibujado las diferencias entre sectores o industrias en ecosistemas multi-industria). Y Michael J. Jocobides explica que las empresas han desarrollado nuevas redes y asociaciones virtuosas como su principal atributo ('eco-sistemas' que superan a los 'ego-sistemas') Mientras, Argentina está planteándose recomponer su relacionamiento económico global. Pues para eso deberá crear atributos para la nueva competitividad exterior, que no son los mismos que antes. Empresas, personas, instituciones y reglas, infraestructura, alianzas. Cambios burocráticos, culturales, microeconómicos e individuales que deben ser implementados para que podamos ingresar en esta nueva era internacional.

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