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  • Nina Popwer: “El sexo es real y los hombres y las mujeres existen”

    » Clarin

    Fecha: 08/05/2024 16:49

    En 2016, Nina Power publicó su primer libro, La mujer unidimensional. Hasta entonces, enseñaba filosofía en el Royal College of Art y en la Universidad de Roehampton de Londres, además de colaborar en diarios y revistas. Pero La mujer unidimensional, que fue traducido a varios idiomas, atrajo atención y la volcó definitivamente a la escritura. En él, Power cuestionaba el optimismo del feminismo liberal y se preguntaba si el clímax de la emancipación femenina debía ser el frenesí comprador y el exitismo capitalista que muestran las publicidades de bancos para ejecutivas. Power proponía observar las transformaciones que el feminismo había traído al trabajo, la sexualidad y la cultura para hacer un balance y pensar qué feminismo necesita el futuro. En ¿Qué quieren los hombres? (Interferencias), el punto de partida es el malestar masculino. ¿A qué se debe que la masculinidad esté a la defensiva y que muchos varones vean en las mujeres a sus rivales, en lugar de a sus compañeras y socias? Sin esquivar las polémicas, Power pide volver a hablar de diferencia y tensión sexual para pensar en una gran reconciliación entre hombres y mujeres que nos saque de la competencia infantilizada y mercantil en que nos hemos metido, y que reproduce el rencor. Desde Londres, Power abordó estos temas con Ñ. –Terminás el libro diciendo que tu análisis puede ser leído como conservador. ¿Por qué? –Quizás fue innecesario. Parece haber una especie de edicto contra la invocación del pasado, como si todo lo que la humanidad entendió antes estuviera podrido, o fuera irrelevante. Pero está claro que la humanidad ha tenido que encontrar múltiples respuestas a los mismos problemas. No hemos cambiado mucho, así que quería decir: podemos aprender del pasado, no todo fue opresivo. Algunos encontrarán esta afirmación reaccionaria o conservadora, así que supongo que quería decir: bueno, eso no se puede evitar. Debería haber dicho: ¡Está bien si suena anticuado! –¿Por qué proponés hablar de sexos en lugar de género? –Porque el sexo es real y los hombres y las mujeres existen. Las diferencias entre nosotros son importantes para comprender la historia de la humanidad y para explicar cómo y por qué hemos llegado al punto en el que nos encontramos. Género solía significar “las expectativas sociales puestas sobre el sexo” y podríamos discutir si la feminidad y la masculinidad eran demasiado restrictivas. Pero desde hace poco tiempo significa “un sentimiento interior” asociado con estereotipos. Esto me parece, a mí y a muchos, una idea peligrosa y regresiva. Somos hombre o mujer y no podemos cambiar de sexo. Vemos el mundo como hombres y como mujeres, por mucho que nos neguemos a creer que estamos limitados por el sexo. Al contrario: el mundo es bello porque hay hombres y mujeres. Es nuestra historia y nuestra realidad, y no llegaremos a ningún lado si no lo reconocemos. –En el libro hablás de “ser mejor”, una noción que suele evitarse en los ensayos culturales y que retomás de la literatura de autoayuda. ¿Por qué te pareció importante resaltar los intentos de mejorar? –Porque me interesa la cuestión de la virtud y lo que significa ser un buen hombre y una buena mujer. Todos tenemos debilidades y todos podemos decidir cómo vivir, hasta cierto punto. La cultura contemporánea evita cuestiones de responsabilidad y deber porque las percibe como aburridas o limitantes. Pero somos más limitados cuando nos volvemos dependientes de soluciones rápidas y se apela constantemente a nuestros deseos básicos. No es fácil vivir con los demás, pero es lo mejor que tenemos. Todos podemos aceptar nuestras responsabilidades y podemos desempeñar estos roles de mejor o peor manera. Nos alientan a culparnos unos a otros cuando nuestras vidas parecen ir mal, incluso a todo el sexo opuesto. Pero esto no ayuda en nada. También es importante entender por qué figuras como Jordan Peterson (autor del bestseller 12 reglas para vivir) son tan significativas para tanta gente; qué es lo que aprenden de él; en muchos casos, es la sensación de que puedes mejorar, de que no estás únicamente a merced de un sistema sin sentido. La alternativa es el nihilismo, que sólo conduce al aislamiento, la indiferencia y la desesperación. Nina Power. Credito Valya Korabelnikova –Afirmás que el patriarcado quedó parcialmente desmantelado y que hemos perdido algunas de sus virtudes. ¿A qué te referís? –A la responsabilidad, principalmente. La revolución sexual ha traído el desapego de la acción de las consecuencias de manera desigual. Muchas de las feministas de la primera ola estaban en contra del aborto porque sentían que permitía a los hombres ser pícaros y no asumir responsabilidad por su comportamiento sexual. El patriarcado ha sido en gran medida desmantelado como consecuencia de cambios económicos y tecnológicos. Vivimos en un mundo mixto y heterosocial donde hombres y mujeres son percibidos como intercambiables desde el punto de vista del mercado. Pero la vida sin consecuencias es, en última instancia, miserable. Hacer que la paternidad y la crianza vuelvan a tener un estatus más alto mejoraría la vida de todos. ¿Qué quieren los hombres? Nina Power Ed. Interferencias –Sostenés que vivimos en una sociedad de hermanos, sin figura de padre, que nos ha llevado a una guerra fratricida permanente. ¿Cómo afecta esto a las relaciones interpersonales? –Significa que hombres y mujeres comienzan a tratarse unos a otros como rivales en lugar de socios: compitiendo por los mismos trabajos y roles. Significa que cualquier distancia queda abolida y nos volvemos demasiado próximos unos de otros. La diferencia sexual se vuelve irrelevante. Podríamos decir que se trata de una especie de “igualdad”, pero es una igualdad miserable, no una armoniosa en la diferencia. –¿Por eso creés, como Christopher Lasch, que abolir la tensión sexual es un objetivo que no vale la pena ? –Sí. La eliminación del misterio en pos de una transparencia total elimina toda tensión erótica. Hace la vida aburrida. ¡Creo que ya es hora de volver al amor cortés! Quizás el aparente desinterés por el sexo entre los jóvenes sea una corrección de rumbo y un intento de reinyectar lo desconocido y la distancia en nuestra vida mixta. –También afirmás que la idea de que las relaciones románticas sean un gran igualador es una fantasía. ¿Eso impide que sea una herramienta de cambio en términos de desigualdad?

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