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» Jackemate
Fecha: 07/05/2024 23:40
Comparte este Articulo... Por Mabel Martínez (*) Para mi hermano-amigo-discípulo Claudio Delmaschio Entre tantos síntomas de la sociedad presente, en declinación, crece una actitud ante los otros y los sucesos que padecemos, llámense bélicos, de terror, discriminación racial o religiosa, diferencias sociales, pobreza, sin olvidar las injusticias cometidas, que se dan por nuestra indiferencia. Quienes creemos necesario contribuir, tratando temas perturbadores, con breves escritos para concientizar, lograr la revelación y coadyuvar para salvar este mundo casi apocalíptico, no podemos dejar pasar sin reflexionar desde lo profundo de la sociedad y de la propia identidad. Elie Wiesel, sobreviviente del Holocausto, escritor y Premio Nobel de la Paz 1986, sostiene “Lo contrario del amor no es odio, es la indiferencia. Lo contrario de la belleza no es la fealdad, es la indiferencia. Lo contrario de la fe no es herejía, es la indiferencia. Y lo contrario de la vida no es la muerte, sino la indiferencia entre la vida y la muerte». Este sobreviviente de los campos de concentración representó con toda claridad el significado de la indiferencia. Luchó toda su vida para mostrar la atrocidad cometida por los nazis e impedir que se repita semejante salvajismo y exterminio de seres humanos. Coincidimos con los conceptos de los estudiosos acerca de la indiferencia. Un estado de ánimo de una persona que no siente atracción ni rechazo por ninguna situación o asunto, o bien por un semejante. Ahora incluimos no solo lo individual sino pensamos en una sociedad indiferente: un campo fundamental de la psicología y también de las ciencias del comportamiento, de la sociología y de otras. Merece un análisis interdisciplinario porque se ha transformado en una forma de vida nuestra sociedad por la interacción de variadas causas. Recordemos que en nuestra vida diaria se instaló “ el “no te metas”, que dio lugar primero a una consigna y luego trajo aparejada la indiferencia. A esto se puede sumar el miedo surgido por las amenazas de los que aman el terror. Así se establece una actitud frívola creciendo hasta caer en la apatía y la insensibilidad. Tenemos muchos ejemplos cotidianos de desinterés ante el sufrimiento del prójimo, el descuido por los indigentes y necesitados. Uno de los más crueles lo provocan circunstancias relacionadas con los afectos, particularmente con los amigos. Cuando debemos enfrentar conflictos vitales, recurrimos a ellos y obtenemos silencio o desgano. Respuesta durísima. Mostrarse indiferente ante el amigo implica que no sentimos nada hacia él. Quizás este dolor es uno de los más profundos. La indiferencia en la amistad no existe. “El peor pecado hacia nuestros semejantes no es odiarlos, sino tratarlos con indiferencia: esa es la esencia de la inhumanidad” Bernard Shaw Nos planteamos un asunto vigente. ¿La indiferencia será una estrategia para sobrevivir en esta década del siglo XXI tan caótica, confusa y anárquica? El clima de esta época, según pensamos, se inicia a partir de la pandemia. El aislamiento cambió las subjetividades, la percepción de nuestra existencia. Caímos en la introspección, se incrementó el individualismo y el egoísmo. Al problema citado primero debemos agregar el auge de la delincuencia, los asesinatos, el narcotráfico. Entonces la decisión es bucear internamente y generar el olvido hacia todo lo externo y todos los demás. Esto se llama indiferencia. En este momento histórico el sentimiento aludido aparenta ser un mecanismo de defensa; una forma de continuar, cuyo propósito es la supervivencia, además de las otras connotaciones expresadas. Para concluir citamos a Cesare Pavese quien nos hace reflexionar con esta frase ‘¡La fuerza de la indiferencia! Es la que permitió a las piedras perdurar inmutables durante millones de años”. (Jackemate.com) (*) Licenciada y Profesora en Letras – mabelmarga13@gmail.com
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