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  • Neville Chamberlain y la paz imposible

    » Clarin

    Fecha: 07/05/2024 19:57

    El 9 de mayo de 1940, el primer ministro de Inglaterra, Arthur Neville Chamberlain, dimitió después que la invasión nazi a Noruega pusiese de manifiesto su fracaso para frenar diplomáticamente las pretensiones expansionistas de la Alemania de Hitler. En 1938 se firmaron los acuerdos de Múnich, poniendo fin a la Crisis de los Sudetes y alentando la esperanza de lograr la paz en Europa o, al menos, hacer tiempo para que Inglaterra y Francia pudiese rearmarse. Sin embargo, Alemania aumentó su poderío bélico a un ritmo vertiginoso organizando a la temible Luftwaffe. En su momento, el viaje de Chamberlain a Berlín para preservar la paz negociando personalmente con Hitler fue aplaudido por la prensa europea, aunque el mismo Chamberlain le confesó a uno de sus colaboradores que las reuniones con el Führer habían sido “insatisfactorias”. Finalmente, logró la firma del acuerdo que expuso triunfalmente al llegar a Londres. Con el paso de los meses y la invasión de Polonia, su política de apaciguamiento demostró ser un esfuerzo vano para frenar las ansias del nazismo. Su nombre se convirtió en sinónimo de debilidad y vacilación. Él mismo confesó ante la Cámara de los Comunes: “Todo lo que he creído en mi vida pública, está en ruinas”. La invasión a Noruega fue su golpe de gracia. ¿Fue tan inocente la actuación de Chamberlain? ¿Creía sinceramente que podía torcer la voluntad de Hitler ? Desde 1934, el gabinete británico había reconocido su incapacidad de defender el extenso imperio, y desde entonces Inglaterra había evitado todo conflicto significativo. Aunque se preparó para un enfrentamiento, no lo hizo con la vehemencia de sus adversarios. El único que advertía a los ingleses y al mundo sobre el peligro nazi era Winston Churchill, aunque aún pesaban sobre él la desastrosas consecuencia de la derrota aliada en los Dardanelos durante la Primera Guerra Mundial. Si bien Churchill se apiadó de su predecesor y lo pintó en su libro “Se cierne la tormenta” como “un hombre recto, competente y bien intencionado”, para la posteridad fue el hombre del “apaciguamiento cobarde” frente a la agresión nazi. ¿Por qué recordar a Chamberlain a 84 años de su dimisión? Jamás el mundo estuvo más cerca de una conflagración mundial. Existe un alineamiento de las fuerzas de EE.UU, la OTAN e Israel, contra el eje Rusia, China e Irán. Al parecer, no estamos ante un enfrentamiento de baja intensidad como lo fue la Guerra Fría, sino un choque frontal, tecnológico, teledirigido y con armas nucleares que pueden dejar de ser disuasorias para convertirse en letales, tal como marca el reloj del fin del mundo (15 segundos para la medianoche nuclear). ¿Dejará Argentina su histórica neutralidad por un alineamiento efectivo con EE.UU e Israel? ¿Perderá sentido el “Yo, argentino” como sinónimo del “no te metas”? ¿EE.UU sigue teniendo la misma capacidad combativa que lo había llevado a convertirse en “el sheriff del mundo” o han depuesto su actitud porque el pueblo norteamericano no quiere seguir viendo volver a sus soldados en bolsas de plástico víctima de guerras lejanas? ¿Defenderá EE.UU a Israel hasta su últimas consecuencias? ¿Europa seguirá apoyando a Ucrania? ¿Se puede negociar con autócratas como Putin o una teocracia iraní? ¿China intentará atacar a Taiwán aprovechando que el mundo está mirando a Medio Oriente? Hoy no podemos olvidar a Neville Chamberlain.

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