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  • El furor por "Bebé Reno" y una tradición de ficciones sobre acoso

    » La Capital

    Fecha: 07/05/2024 12:22

    La serie de Netflix, estrenada a comienzos de abril, sigue las vivencias reales de su creador Richard Gadd y se convirtió en lo más visto a nivel global “Bebé Reno” es una extraña combinación de palabras que estuvo en boca de todos en las últimas semanas. La serie de Netflix, estrenada el 11 de abril, narra las vivencias de su creador y protagonista Richard Gadd, quien fue víctima de acoso. El título hace referencia al peculiar apodo que frecuentemente usaba su acosadora para referirse a él. En pocos días, la ficción se convirtió en lo más visto en la plataforma en todo el mundo. La trama está basada en una obra de teatro autobiográfica, también de autoría de Gadd, un escritor y actor escocés de 34 años. Durante sus veinte, mientras vivía en Londres, trabajaba en un pub, y se las rebuscaba para hacer despegar su carrera comediante, su vida dio un vuelco inesperado: una mujer, rebautizada Martha en la ficción, comenzó a acosarlo, dando inicio a una difícil secuencia que duró más de dos años. Según informaron medios británicos, en la vida real Gadd recibió más de 41 mil correos electrónicos (algunos se muestran en la serie), 350 horas de mensajes de voz, y numerosas cartas, mensajes de texto y comentarios en Facebook de su acosadora. Como se muestra a lo largo de los ocho episodios, donde el actor se convierte en el personaje Donny, la mujer se presentaba constantemente en su lugar de trabajo y en su casa, y se comunicaba hostilmente con su ex y actual pareja, y hasta con sus padres. “Bebé Reno” es una serie entretenida, y posible de maratonear, pero no es fácil de digerir. Además del acoso, se representa una situación de abuso sexual que Gadd sufrió por parte de una persona vinculada al ámbito del entretenimiento. La salud mental de Donny se deteriora capítulo a capítulo, y la audiencia es testigo íntimo de ese derrumbe subjetivo. Sin embargo, la resonancia del tema, y la ausencia de ficciones mainstream que lo aborden seriamente, la convirtieron en un éxito global. El furor que causó llevó a que muchas personas, sabiendo que se trataba de un caso real, quisieran desentrañar quiénes eran los victimarios fuera de la pantalla. Las especulaciones y teorías crecieron tanto (al punto de señalar algunos nombres propios) que Gadd tuvo que pedir a los fanáticos que no siguieran con la búsqueda, dado que por la gravedad de los crímenes representados en la serie, podrían resultar en acusaciones graves sobre personas inocentes. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Che Netflix (@chenetflix) >> Leer más: Netflix lanzó el tráiler de la serie de Ayrton Senna, el ídolo de la Fórmula 1 “Personas que amo, con las que he trabajado y que admiro están injustamente atrapadas en la especulación”, expresó Gadd a través de su cuenta de Instagram, implorando por un cese a las conjeturas sobre las posibles versiones reales de las personas que inspiraron los personajes de “Bebé Reno”. Incluso apareció en los medios británicos una mujer que aseguró ser la verdadera Martha, se posicionó como la “verdadera víctima” de los hechos narrados por la serie y hasta amenazó con denunciar a la producción. No obstante, no pudo corroborarse que efectivamente se tratara de ella, cuya identidad Gadd intentó preservar a toda costa. Un punto fuerte de “Bebé Reno”, que le significó buenas críticas y que puede explicar parte de la excelente recepción de la audiencia, es el abordaje responsable (aunque crudo) que hace de temáticas delicadas como la salud mental (tanto de la acosadora como del acosado), el abuso sexual y el propio acoso. La trama no se simplifica en un binarismo entre buenos y malos, sino que se mete en la espesura y complejidad propias de este tipo de situaciones. En reiteradas ocasiones, se insiste en que Martha es en realidad una persona que necesita ayuda y contención, y ante esa carencia, resulta un peligro para otros y para sí misma. Donny, el protagonista, se vincula inicialmente con Martha por empatía. Ella llega sin plata al pub donde él trabaja, y él le regala una taza de té. Esa empatía inicial, que desencadenará el acoso, atravesará también todo el vínculo, a pesar de los momentos de rechazo total, y se sostendrá hasta el momento final. Tampoco hay una perspectiva edulcorada. Hay momentos de odio, de furia, de violencia: cuando Donny ve su vida desmoronarse ante la presencia incesante del acoso, reacciona de formas humanas. La audiencia es confrontada constantemente con el hecho de que el protagonista no hace ni lo que resultaría esperado o aconsejable, y en eso postula una verdad incómoda: nadie puede estar seguro de cómo reaccionaría ante una situación así. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Che Netflix (@chenetflix) Una genealogía de ficciones sobre acoso Otra serie popular sobre acoso es “You”, la cual si bien fue éxito (está por estrenar su quinta temporada en 2024), también recibió críticas por estar contada desde el punto de vista del acosador (que además es femicida). Este es un caso de lo que podría entenderse como una expresión “exploitation” del género: tomar una premisa que se sabe atractiva para el público, y abordarla desde una perspectiva que apela directamente al morbo. En este sentido, a lo largo de la historia, ha habido múltiples ejemplos de grandes historias donde el acoso es el tema central, y cuyos enfoques han transitado distintos puntos del espectro entre la responsabilidad y la explotación. Muchas veces, la persona que lleva adelante el hostigamiento es representada simplemente como alguien “loco” o desequilibrado, sin que se dé contexto o se profundice sobre las circunstancias que pueden llevar a alguien a tomar este tipo de acciones, o se habilite una mirada empática como lo hace explícitamente “Bebé Reno”. Esto toma dimensiones particulares cuando las acosadoras, como en “Bebé Reno”, son mujeres. Los dos casos paradigmáticos de la historia del cine son clásicos: “Misery”, la película de 1990 dirigida por Bob Reiner y basada en la novela de Stephen King, y “Atracción fatal”, de 1988, protagonizada por Glenn Close y Michael Douglas. En ambos casos, aunque se trata de grandes películas de suspenso, es posible una lectura de género, donde parecería ser que es el hecho de ser mujeres adultas o de mediana edad, solteras y sin hijos (y por lo tanto presentadas como solitarias y desesperadas), lo que lleva a las protagonistas al desborde y un desenlace fatal. Atraccion Fatal "Atracción fatal", con Michael Douglas y Glenn Close, es un clásico de las ficciones que abordan el acoso Son muchos más los ejemplos de grandes filmes del género donde los acosadores son hombres. Allí las posibilidades de representación se amplían. En “Cabo del miedo” (1991) de Martín Scorsese, por ejemplo, Robert De Niro interpreta a un ex convicto que, tras salir de la cárcel, acosa al fiscal que lo metió preso. En ese caso, el estatus criminal del personaje principal, hace que el acoso sea entendido y explicado siempre dentro de esa criminalidad. Por otra parte, “El rey de la comedia” (1982), también dirigida por Scorsese y encabezada por De Niro, presenta un caso un poco más complejo: el protagonista es un aspirante a comediante obsesionado con su ídolo, un famoso cómico de televisión interpretado por Jerry Lewis. Acá, el acoso es progresivo y está movilizado por el fanatismo irracional del personaje. Finalmente, en “Retratos de una obsesión”, de 2002, Robin Williams es un trabajador de una casa de fotos que, también desde un presente de soledad, se obsesiona con una familia que parece llevar una vida perfecta. Cuando el acoso escala, y el protagonista termina preso, se da una explicación o contexto de por qué había desarrollado este tipo de acciones. Este es uno de los pocos casos donde, como en “Bebé Reno” se pone de relieve lo que en la mayoría de las ficciones sobre acoso se omite o se banaliza: la salud mental de quienes acosan, y la carencia de recursos disponibles para ser acompañados de forma apropiada antes de incurrir en hechos que terminan siendo traumáticos (y muchas veces fatales) para ellos mismos u otras personas.

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