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  • El sueño de dormir en una cúpula: cómo cumplirlo y cuánto cuesta

    » Clarin

    Fecha: 07/05/2024 06:08

    Son un símbolo de Buenos Aires. Se calcula que en la ciudad hay unas 300. Encantan a cualquiera que levante la vista y se detenga en ellas, disparan la imaginación de qué esconden y, también, la fantasía de cómo debe ser dormir en una. Son las cúpulas porteñas. Y esa fantasía, la de dormir bajo esos techos abovedados --lo más parecido que podemos encontrar por estas pampas a un castillo en el que sentirnos princesas o príncipes-- se puede concretar. Aunque alcanzan los dedos de la mano para contar las que dan esta posibilidad, previo desembolso de los dólares (o pesos tras la conversión) de su tarifa, el sueño es posible. “Lo que más atrae a los turistas es nuestra arquitectura y el saber qué es lo que hay en las cúpulas, porque hay muchas en la ciudad, más si van caminando por Avenida de Mayo o Avenida Callao, que son donde están mayormente concentradas. Cuando se enteran que en esos lugares se pueden hospedar, obviamente les llama muchísimo la atención. En algunas, aparte del encanto de estar en un Airbnb que es en una cúpula, se suman sus hermosas vistas”, detalla Adriana Cichero. Esta fotógrafa es conocida como “La reina de las cúpulas” por su cuenta de Instagram que lleva ese nombre (@lareinadelascupulas) y viene haciendo un mapa de las cúpulas porteñas, en el que relevó 250 y accedió a casi 50. Las cúpulas se popularizaron entre fines del 1800 y principios del 1900. Algunas están vacías atravesadas por sus propias estructuras, otras son utilizadas como depósitos de los consorcios, también hay oficinas y estudios, y varias son viviendas. Actualmente, en la plataforma de alquiler temporario Airbnb hay cuatro cúpulas en oferta. Para alojarse en ellas, rigen las mismas condiciones que para cualquier otro inmueble que forma parte del servicio. Los valores difieren, como también ocurre con todas las otras propiedades, porque son también diferentes la cantidad de huéspedes que pueden alojar. Clarín conoció dos de ellas, y ambas tienen su particular historia. La cúpula de Palermo En la esquina de Scalabrini Ortiz y Mansilla, la cúpula que diseñó el arquitecto suizo Arnoldo Albertolli se erige sobre un edificio de tres plantas. Si bien la mayoría de las cúpulas de la ciudad se agolpan en la zona central, este recurso arquitectónico se expandió también a otros barrios y este es un ejemplo. La esquina de Scalabrini Ortiz y Mansilla la diseñó el arquitecto suizo Arnoldo Albertolli. Foto Guillermo Rodríguez Adami Su actual propietaria, Jennifer Webster, se encontró con ella de casualidad. “Iba manejando para el centro, me confundí y tuve que dar una vuelta. Quedé parada en el semáforo, miré para arriba y vi la cúpula: me cautivó”, cuenta desde Barcelona, donde vive. Eso mismo les sucede a todos los que tienen la posibilidad de alojarse en esta enorme casa, a la que se accede subiendo una extensa escalera de mármol, a juzgar por los comentarios en la página de Airbnb. “La casa Cupola es única, con un carácter y muebles y espacios increíbles", publicó Marc, de San Francisco. “Es tan hermoso y único que es como si te alojaras en un museo... y de hecho es un pedazo de la historia argentina", sumó Jessica, de Miami. “La azotea es algo extraordinario”, afirmó Florentine, de Países Bajos. La escalera de entrada al departamento. Foto Guillermo Rodríguez Adami La azotea es el lugar preferido de Jennifer, justamente, por la vista de la cúpula. La construcción alberga una sala de estar. “No queríamos hacerla dormitorio porque es pequeña, y limitante subir y bajar”, aclara. Los cuatro dormitorios en los que pueden descansar ocho huéspedes están ubicados en los pisos inferiores de la casa, un bello laberinto en el que perderse y descubrir rincones y, por supuesto, subir por la escalera en espiral hacia la cúpula. Jennifer es estadounidense y con su marido, el arquitecto húngaro Zsolt Buday, hicieron un trabajo de restauración muy importante en la casa, que compraron en 2013. “Todo estaba destruido”, recuerda ella. La cúpula estaba en mal estado y tuvieron que reemplazarle las pizarras. En el resto de las habitaciones, también hubo un trabajo intenso y hasta se encontraron con ventanas que habían sido cubiertas con paredes. Les llevó más de seis meses de obra y el doble de la inversión prevista, pero el resultado valió la pena. Como en el tema de Soda Stereo, una escalera en espiral lleva a la cúpula. Foto Guillermo Rodríguez Adami “Quisimos poner las cosas lo más cerca de lo que estaban originalmente, recuperar la gloria original”, explica Jennifer. Al subir la escalera principal, el departamento tiene un gran hall que conecta con el living comedor y la cocina, una parte central de la casa, integrada y super equipada. Al seguir por el pasillo, está uno de los dormitorios, impecable en negro y blanco, con su baño ídem. Hay en esa planta además un toilette y por una escalera se llega a un entrepiso con otro dormitorio; por otra escalera, a un tercer dormitorio y, si se sigue subiendo, al principal, el que tiene la mejor vista: la cúpula. La cúpula, en la azotea del edificio. Foto Guillermo Rodríguez Adami “La vista de la cúpula es maravillosa y la cúpula en sí misma es como una habitación de nada, o de todo. En verano podés abrir las puertas y estar en la terraza y es encantador. En invierno podés estar arriba e igual ver el verde, como si fuera un jardín de invierno. Es acogedora”, la describe Jennifer. El alquiler por noche es de 450 dólares y el mínimo de la estadía es de cuatro noches. Aproximadamente el 60% del año está alquilada. La mayoría de los huéspedes son extranjeros, principalmente de Estados Unidos. Por la amplitud de los espacios la rentan muchos grupos grandes o equipos de trabajo, aunque también para hacer filmaciones y producciones de fotos, festejar cumpleaños y hasta la han alquilado para celebrar un casamiento. El interior de la cúpula, una sala de estar. Foto Guillermo Rodríguez Adami Muchos huéspedes le preguntan a Jennifer si la cúpula está en venta. Pero esa opción está plenamente descartada. “Es invaluable. Es única”, remarca. Y es que ese valor no se puede calcular porque esta casa es parte central de la historia familiar de sus dueños. Hoy viven en Barcelona, donde tienen The Alchemists, un estudio dedicado a la restauración y el reciclaje de propiedades antiguas. Pero a fines de los 90, ella productora de cine y él director de arte, tenían una productora en Budapest y detectaron el potencial de Buenos Aires como set de filmación por su atmósfera y por estar a contramano de las estaciones europeas. El hall de la casa, que la alquilaron hasta para celebrar un casamiento. Foto Guillermo Rodríguez Adami Se mudaron y abrieron una productora aquí en 2003, tuvieron dos hijos en Argentina y vivieron en una casona en Belgrano R que fue sede del colegio Sworn Junior y estuvo abandonada una década y en una casa en Carlos Keen, y ambas las reciclaron completamente, siempre con el objetivo que guía todos los proyectos de su estudio, “transformar lo ordinario en extraordinario”. Pasó el tiempo, el país dejó de ser competitivo para su negocio y en 2014 decidieron irse, pero también quedarse con algo que los conectara y con un lugar donde sus hijos siempre pudieran volver. Y en la búsqueda de una casa porteña, apareció la esquina de Scalabrini Ortiz. La que la enamoró a ella y a quienes se sientan en la terraza a mirar el atardecer detrás de su cúpula. La cúpula del Microcentro El departamento de Tucumán 900 permite literalmente dormir bajo la cúpula. La bellísima propiedad está estructurada simétricamente alrededor de la escalera de madera que lleva al domo. En el dormitorio, el techo está pintado por una artista para simular el cielo, con nubes y hasta pájaros que lo cruzan. Una habitación realmente mágica. La cúpula del edificio de Tucumán 900. Foto Rafael Mario Quinteros Cuando Nicolás la compró, en 2013, ya estaba decorada de esa manera. Su propietaria anterior había sido una tailandesa que vivía en Singapur y que jamás la conoció: la adquirió sin haber pisado nunca Buenos Aires. Nicolás se dedicó toda la vida a la actividad inmobiliaria y buscaba un departamento para mudarse: cuando se encontró con este, no lo dudó. Vio su potencial y finalmente no terminó siendo su casa sino un alquiler temporario para otros que buscan cumplir el sueño de la cúpula. El 80% del año está alquilada. Y cuenta que contribuyó mucho al interés un reel que hizo la fotógrafa Monserrat Marin, que se viralizó y disparó las consultas. Hoy el valor es de 69 dólares la noche, con una estadía mínima de dos. El departamento es para dos huéspedes, y Nicolás dice que prefirió resignar rentabilidad y no sumar más camas para cuidar esos pisos de pinotea y otros detalles originales. Simetría perfecta en torno a la escalera que lleva a la cúpula. Foto Rafael Mario Quinteros Entonces, en las dos habitaciones bajas junto a la escalera hay un confortable estar y en la otra un amplio vestidor. En el medio está el comedor, y hacia un lado la cocina y hacia el otro el baño. Y, también, dos terrazas desde las cuales se puede ver la cúpula. El edificio tiene una historia particular. El propietario dice que investigó mucho pero hay datos que no pudo corroborar. Habla de ciertos mitos, que no le constan pero igual comparte, como que allí funcionó una escuela y que se inauguró en 1905. La habitación en la cúpula. Foto Rafael Mario Quinteros La información sí chequeada da cuenta de que en los 90 una empresa española que se dedicaba al turismo lo compró entero y lo ofreció en venta a inversores extranjeros. Pero por las restricciones cambiarias, en la década del 2010 varios de ellos se fueron desprendiendo de las propiedades. El edificio, que tiene protección patrimonial, es una belleza. Al fondo del hall de entrada, en el espacio del encargado, está pintada su cúpula. Las escaleras y las aberturas lucen impecables, al igual que el antiguo buzón de correos. Muchos huéspedes van para cumplir el sueño de dormir en una cúpula. Foto Rafael Mario Quinteros Nicolás reconoce que su cúpula es un lugar romántico. Muchos de sus huéspedes alquilan el departamento específicamente por ella. Para San Valentín, está siempre alquilado. Tiene visitantes fieles, como un austríaco que está retirado y viene unas dos o tres veces al año con su novia argentina. Muchas parejas locales la rentan como escapada de fin de semana. Y cuenta de uno de los casos que más le llegó: el de dos amigas argentinas, de 80 y pico, que la alquilaron para cumplir su sueño de dormir en una cúpula. El edificio tiene valor patrimonial y es de principios del siglo XX. Foto Rafael Mario Quinteros Las otras cúpulas También en Airbnb, actualmente hay otras dos cúpulas en alquiler. Una en San Nicolás, en un edificio patrimonial de estilo francés de los años 30. La cúpula en alquiler en San Nicolás. Foto web Airbnb En un formato de estudio, también allí se puede dormir en una cúpula por 49 dólares la noche (la estadía mínima son dos) y todos los huéspedes destacan en los comentarios no sólo esa singularidad sino hacerlo con vista a la avenida Corrientes y a metros del Obelisco. La cuarta es un dúplex en San Telmo, en un edificio de 1879, que en su segundo nivel tiene una cúpula tipo domo con la habitación matrimonial y una puerta que da a una terraza con vistas de la ciudad. Otro edificio patrimonial en San Telmo que también se alquila temporariamente. Foto web Airbnb "Un techo de sol", lo describió Amy, de Nueva York, en la plataforma. El departamento está ocupado hasta principios de agosto. Para entonces se puede alquilar por 235,44 dólares por tres noches (la estadía mínima). La reina de las cúpulas comparte otra emblemática que también se puede alquilar temporariamente, aunque no está en Airbnb: la del edificio de La Inmobiliaria. A metros del mítico Palacio Barolo, en Avenida de Mayo 1400, esta construcción de estilo neo renacentista se inauguró el 25 de mayo de 1910. La cúpula que da al Congreso se alquila de forma temporaria a través de un agente inmobiliario. La cúpula es hueca, pero el dormitorio está debajo rodeado íntegramente por ventanas de hierro galvanizado, lo que es prácticamente como dormir en el cielo. En este caso la disponibilidad de alquiler puede ser limitada, porque la propiedad también está en venta. La cocina del departamento de Scalabrini Ortiz, reciclada y equipada completamente. Foto Guillermo Rodríguez Adami Junto a la cúpula hay mesas y una parrilla. Foto Guillermo Rodríguez Adami El dormitorio del último piso, con vista a la cúpula. Foto Guillermo Rodríguez Adami Desde la ventana del dormitorio se ve la cúpula. Foto Guillermo Rodríguez Adami El departemento está habitualmente ocupado por extranjeros. Foto Guillermo Rodríguez Adami El living-comedor, visto desde la escalera de la cúpula. Foto Guillermo Rodríguez Adami Los dueños del departamento se especializan en restauraciones. Foto Guillermo Rodríguez Adami La cúpula, en un cuadro en el comedor. Foto Guillermo Rodríguez Adami La actual dueña se topó con la cúpula por un semáforo en rojo. Foto Guillermo Rodríguez Adami Blanco y negro. Uno de los cuatro dormitorios, con su baño en suite. Foto Guillermo Rodríguez Adami El reflejo de la cúpula de Tucumán y Suipacha. Foto Rafael Mario Quinteros Alrededor del edificio hay varios mitos. Tiene más de un siglo. Foto Rafael Mario Quinteros El cielorraso de la cúpula, imitando el cielo. Foto Rafael Mario Quinteros Los pisos de pinotea son originales. Foto Rafael Mario Quinteros El balcón francés sobre la esquina de Tucumán y Suipacha. Foto Rafael Mario Quinteros La cocina del departamento, para dos huéspedes. Foto Rafael Mario Quinteros El edificio había sido comprado por una empresa española para vender los departamentos como alquileres temporarios. Foto Rafael Mario Quinteros

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