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  • Nuestro principal problema es la pobreza

    » La voz

    Fecha: 07/05/2024 03:26

    La reducción de la mortalidad materno-infantil se ha estancado en nuestro país, mientras logra importantes avances en los países vecinos. Además, en Argentina muestra grandes disparidades geográficas, por efecto de la pobreza. A esa compleja conclusión llegó el reciente informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (Odsa-UCA), con base en datos oficiales del Ministerio de Salud de la Nación. En términos generales, la serie histórica muestra una mejora promedio en la tasa de mortalidad infantil desde 2005. Si por entonces, para menores de 1 año, se ubicaba en torno de 13,3 cada 1.000 nacidos vivos, en 2022 se redujo a 8,4. Pero cuando se observa ese proceso en detalle, se advierte un estancamiento preocupante desde 2018, además de significativas desigualdades entre regiones o provincias. La hipótesis es que ha incidido el crecimiento que desde esa fecha experimentaron la pobreza y la indigencia. Por ejemplo, en 2022, contra esa tasa nacional de 8,4 fallecidos en menores de 1 año cada 1.000 nacidos vivos, Formosa registró 15,1 y Tierra del Fuego, 3,9. En menores de 5 años, la tasa nacional de 2022 marcó 9,6, pero Formosa tuvo 18,5; Corrientes, 16 y Chaco, 13,8. Algo semejante ocurrió con la mortalidad materna: si en 2022 se registraron 8,6 muertes maternas cada 10 mil nacidos vivos en Santiago del Estero y 8,3 en Chaco, los índices de Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Neuquén fueron 1,2 y 1,3, respectivamente. En consecuencia, el informe señala que “la evolución de los indicadores de mortalidad infantil y materna en la Argentina es positiva”, pero “una mirada en el interior del país evidencia desigualdades sociales y geográficas a las que los promedios no hacen justicia”. Estas desigualdades entre provincias se evidencian en dos cuestiones que habría que enfrentar con urgencia: por un lado, no hay un acceso equitativo a la atención médica, cuando la prevención y el control adecuado del embarazo es fundamental; por otro lado, hay cuestiones habitacionales que requieren una solución definitiva, como el acceso a agua potable y a cloacas. Como es lógico, la desigualdad se repite al interior de muchas provincias que poseen zonas donde hay una mayor concentración de familias pobres o regiones donde la falta de médicos es un obstáculo que los gobiernos locales no han podido superar. Por último, tanto en términos de pobreza como específicamente en las tasas de mortalidad materno-infantil, Argentina está peor que los vecinos Chile y Uruguay. Mientras nuestra tasa para menores de 1 año se ubica en 8,4 cada 1.000 nacidos vivos, para Chile es de 6 y para Uruguay, de 5. En menores de 5 años estamos en 9,6, pero Chile está en 6,6 y Uruguay, en 5,8. En mortalidad materna, nuestra tasa es de 4,1 cada 10 mil nacidos vivos, cuando en Chile es 1,5 y en Uruguay, 1,9. Estas “deudas sociales” demuestran que el principal problema de nuestro país es la pobreza. Que nunca es sólo pobreza en sí misma, sino también desigualdad, más todos los problemas derivados de un contexto donde hay vidas en riesgo por necesidades básicas insatisfechas.

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