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  • El nuevo campeón en un fútbol que asegura pasión y emoción, pero ratifica falencias

    » La voz

    Fecha: 07/05/2024 03:26

    Estudiantes de La Plata se llevó este domingo el primer título de la Liga Profesional de la temporada y lo hizo con los suficientes argumentos y virtudes que justifican semejante festejo, que nació en Santiago del Estero y viajó raudo a la capital bonaerense Fue un digno y legítimo campeón, que cumplió los pasos necesarios para coronarse tras una final que tuvo de todo y frente a un rival, Vélez, que dejó todo, y que supo reponerse a las adversidades durante el partido, como antes lo había hecho en el campeonato y en la semifinal frente a Argentinos Juniors. El Pincha, que se clasificó a la Copa Libertadores, se basó en una mezcla de experiencia y juventud, con un entrenador sólido como Eduardo Domínguez y una madurez para sobreponerse en los momentos clave, como lo había hecho por penales en la “semi” frente al favorito Boca y lo repitió en la final, contra el entusiasta y sorprendente equipo que dirige Gustavo Quinteros. Así, Estudiantes dio la vuelta en el estadio Madre de Ciudades, una sede con un escenario de primer nivel, pero que, fiel a la lógica del fútbol argentino, recibió una definición empapada por la habitual cuota de polémica. Es que, tratándose de dos finalistas de Buenos Aires (uno de Capital, otro de La Plata) y más allá de cuestiones reglamentarias preestablecidas, la logística para el traslado de hinchas se hizo más que complicada. Claro que la gente dio una nueva muestra de pasión y fidelidad, desafió cualquier obstáculo y llenó el estadio, sin reparar en distancias, costos y esfuerzos. Como sea, esta Copa de la Liga 2024 cumplió al pie de la letra con lo más positivo que hoy por hoy está en condiciones de asegurar el fútbol argentino en cuanto a competencias domésticas: lo apasionante, impredecible y vibrante de sus definiciones. Este ítem se hace más exponencial en la Copa de la Liga, una competencia corta y con fase de playoffs que les abre las puertas de la gloria a la mayoría los participantes, que tienen la posibilidad de sumar una estrella ante la amplitud del panorama. Y que los cuartos, las “semis” y la final se jueguen con ambas hinchadas asegura ese motor único que aporta la gente, que incansable, de todos los clubes, sigue a sus equipos al destino que sea y nunca se cansa de llenar estadios. Estudiantes venció a Vélez y se coronó campeón ante Vélez en Santiago del Estero. (Fotobaires) Sin ser poco, y lejos minimizar elogios en ese sentido, gran parte del resto de los ítems de nuestro fútbol son mejorables en pos de una liga más jerarquizada, acorde con una asociación de elite como la AFA, cuna de los campeones de mundo. Hay cuestiones relacionadas a la organización y la planificación que merecen revisión para hacer todo más acorde con el alto rendimiento en pos de respetar un aspecto clave para proyectar la preparación de los equipos y los futbolistas, como es la previsibilidad. Por ejemplo, en esta Copa, uno de los perjudicados fue Talleres, que debió afrontar un partido clave (por la penúltima fecha de la fase regular, frente a Independiente Rivadavia) apenas 48 horas después de jugar por la Libertadores. El calendario apretado y la exigencia al límite tuvieron un indicador también en la desmedida cantidad de lesiones gravísimas, como son las roturas de ligamentos cruzados de rodilla. A eso hay que sumarle el endémico mal de los arbitrajes, VAR incluido, que con más que discreto nivel incrementan las sospechas. Una falencia que requiere, antes que nada, una autocrítica de los responsables directos, algo que aún se hace desear y esperar. Algunos de ellos están convencidos de que Argentina tiene un cuerpo arbitral de primer nivel. Quizá parte de eso de observa cuando nuestros jueces dirigen en el exterior, pero en el ámbito local la mayoría de sus actuaciones dejan bastante que desear. Vale agregar cuestiones que por ahora asoman como de solución imposible, que son la gran cantidad de equipos en la máxima categoría, y por eso participantes que tienen casilleros sin llenar para ser considerados de Primera, las falencias en algunos estadios y campos de juego, y las eternas especulaciones sobre que hay clubes cercanos al poder afista que cuentan con más chances que otros. Y hay más: los clubes que arrastran serios problemas financieros y compiten como si nada con otros saneados y pujantes. Estudiantes, campeón de la Copa Argentina 2023 y de la Copa de la Liga 2024 y cuyo presidente Juan Sebastián Verón disiente en algunos temas clave con la conducción de la AFA, se encargó con estos dos títulos de confirmar que toda regla tiene su excepción. Entre aquella adrenalina asegurada y estas carencias, se fue otro campeonato y ya, sin pausa ni tregua, el fin de semana se viene comienza otro. Con las mismas certezas e iguales incertidumbres. Y, para Córdoba, con el deseo ferviente que unos de sus representantes, sea Talleres, sea Belgrano, sea Instituto, o los dos o los tres juntos, se suban en algún momento a lo más alto del podio.

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