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  • Entrevista al director Néstor Frenkel: El consumo irónico es una idea poco feliz

    » La voz

    Fecha: 07/05/2024 03:25

    Con toda su aparente variedad, el circuito del cine oficia muchas veces de un canal cerrado de instancias previsibles: el rodaje, el estreno, las críticas, y con frecuencia el olvido. Sin embargo, cada tanto algunos meteoritos inclasificables vienen a sacudir esa ósmosis industrial así sea de forma involuntaria. Es lo que sucedió con Un buen día, película gestada por la familia Del Boca que cosechó pésimas críticas en su estreno en 2010 y que con los años se convirtió en un objeto de culto reivindicado con viral fanatismo. Documental "Después de Un buen día", de Néstor Frenkel. Comparada abismalmente con Antes del atardecer, el filme de Nicolás del Boca pone en escena a una minimalista pareja compuesta por Aníbal Silveyra y Lucila Solá que conversa y discute sobre temas universales con candor kitsch. Repleta de gestos condenables para cualquier canon, Un buen día nace de la mente singular de Enrique Torres, guionista serial de telenovelas y cuñado de Andrea del Boca que escribió varios hitos para la diva antes de instalarse definitivamente en Hollywood. De todo esto y más va Después de Un buen día, documental de Néstor Frenkel que reelabora el derrotero del fenómeno desde su catastrófico lanzamiento en salas hasta su devenir leyenda del consumo irónico, pero yendo también hacia atrás para esbozar el perfil picaresco de un Torres que vivió innumerables vidas en una. En vez del documentalista corriente que trabaja con la realidad, Frenkel ha adaptado el mundo a su mente en una estela de filmes enfocados en sucesos y personajes que trastocan el lugar común: la banda musical Reynols en Buscando a Reynols, la mudanza de una población entera en Construcción de una ciudad, el mago René Lavand en El gran simulador, el artista Federico Peralta Ramos en El coso. Documental "Después de Un buen día", de Néstor Frenkel. ¿Qué fue lo que atrajo a Un buen día al radar de Frenkel? “Cuando me enteré de todo lo que estaba sucediendo alrededor de esta película me pareció que era una historia original de contar, interesante, divertida, no muy conocida porque es algo reciente en el tiempo, y que me abría a un montón de temas, de ideas, de posibilidades. Todo lo que se desprendía de la situación me resultaba rico y diverso -dice el realizador-. Y después me fui encontrando con mucho más, porque la verdad que no conocía a Enrique y cuando empecé a investigarlo tomé dimensión del personaje. Pasaron a ser dos mundos fuertes que se enlazaban de manera exótica”. –La historia parece trazar un contraste entre el optimismo de Torres y el costado trágico de Silveyra, que no se tomó a bien el fracaso del filme. –Son distintas formas de pararse ante una situación límite, extrema, amarga primero y extraña después. Por un lado Enrique con todo ese ángel que tiene, esa aura que lo hace sobrevolar las cosas por el lado más feliz, y Aníbal que hace todo un proceso delante de cámara, lo cual también lo vuelve interesante, un personaje generoso y entregado e importante. Él con valentía se expuso a vivir de nuevo las emociones del fracaso, a revivirlas contándolas por primera vez, fue un momento verdadero. Y a la vez él encuentra un camino. Ahí ya no es tan fuerte el contraste, no es el que la pasó bien y el que la pasó mal sino uno que lo elaboró más rápido y relajadamente y otro al que le costó, también por sus características de haber sido el protagonista. Los memes y los videos paródicos llevan la cara de Aníbal, no de Enrique. El actor paga otro precio. Documental "Después de Un buen día", de Néstor Frenkel. –¿Qué pensás del llamado “consumo irónico”, y cómo lo refleja tu película? –Es un concepto un poco resbaloso, que no termina de cerrarme. Entiendo a qué se refiere, pero me parece que no es una idea del todo feliz, que proviene de la culpa o de sentir que uno no debería disfrutar de ciertas cosas, entonces como escudo o coraza se carga de ironía. Es una forma del placer culposo, y la verdad que si a uno le da placer no debería darle culpa, si te acercás a una obra de arte o a cualquier cosa es porque te atrae. Catalogar esa atracción también incluye que hay un canon de lo bueno y de lo malo, algo con lo que tampoco estoy muy de acuerdo. Lo bueno es lo que te atrae, y si te sigue atrayendo y te da ganas de volver ahí debe ser bueno, no malo. Más allá de cómo, por qué y para qué fue hecho. Obra anómala –A pesar del riesgo, tus filmes no caen en la mera caricatura o el cinismo. ¿Cómo manejás ese límite? ¿Dónde termina el humor y comienza la burla? –No le tengo miedo a eso, juego con esa línea delicada. Soy consciente de que voy hacia ese borde y sé que eso puede ser provocador para cierta gente ñoña o pacata. Eso no me molesta y tampoco voy a hacerme el inocente. Pero sí sé que la pata ética en el documental es central, es importantísima y es un faro que está todo el tiempo guiando el camino. Pero es la ética de cada uno, yo no hago una película para molestar ni para burlarme ni para reírme de otro o a costa de otro, pero sí permito que eso aparezca si es que aparece, eso genera pensamiento y es interesante ir a ese borde y explorarlo. Un buen día es una película burlada, despreciada por mucha gente a los gritos y descaradamente y sin piedad, entonces es inevitable que la burla aparezca como tema y que el documental lo deba atravesar. El humor o la burla es una cuestión de punto de vista, de distancia, de desde dónde uno se para. Si te creés que estás muy arriba cualquier chiste va a ser burla, ahora si estás a nivel del otro cualquier chiste es alegría, diversión, juego, humor que suena muy parecido a amor. Documental "Después de Un buen día", de Néstor Frenkel. –¿Cuál es finalmente tu apreciación de “Un buen día”? ¿Cómo la definís? –Un buen día no me parece malísima, horrible, la peor película. Tampoco me parece una obra maestra. Me parece una película que en principio tiene una fuerza enorme que es Enrique Torres diciendo lo que quiere decir, esa energía, esa desfachatez, esa confianza, esa generosidad. Un buen día es la voz de Enrique Torres haciendo lo que quiere hacer. Y después en el medio tiene un montón de decisiones que la convierten en algo único, hipnótico, en una obra anómala, y eso inevitablemente tiene un efecto poderoso. Yo creo que las películas malas son aquellas que se olvidan, las que a nadie le dan ganas de hablar, a nadie le dan ganas de volver a ver, de recomendársela a un amigo. Esas son las películas malas. Para ver Después de Un buen día. Argentina, 2024. Guion y dirección: Néstor Frenkel. Con: Enrique Torres, Anabella del Boca, Aníbal Silveyra, Magrio González y Andrea del Boca. Duración: 84 minutos. Clasificación: Apta para todo público. En cineclub municipal Hugo del Carril (Bv. San Juan 49), del jueves 9 al miércoles 15 de mayo.

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