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» La voz
Fecha: 07/05/2024 03:23
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Lorena Rosmari fue hallada tirada sola sobre una calle de tierra. Tenía heridas graves en su cuerpo, estaba ensangrentada y con el rostro desfigurado. A su lado, la bicicleta con la que volvía de trabajar esa tarde del viernes 18 de noviembre de 2022, día en que la quisieron sacar del mapa pero no pudieron. En ese momento, Lorena tenía 42 años. La dramática escena ocurrió en la localidad de La Paquita, un pueblo del departamento San Justo, cercano a San Francisco y distanciado a unos 260 kilómetros de la ciudad de Córdoba. Alguien la encontró en el lugar desvanecida. Cuentan que la reconocieron por el color rojizo de su cabello. Su cara estaba irreconocible y hasta tenía signos de estrangulamiento con una especie de soga. Fabián Oscar Meurzet, de 31 años en ese momento, fue quien la golpeó hasta el cansancio y al creer que la había matado se fue a trabajar. El hombre conducía un camión de recolección de residuos en esa comuna. Lorena recaló en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del Hospital Iturraspe, de la ciudad de San Francisco. Presentaba traumatismo de cráneo grave y una contusión pulmonar, a causa de golpes de puños y patadas: “Estaba cortada por todos lados”, indicaban desde su entorno familiar. Pero la fuerza de la mujer permitió que se mantenga con vida y vea a su agresor, un año y medio después, condenado a 14 años de prisión. El juicio, de carácter abreviado, se realizó en San Francisco. En el entorno de la víctima hay una especie de desazón porque consideran que la pena debería haber sido más dura. “La dejaron a Lorena en silla de ruedas y él (por Merzuet) dentro de unos años va a salir, es una injusticia”, le dijeron a La Voz desde la familia en una breve comunicación. Denuncias previas por maltrato y acoso La investigación en su momento la llevó adelante el exfiscal de Morteros, Juan Ávila Echenique. De los testimonios se supo que Meurzet estaba obsesionado con Lorena y la hostigaba desde hacía años. “Vivía una tortura. Ella quería volver a recuperar su vida, salir a trabajar, a bicicletear, a caminar, juntarse con sus amigos o su familia y no tener esa presión de estar mirando si la seguía o le mandaba un mensaje”, contaba una de las hermanas de la víctima. Por este motivo, Merzuet tenía denuncias de violencia y acoso en su contra desde 2014. Los llamados de alerta con denuncias radicadas en la Policía de La Paquita algunas veces y la de Brinkmann otras, continuaron en 2020 y 2021. La última fue en marzo de 2022 cuando el acusado agredió a un compañero de trabajo que quiso defenderla y ella fue a la comisaría a pedir ayuda porque, según dijo, tenía miedo. La Justicia habría levantado una orden de impedimento de contacto que Meurzet respetaba pero La Paquita era muy chica para ellos. Finalmente, el 23 de octubre de 2022, semanas antes del intento de femicidio, la medida de restricción de contacto se venció y no se renovó. Un pueblo movilizado Mientras Lorena se debatía entre la vida y la muerte en el hospital sanfrancisqueño, los vecinos y vecinas de La Paquita realizaron dos marchas pidiendo justicia. “Sos una persona buena y fuerte que no merecía esto; eres de un gran valor para toda tu familia”, fue una de las frases que se leyó durante la marcha en medio de la consternación.
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