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  • El adiós a Javier Martínez: su relación con Sandro, la grabación con Tanguito y sus récords como baterista

    » TN

    Fecha: 06/05/2024 18:38

    “No creo en la casualidad, sino en la causalidad”, me dijo Javier Martínez en una entrevista en 2012. En aquella oportunidad, el músico participó de un especial que hicimos para La Viola sobre la historia de otra figura de nuestro rock, Tanguito. El sábado se conoció la triste noticia de la muerte del líder de Manal, un artista clave del rock nacional. El músico de 78 años había sufrido una caída en su casa días atrás y permanecía internado. La muerte fue confirmada por su hermana, artistas y amigos del baterista. Leé también: Javier Martínez: “En el baño de La Perla de Once compusiste La Balsa” La hermana de Javier Martínez confirmó su fallecimiento en redes sociales. Nació el 20 de febrero de 1946 y fue conocido principalmente por ser el baterista y líder de la banda Manal, una de las pioneras del rock argentino. El grupo se formó a mediados de la década de 1960 y se destacó por su estilo de blues rock y sus letras cargadas de crítica social. Alejandro Medina (bajo) y Claudio Gabis (guitarra) completaron el trío que le agregó al blues aires de tango porteño. Clásicos como “No pibe”, “Jugo de tomate frío”, “Para ser un hombre más”, “No hay tiempo de más” y “El León”, entre muchas otras, son algunas de las canciones que brillaron por su sonido. A los 5 años, Martínez hacía la base del candombe con el tambor más grande: su padre era un músico y actor uruguayo que se divertía tocando tamboriles. A los 16, Javier se hizo amigo de un vecino que tenía una batería en su casa y le quedó claro lo que quería en la vida. Estudió gracias al Método de Gene Krupa. La batería inseparable de la vida de Javier Martínez (Foto: Instagram / nacho_gump). También, su pasión por la música lo llevó a participar de Los Beatniks, aquella formación pionera de nuestro rock con su himno “Rebelde”, comandada por Moris y Pajarito Zaguri. Fue testigo de la llegada del rock al país, de esos primeros templos que cobijaron a aquellos “náufragos” (como se lo llamaban a los jóvenes interesados en dicho género musical) que recorrían la noche en la búsqueda de aventuras sonoras. Su pasión por los parches lo llevó a batir récords tocando la batería. El primero fue en Francia, en 1985, auspiciado por la Municipalidad de la ciudad de Toulon donde estuvo 41 horas y media sin parar. Otra, en marzo de 1998, donde superó su propia marca con dos días, con artistas invitados como Adrián Otero, Juanse, Fabiana Cantilo, Ricardo Mollo y Claudia Puyó, entre otros. La primera fue para llamar la atención, mientras que la segunda fue para juntar fondos para el hospital Muñiz. “La máquina de ritmo es antigua. Es un metrónomo. Un mecanismo de relojería que se usa para aprender las mesuras de los compases. Dejar de lado un buen baterista o un percusionista y poner un metrónomo con sonido diferente y decir que eso es el modernismo, es ahora viejo y feo. Después está lo antiguo y lindo como Mozart o Bach. Ahí está la diferencia”, describió. “Por eso hice los récords de resistencia, para mostrar una actitud bélica en contra de la máquina de ritmo”, aseguró. “No creo en la casualidad sino en la causalidad” “Trabajé desde los 12 años y empecé a tocar como profesional a los 16 gracias a un poder firmado de mi padre”, me recordó sentado en la famosa Perla de Once. Un lugar, donde varios pioneros del rock iban después de que cerraba La Cueva. En esa confitería, estos llamados “náufragos” pasaban las madrugadas compartiendo música. Fue el lugar donde nació “La Balsa”, el clásico de Tanguito y Litto Nebbia. “Yo trabajaba en una casa de cambio de divisas que estaba ubicada en la calle San Martín y Bartolomé Mitre. Era la dictadura de Onganía y el ministro de Economía era Krieger Vasena. Como terminó con el cambio libre, me quedé sin laburo. Me fui con una gran indemnización y me compré una batería”, contó sobre el principio de su historia musical. “Me fui a trabajar con mi viejo que administraba un hotel en Vicente López. Como había practicado natación desde los 8 años, era profesor de natación, entonces daba clases en el hotel. Cuando cumplí 18 años, dos tipos que venían al hotel seguido y que eran alumnos de natación, me dijeron ‘te vamos a llevar a un boliche’ y me llevaron a La Cueva”, contó sobre su llegada al templo histórico del rock argentino. Manal marcó al rock argentino. Martínez se quedó fascinado con lo que encontró en ese lugar. Era un músico que tocaba en una banda semiprofesional y al quedarse sin trabajo descubrió el sitio indicado para desarrollar su talento. “Me encontré con un grupo sueco Con’s Combo, Los Shakers, Billy Bond y un tipo llamado Roberto (Sandro) que bajaba las escaleras saltando con un pantalón de cuero y botas tejanas con un swing increíble. Una persona muy humilde y que se hizo enseguida amigo de nosotros”. En esos días, Javier recorría La Cueva y La Perla junto a sus amigos con dos cuadernos debajo del brazo. En uno anotaba los acordes de guitarra que le enseñaban y en otro algunos ritmos de batería. “Escribía en pentagramas, leía solfeo y ejercicios de batería”. Por las noches, recorrían las 17 cuadras que separaban ambos lugares emblemáticos. La Perla era distinto, una confitería donde coincidían estudiantes de Filosofía, agentes de comercio que bebían algo rápido antes de tomar el tren y estos jóvenes rockeros que se sentaban al fondo a tomar un café con leche y medialunas. “Tanguito, a quien conocí en La Cueva, era el único que llevaba la guitarra y se las prestaba a todos. Si el mozo estaba lejos tocábamos en la mesa bajito, pero cuando se acercaba la cosa cambiaba y había que parar”, contaba. Manal y su influencia del blues. “En el baño de La Perla de Once compusiste ‘La Balsa’” Es considerada como la canción iniciadora del llamado rock nacional argentino. Fue también un tema influyente para el rock en español. Cuenta la leyenda que el tema fue compuesto en la madrugada del 2 de mayo de 1967 por Litto Nebbia y Tanguito (José Alberto Iglesias) en el baño de La Perla del Once, una confitería ubicada en la esquina de las avenidas Rivadavia y Jujuy. “En realidad no fue en el baño”, aseguró como testigo de ese momento especial. “Había un corredor de 70 metros para llegar al baño y tenía una acústica especial. Había una historia. La primera reverberación en el rock apareció en los discos de Elvis Presley. Lo inventó Sam Philips al poner un micrófono delante del amplificador en el baño del estudio. Sandro nos había contado esa historia”. Los Gatos, grupo de Nebbia, grabó “La balsa” el 19 de junio y la canción fue lanzada el 3 de julio de 1967, superando las 250.000 copias vendidas y desatando el furor juvenil por el rock. Dos años después, Tanguito tuvo la posibilidad de grabarla en los estudios TNT con los integrantes de Manal. En la primera y segunda fecha, no apareció. En la tercera solo estaba en el estudio Martínez. La grabó solo con su voz y su guitarra, junto con los temas “Natural”, “Amor de primavera” y “Todo el día me pregunto”, entre otros. Un sonido crudo y despojado. De aquella sesión quedó inmortalizada la frase: “En el baño de La Perla del Once compusiste ‘La balsa’” de Javier, quien desde el control, junto al técnico de grabación, le pidieron al cantante que interpretara su versión del éxito. Luego de negarse en varias ocasiones, Tanguito accedió a hacerla. Leé también: Murió Javier Martínez, líder de Manal y pionero del blues en la Argentina: tenía 78 años “Yo hice grabar a Tango con la viola en ese disco”, recordó Martínez. “Nosotros teníamos 100 horas para el primer disco de Manal. Lo convencí a Tanguito. El editor puso mi voz que eso no se hace. Me trajo problemas. Fue malinterpretado por otras personas que tardaron varios años que eso estaba editado. Yo estaba diciendo que él escribió una mitad y la otra era de Litto. Yo me pasé 40 años dando reportajes aclarando eso. Acá hay que decir las cosas 100 millones de veces”. “Estábamos acostumbrados a grabar así. Un estudio costaba una fortuna. Una hora de grabación era cara y no se podía perder el tiempo. Los Beatles grabaron en los estudios de EMI un tema detrás de otro en ocho horas. No se puede perder el tiempo ensayando en el estudio. Lo de Tanguito fueron unas horas que me quedaron y me sobraron. Hicimos también unos demos de Gabriela. En ‘La Balsa’, Tanguito me dijo que no quería grabarla porque tenía en ese momento mucho éxito con Los Gatos. Le dije que él era uno de los autores y que su versión era distinta. El disco es un acusticazo. Hice algunas voces y armonías. No hay más nada que eso. Está mi voz en algún tema, la guitarra y él”, narró Martínez sobre aquel hito.

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