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  • Empieza el juicio por el femicidio de Agustina: “Siempre supe que era el vecino”

    » Diario textual

    Fecha: 06/05/2024 12:34

    Este lunes arranca el juicio por el femicidio de la joven pampeana Agustina Fernández, que tendrá lugar en la sala de audiencias del Poder Judicial de Cipolletti (Río Negro). Contará con 11 jornadas durante las que más de 100 testigos declararán ante el jurado popular. Allí se definirá la culpabilidad de Pablo Parra, el acusado. La agrupación Ni Una Menos convocó a concentrarse en las afueras del Palacio de Justicia para acompañar a la familia y conocidos que llegaron desde La Pampa. Parra, empleado petrolero que alquilaba un departamento en la planta baja del complejo donde vivía la joven, será juzgado desde este lunes como único acusado de haber asesinado a golpes a Agustina, de 19 años, el sábado 2 de julio de 2022. “Siempre supe que fue él”, dice Silvana Capello, la mamá de la víctima en la conversación con TN. “Cuando mataron a mi hija, viajé cinco horas desde Santa Rosa a Cipolletti pensando en que no había sido un robo, sino que había algo más y él estaba detrás de todo”, menciona. A Silvana le llamó la atención un llamado del propio Parra para contarle que había encontrado a Agustina agonizando en su casa, donde ella estaba sola porque él había salido a hacer unas compras para la cena. La joven se había mudado a Cipolletti para estudiar medicina en la Universidad del Comahue, y ocupaba una de las unidades del primer piso del complejo. “Él estaba muy tranquilo cuando me llamó. ‘Hola, soy Pablo, el vecino de Agustina’, me dijo, e hizo toda una presentación muy extraña, todo cuando mi hija estaba convulsionando. De entrada me pareció rara esa frialdad, no parecía conmovido ante semejante situación que, encima, había ocurrido en su casa. Y no le creí”, cuenta. Pero los detectives, al principio, seguían otra hipótesis. Si bien de entrada se aclaró que Parra formaba parte de la línea de investigación, les sonó creíble su versión, confiaron en las cámaras de seguridad que lo mostraban en los lugares en los que dijo haber estado a la hora del ataque, y en la falta de antecedentes penales por parte del vecino. Lidiaban, además, con una escena del crimen que había sido alterada. “Parecía una pasarela”, mencionaron fuentes de la investigación. Uno de los elementos que provocaron dudas fue la aparición de perfiles genéticos cruzados: fueron atribuidos sucesivamente a un hombre que no era Parra y una oficial de Criminalística que trabajó en el lugar. Si de entrada la carátula hubiese sido la de femicidio, se habría establecido otro protocolo de preservación de la escena. “Parra contó toda la historia. Fue el único que tuvo esa posibilidad. Hizo un relato casi perfecto, pero se le escapó el perito de parte (Eduardo Prueger) que pusimos y aportó la prueba del trozo de tela. Todo va a quedar muy claro en el juicio y eso me da tranquilidad”, sostiene la mamá de la víctima. En aquellos meses en que la investigación tenía más sombras que luces, en Cipolletti crecía la presión para que el caso fuese investigado como un femicidio. La Asamblea Ni Una Menos convocó a diferentes movilizaciones en el edificio del Poder Judicial y el nombre y la cara de Agustina comenzaron a replicarse en las calles. El fiscal Pezzetta sintió la presión de esclarecer el caso en una ciudad donde ocurrieron dos triples femicidios (en 1997 y 2002) y una extensa lista de víctimas mujeres que nunca tuvieron justicia. “Fue muy fuerte la movida que se armó allá, mucho más que en Santa Rosa, donde nosotros vivimos. Siempre nos sentimos muy acompañados y estamos eternamente agradecidos”, acota Silvana. “Inauguraron un barcito que lleva el nombre de mi hija, pintaron murales, colocaron un monolito”. Parra continuó con su vida habitual en los meses posteriores al crimen. Se dejó ver en fiestas electrónicas y hasta dio una entrevista en la que se despegó del hecho. “Yo tengo la conciencia tranquila, soy inocente y quiero justicia para Agus. Esto se va a resolver y espero que entonces la gente me pida perdón por todo lo que estoy pasando”, le dijo a La Mañana de Cipolletti. En los últimos días de 2022, la investigación dio un giro definitivo con la aparición de la prueba clave en el patio trasero del departamento de Confluencia 1301. En paralelo, la fiscalía venía sumando testimonios de amigas de la víctima que aseguraban que el vecino estaba “obsesionado” con ella. Pezzetta mencionó que Parra le había hecho a Agustina dos regalos: un anillo de compromiso y un viaje a San Martín de los Andes. Y agregó que ella, en un intento por ponerle un freno, los rechazó. Parra fue acusado de “homicidio triplemente agravado por femicidio, alevosía y también porque había mantenido con la víctima una relación” y, desde entonces, pasa sus días en prisión. “Hay pruebas suficientes para que le den perpetua. Todo está muy claro y no hay otra condena posible. Y no debe haber más beneficios. Él la pasó muy bien en la cárcel, e incluso tuvo acceso a un teléfono cuando lo único que hizo fue entorpecer la investigación y desviarla para el lado que él quiso”, remarca Silvana. En el juicio por jurados que tendrá lugar durante 11 jornadas en el Poder Judicial de Cipolletti, los fiscales y la querella exhibirán otras pruebas, como las huellas que concuerdan con calzado del acusado en una parrilla y en una mesita del patio por donde entró y salió el asesino. Otro elemento clave es que el atacante se llevó los celulares de Agustina y del imputado, y los apagó en el mismo lugar del hecho, para lo cual era necesario conocer las claves para desbloquear las pantallas: la sospecha es que fue el propio Parra y que, posteriormente, hizo desaparecer ambos dispositivos para simular un robo. El acusado, además, reportó un faltante de 1000 dólares en su casa. Agustina murió tres días después del ataque en el Hospital Pedro Moguillansky, adonde llegó con gravísimas heridas en la cabeza provocadas con un palo. “Tener que estar removiendo tantas cosas será doloroso, pero sé que es necesario para que mi hija tenga justicia. Lo que sí me molesta es cuando ponen la mirada en ella, en lo que hacía, lo que no hacía, con quiénes estaba. Me duele porque siento que estamos evaluando a la víctima cuando únicamente deberíamos evaluar al asesino”, expone Silvana en la previa del juicio.

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