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  • El llanto, el miedo y la política

    » La Capital

    Fecha: 06/05/2024 03:13

    En el gabinete de Javier Milei circula entre sus integrantes como moneda corriente el miedo o la incertidumbre . Por eso, los ministros y secretarios no hablan, no opinan ni se hacen ver en público. Temen meter la pata y ser reprendidos. Y peor: en público. Salvo Patricia Bullrich y Nicolás Posse, el resto no oculta su desconcierto por los modos con los que debe proceder . Veamos algunos ejemplos. La ministra de Seguridad declama y actúa un libertarismo súbito y ostentoso que la hace creer inmune a cualquier preocupación que provenga de su jefe. Algunos sostienen que encontró un modo de evadir el recuerdo de que sufrió una derrota de proporciones en octubre: es una ministra “mimada” por el presidente y se atrinchera en eso. El jefe de Gabinete es el otro “protegido” por la palabra y la obra de Milei. A diferencia de la expresidenta del PRO (porque Patricia supo ser del PRO), ostenta un perfil bajísimo como el que cultivó siempre, incluso en la empresa donde se conoció con el titular del Ejecutivo, y no asoma la nariz a la intemperie de su despacho. ¿Y el resto? Otro ejemplo. Sa ndra Pettovello, la archiamiga del presidente y megaministra de competencias nunca vistas, volvió a romper en llanto ante su mandante (cuentan los que frecuentan la Rosada) cansada de la tensión que naturalmente tiene su despacho y por supuestas operaciones en su contra de algún colega de gabinete . Todos miraron hacia Economía. El Caputo de más trayectoria en la política lo niega. ¿Y los demás? En general, mudos. Escondidos. Luis Petri se saca fotos con aeronaves o barcos. Más gusto personal que acto de poder. ¿Guillermo Francos? Aquí ha nacido, luego del 1º de marzo de apertura de sesiones ordinarias del Congreso, una nueva estrella mileísta. Sucede que el estilo de gobierno de Javier Milei continúa siendo tan concentrado como críptico. Él, su hermana, Santiago Caputo y el jefe de Gabinete son el reducido entorno del poder elegido para ser los inquilinos de la Rosada entre 2023 y 2027. “Demasiado pequeño”, le dijo a este cronista un menemista que entraba sin tocar al despacho más importante en la década de los 90 y hoy es escuchado por Milei. “Carlos” (por Menem), siguió el hombre con sangre riojana, “disfrutaba y ejercía el poder como nadie. Pero había entendido que gobernar es delegar. Y delegar en los que saben mas que uno”. ¿Tiene un gabinete a la altura de sí mismo este presidente? La respuesta debería comenzar por entender qué clase de presidente es. Ya, a esta altura, Milei puede definirse por la negativa. No le interesa la rosca política, hacia adentro. Se niega a bajarse de su preconcepto ideológico, hacia el exterior. La fijación Hacia adentro, su fijación es la macroeconomía entendida como explican los manuales como el estudio de los sistemas económicos de una nación, como un conjunto, empleando magnitudes colectivas o globales, como la renta nacional, las inversiones, exportaciones e importaciones y demás. La obsesión de Milei (dice obsesión) no llega a mucho más. “Es como un superministro de Economía”, vuelve a decir la voz menemista. “Por eso necesita de un gabinete fuerte para lo otro”, agrega. La inexperiencia de algunos, la falta de aptitud de otros se cubre con la inacción. Se mueve poco fuera de la lapicera del presidente por miedo al reto, a la eyección, como le tocó al secretario de Trabajo cuando se conoció el aumento de algunos sueldos de funcionarios. Es por eso que el ministro de Interior tomó un vuelo vital en las últimas horas, atando y desatando acuerdos con gobernadores, partidos y legisladores a la hora de tener Ley de Bases en la Cámara de Diputados. ¿Sale en el Senado? Los más agoreros dicen que no y pronostican mucha ira presidencial. Los optimistas esperan norma con modificaciones que retrasaría el calendario del pacto de mayo. Guillermo Francos, con perdón del paladar libertario, está haciendo política. Y de negociación. Hasta hoy, tiene la venia presidencial. Hacia afuera, Milei usa la misma estrategia que fronteras adentro. No ahorra adjetivos. Y ya se sabe que la diplomacia aborrece de los adjetivos. La canciller sigue tropezando con su carencia de expertise. Ni los chinos son todos iguales ni ella sabe hacer metáforas. Cuentan dos empresarios que conversaron con la omnipresente (algunos ironizan y agregan omnisciente presidencial) secretaria general de la presidencia sobre cambios en el elenco ministerial. Es que nadie puede ser nombrado allí y, menos, actuar desde sus despachos sin la venia de Karina Milei. “Descartalo”, le respondieron a este cronista cuando consultó sobre nuevos secretarios de Estado. “Nada”, se agregó desde el poder. Ni Bullrich saliendo a ser senadora por la Capital, ni Pettovello desgajando su cartera ni nada de eso. En cualquier caso, todos coinciden que en esto, como en casi todo, hay que mirar lo que Milei hace y no lo que dice.

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