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  • Desde “Bajo el árbol” brota la esperanza en Palpalá

    » El tribuno

    Fecha: 06/05/2024 01:03

    La labor social se manifiesta en el trabajo que las manos persistentes no dejan de hacer por los demás. Y entonces la tarea solidaria se manifiesta en una propuesta que nace desde el corazón, y se instala para el bienestar de las personas que más lo necesitan. Es en Palpalá, donde esta acción se efectúa gracias a la guía de Facundo García, un suboficial de Infantería de la Marina retirado en 2019, que inició con la labor solidaria justo el año en el que la pandemia comenzó a hacer estragos en el mundo. Con su personalidad inquieta, este jujeño se muestra predispuesto a la realización de tareas comunitarias cada semana, enfocado en ayudar a través del comedor "Bajo el árbol" y -por ello- con la premisa de invertir su tiempo en la acción social. Al recordar los inicios de esta faena que lo mantiene activo y direccionado hacia la solidaridad, dijo: "Me retiré en 2019 y como todo militar inquieto por seguir trabajando, me movilizaba la idea de seguir ayudando. Estuve en varios países, conocí Haití y ver lo que sufrió la gente me hizo pensar en que si me salvaba, tenía que ayudar como sea", recordó García. VOLUNTARIOS | DISPUESTOS A AYUDAR EN TODO LUGAR. Así es como se originó el comedor que nació desafiando a la pandemia y que -inicialmente- alimentó a diez personas en el Salón de Usos Múltiples -SUM- del barrio Constitución. "Después me sacaron de ahí y como no tenía un lugar fijo, me instalé bajo un árbol; de ahí repartí la comida y surgió el nombre", destacó. En la actualidad, el comedor asiste a ciento ochenta personas que esperan la llegada del alimento una vez a la semana. García encuentra en la calle aquella necesidad de la gente que se muestra a simple vista; por eso es que, como buen conocedor de esta realidad, reúne alimentos no perecederos, junto a ayuda de todo tipo que él mismo se encarga de racionar a las personas que tiene censadas en los barrios Antártida, 2 de Abril y Las Tipas. "Hay que salir a caminar y trabajar con los agentes sanitarios o asistentes sociales, ellos son de gran ayuda. La gente que no tiene recursos, necesita confiar", explicó este jujeño que, a través de sus valores, establece una conexión especial con los sectores vulnerables. "La gente se me acerca con donaciones como leche o fideos, también se las reparto a las familias que están pasando por un momento malo. Conozco 'cirujitas' que no tienen para comer y en Palpalá el setenta por ciento de los abuelos están abandonados", dijo García que recorre diferentes lugares, observando los casos que se le presentan y con los que colabora como lo hacía durante el servicio en la milicia. "Mi orientación ahora es humanitaria. Quisiera que las autoridades se fijen en los abuelos que están desprotegidos por el Estado. El otro día a un abuelo le estaban comiendo las orejas las hormigas", recordó con tristeza. DONATIVOS PARA LA GENTE Para alimentar a las familias, quince paquetes de fideos son necesarios al igual que la carne, los condimentos y la leña que se encarga de proveer junto a su equipo de voluntarios. "Preparo guiso de lentejas para doscientas personas. Nos reunimos un día antes y cortamos todo, así al día siguiente tenemos para cocinarlo. Yo soy fanático de la gente que ayuda a la gente y entre todos podemos cooperar", dijo García, cuyo deseo es tener un terreno para armar un centro de contención que sea comedor y que las personas se aseen, sobre todo niños y adultos mayores. Y es que en distintos sectores de la ciudad siderúrgica estos grupos etarios precisan ayuda urgentemente. "Hay muchos personas que se me acercan y necesitan; la señora Nelly, por ejemplo, tiene setenta años y no la van a ver sus hijos. Tenía las uñas de los pies enroscadas y se hizo una movida viral para ayudarla, pero me pregunto; '¿por qué llegar a eso?'", reflexionó. La droga es otro de los flagelos que se percibe y se visibiliza a través de un panorama complicado. A raíz de esta situación, las madres le escriben a García para solicitar colaboración. Desde su lugar, el jujeño enseña buenos principios a sus hijos y gracias a la actividad solidaria, les muestra que es posible sentir empatía y hacer algo por el prójimo. "Gracias a Dios me salieron buenos mis pibes y de esta actividad que hago hace cinco años, ellos aprenden a ayudar y que, aunque cueste, se puede", indicó García feliz de generar sonrisas en niños y abuelitos gracias a su gesto noble.

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