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  • La fe de hierro

    » El tribuno

    Fecha: 06/05/2024 01:03

    Por Siletreando Ella lo llamó Goliat, para que la fuerza del nombre se le metiera por las venas, por los poros, por cada uno de sus contados cabellos, una pelusa rosa que apenas se veía a contrasol. Era tan pequeño, que cabía en la palma de su mano. Pasó meses en el hospital, ella a su lado, cantándole a través de las máscaras, las sondas y la cuna de vidrio. Cuando le dieron el alta, resolvieron mudarse a las sierras para que tuviera un entorno más sano donde crecer. No tenían dinero, pero a Inés, le sobraba fe. Ya verás, Fermín, que las cosas se irán dando, las puertas se irán abriendo. Yo tengo fe. Y así fue. Primero apareció el primo de un amigo de otro amigo, que vivía en Altagracia, y que les prestaría una habitación mientras se acomodaban en el pueblo. La radio local organizó una colecta y la rifa de una camiseta firmada por el futbolista famoso que había jugado en River y la Selección Nacional. Con lo recaudado, compraron los pasajes y les quedó un poco para abastecerse durante los primeros meses. Hacia allá partieron, con los ojos llenos de emoción y la imagen de las yungas prendada de sus retinas. El bebé viajó todo el tiempo prendido del pecho de su madre hasta que tuvo que soltarla cuando Inés necesitó ir al baño. Un calor suave de otoño los esperaba bajo los limoneros de las callecitas del pueblo. Caminaron un buen rato, hasta que llegaron a la dirección indicada, una casa pequeña con una puerta de madera pintada de verde, lo que Inés tradujo como otra señal del destino. A los pocos días, Fermín encontró trabajo como albañil. Inés se dedicó íntegramente a cuidar al pequeño y, para eso, procuraba alimentarse bien, tomaba mate cocido con leche tres veces por día, y descansaba junto a Goliat cuanto podía. No dejaba de cantarle canciones de cuna, de agradecer a Dios por el milagro de la vida y de asistir a misa todos los domingos, donde dejaba una flor a la Virgen de Guadalupe de quien era devota. Historias como las de Inés, Fermín y Goliat, hay millones. En todas, queda claro que la fe, es uno de los recursos imprescindibles y necesarios para el trascurrir por la vida. ¿No lo crees? Te invito a pensar en una de esas historias y escribirlas en un anotador. No vaya a ser que, los ruidos y traqueteos del día a día, te haga olvidar, tu encuentro con la fe.

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