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  • El espíritu de la gesta de Malvinas (Tercera y última parte)

    » La Prensa

    Fecha: 06/05/2024 00:49

    Por Jorge Martín Flores * En esta última entrega comenzaremos a analizar los tres pilares del ser nacional. Las virtudes necesarias para una ciudadanía digna y contribuyente hacia el bien común pueden aprenderse en el espíritu de la Gesta de Malvinas. Por ello afirmaba el padre Alberto Ezcurra en un sermón del día 2-04-1990 al decir que “(...) Ese es el espíritu de los hombres que entregaron su vida en las Malvinas. (...). Ese fue el espíritu de los hombres que fueron al frente. Y cuando los argentinos sepamos vivir ese espíritu, dejarnos penetrar por ese espíritu, educar a nuestros hijos, educar a nuestros niños en las escuelas, en la universidad con ese espíritu de amor de Dios, de amor de Patria y de familia, de desinterés, de sacrificio, entonces sí tendremos, de una vez por todas, la Patria grande. Entonces responderá la Argentina a ese llamado que es como el llamado de Cristo: ‘Argentina, ¡levántate y anda! ¡Argentina, sal de esta miseria, de esta pequeñez, de este egoísmo, de esta podredumbre. Argentina, encuentra tu lugar en la Historia!’”. Este es el espíritu de la Gesta de Malvinas. Un espíritu centrado en los tres amores y pilares que definen la identidad de nuestra Patria Argentina: Dios, Patria y Familia. Por ello, el teniente Estévez dirá a su novia Marta Beatriz López en una carta del 27 de febrero de 1982: “El ser nacional es católico, como católico fuera el héroe y fundador de la Nación el gaucho, que regara con su sangre todos los campos de combate de la Soberanía Nacional”. Y bajo este espíritu puesto de manifiesto en el sacrificio, Malvinas nos enseña que las crisis pueden ser oportunidades para crecer y salir fortalecidos. Son oportunidades para descubrir nuestra vocación de servicio. "No tenemos derecho a desperdiciar esta vida que Dios nos regaló. Tenemos que hacerla fructificar en santos y en héroes”, como nos enseña nuestro querido VGM y amigo el Comodoro (Re) Pablo Marcos Rafael Carballo. MALVINIZAR CADA RINCÓN Para ello, y frente a 42 años de desmavilinización, es decir, de desarme material y espiritual de la Nación, debemos hoy más que nunca malvinizar cada rincón de nuestra Patria. Cómo clamaba el citado sacerdote patriota: “Tenemos que malvinizar la Patria. Que el espíritu de amor, que el espíritu de coraje, que el espíritu de heroísmo, que el espíritu de Patria que vibró en Malvinas sea el de todos los argentinos. No solamente tenemos que rescatar algún día estás Islas que son una herida en el cuerpo físico, en el territorio de la Patria, sino que tenemos que rescatar a toda la Patria Argentina de las manos del coloniaje, de las manos de la extranjería, de las manos de aquellos que ensucian, no solo el cuerpo de la Patria sino el alma de la Patria”. El amor debe ser nuestro motor, asumiendo el compromiso y desafío de conocer para agradecer; para amar; y amar para defender. Esta es debe ser la consigna malvinizadora que nos congregue en un mismo amor y labor por la reafirmación de nuestra identidad como comunidad histórica y de nuestra soberanía nacional sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, sobre sus aguas correspondientes y sobre la Antártida Argentina como objetivos irrenunciables del pueblo argentino. Honremos en conciencia y convicción el legado y la herencia de nuestros 649 héroes caídos en la Gesta del Atlántico Sur, honrando a los valerosos veteranos de Guerra de Malvinas que continúan combatiendo en nuestros días con el ejemplo; honrando y abrazando a los familiares de los caídos en Malvinas -madres, padres, viudas, huérfanos, hermanos- que con entereza criolla, luchan permanentemente para mantener viva la memoria de nuestros gloriosos muertos y ser dignos hijos de semejantes argentinos. Pero este amor y esta gratitud debe manifestarse en obras concretas: hagamos con excelencia lo que nos toque hacer. Cada uno desde su puesto. Siendo el mejor en lo que cada uno se proponga. Pensando en que cada pequeño gesto de amor y de sacrificio cotidianos, contribuyen al bien común nacional. Y sobre todo, recemos mucho, pues como afirmaba San Arnoldo Janssen (1837-1909), en ‘El que reza ata la tierra al cielo’, ya lo pedía el teniente Roberto Estevez en carta póstuma a su padre: “Lo único que quiero pedirles a todos es: 1) que restauren una sincera unidad en la familia bajo la Cruz de Cristo; 2) que me recuerden con alegría; y no que mi evocación sea la apertura a la tristeza; y muy importante: 3) que recen por mí”. Mandato de un héroe. Mandato de honor. Por ellos no podemos y “no debemos ceder”, decía el padre Alberto Ezcurra un 20 de noviembre de 1989, “silenciosamente, humildemente, pero firmemente, saber ocupar el puesto para el cual Dios nos ha destinado, porque también aquí está nuestra misión. Está en los planes de Dios. […]”. QUE DIOS NOS DÉ FUERZAS Pero somos débiles dirán algunos. No podemos ir contra corriente. No disponemos de la entereza para ella. Pues bien, si. La virtud sobrenatural de la fe se nos hará imposible. Ya lo decía el citado teniente Estévez a su novia en 1981 antes de comenzar el curso de comandos: “Yo soy débil, blando, descontrolado, pero porque invoco la protección del padre. Él me hace capaz de resistir, de superar, de mantenerme sereno, de resolver y de enfrentar. Por eso, es que estoy absolutamente convencido: esto es por sobre todo una acción de raíz y fundamento en la Fe. (...) Yo puedo, porque Dios quiere. (...) Más que nunca le pido a Dios que me ilumine, que me guíe, que me dé lucidez, que no me permita desfallecer, que me permita ser siempre el primero para los esfuerzos y sacrificios y el último para beneficios y comodidades, y que me haga que yo siempre esté a la altura de lo que mi deber y las misiones me exijan”. Aprendamos, hagamos carne, metamos en la piel, en la mente y en alma, los ejemplos de estos grandes referentes de vida que demuestran que “la humildad es escuela de gigantes”. Seamos humildes pues y recemos mucho. Siguiendo al padre Ezcurra: “Las fuerzas que nos pueden faltar a nosotros, pedirlas al Señor, que es el Señor de los Ejércitos, pedirlas a la Virgen Santísima, que es la Madre del Cielo, la Madre nuestra y la de esta Patria. Para que no nos falte el coraje, para que no nos falte la claridad, para que no nos falte la luz, para que no seamos traidores al compromiso, para que no seamos traidores al sacrificio, al esfuerzo y a la sangre de aquellos que por esta Patria entregaron su vida”. Pues en nuestros héroes se cumple aquello que nuestro Señor anunció: “En verdad, en verdad os digo: que sí el grano de trigo arrojado en tierra no muere , se queda solo; mas si muere produce fruto abundante” (Jn XII, 24-25). SENTIDO DE LA PATRIA Una vez que nosotros nos dejemos recuperar por la Gesta de Malvinas, por su nobleza y justicia, por su belleza y heroísmo, por su importancia y trascendencia, volveremos a recuperar el sentido de la Patria. Su alma, su razón de ser, su destino en lo universal. Y una vez que ella nos recupere y nos vuelva a la vida como Nación, es decir, nos resucite, entonces ahí la recuperación soberana vendrá por añadidura y seremos dignos de tanto sacrificio amoroso, gratuito y generoso. Volvamos a ser para hacer. Sigamos este camino. *Profesor de Historia Vicepresidente del Movimiento Jóvenes por Malvinas.

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