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  • Carta abierta a la Feria del Libro

    » La Prensa

    Fecha: 06/05/2024 00:49

    La presente edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires podría ser una gran oportunidad para que las autoridades de dicha institución enmendaran sus vergüenzas pasadas. Va de suyo que el evento editorial y literario más importante de la Argentina y más concurrido del mundo de habla hispana debiera estar teñido de la más irrestricta libertad de expresión. No fue así, al menos, en la edición del 2018. El 4 de mayo de ese año, las autoridades de la Fundación El Libro que organizan la muestra prohibieron la exhibición del documental “Será Venganza” de nuestro Centro de Estudios Salta, programada para ese mismo día. La sala Borges había sido contratada para tal fin con mucho tiempo de antelación y, por supuesto, estaban cursadas las invitaciones al evento. Pero, tras cancelar la exhibición, de lo cual nos enteramos por los medios de comunicación el mismo día del estreno, ni siquiera se reintegró lo abonado por la sala, ni los gastos de pasaje y estadía de los integrantes del Centro de Estudios Salta que viajaron para la presentación. El intempestivo desaire cayó como un balde de agua fría en los miles de argentinos que, con gran sacrificio, costearon dicho filme peso a peso. La Feria del Libro le daba así la espalda a un documental que presentaba una perspectiva distinta a la del relato setentista del kirchnerismo y de la izquierda. Pero no solo a la cinta le daba la espalda. También a los hechos de violación de derechos humanos denunciados en la misma. ¿Cuál es esa perspectiva distinta que presenta el documental? Que la política que inspira los juicios sobre hechos de los años 70 adolece precisamente de “memoria, verdad y justicia”, y que los procesos se han convertido así en un mero ejercicio de venganza retroactivo. El documental, en el que dan su testimonio abogados, jueces y constitucionalistas, repasa cómo se fue demoliendo, paso a paso, el Estado de Derecho, para garantizar la condena de militares, policías, civiles y sacerdotes, y cómo se conculcan hoy mismo los derechos humanos de esos detenidos. No sabemos si las autoridades de la Fundación El Libro vieron el documental antes de censurarlo, si la censura procedió por parte de ellas o si esta fue una bajada de línea de la Secretaría de Cultura de la Nación. Si prohibieron el documental sin haberlo visto solo habla de irresponsabilidad y cobardía. Si la prohibición de exhibirlo fue por haberlo visto, se erigieron en “censores”, esa figura que unanimemente destestan aquellos que aman la libertad. Y si fue una directiva emanada de la Secretaría de Cultura de la Nación solo les queda el mote de cobardes. Las autoridades de la Fundación El Libro argumentaron en ese momento, para justificar su decisión liberticida, lo siguiente: “... resulta evidente que muchas de las afirmaciones contenidas están claramente fuera del acuerdo que la sociedad argentina refrendó dolorosamente en el ‘Nunca más’, informe final de la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep) prologado por Ernesto Sabato. Esto constituye un piso de consenso no solo legal sino también ético en nuestro país. El documental cuestiona, inclusive, disposiciones de nuestra Carta Magna en relación a la incorporación de los tratados internacionales.” ¿Cuál es el acuerdo que refrendó dolorosamente la sociedad argentina? Jamás se llamó a un plesbiscito o cosa parecida con el objeto de auscultar la opinión general. Al contrario, el triunfo electoral de quienes habían sido gobernadores de la dictadura, el general Antonio Bussi en Tucumán y el capitán de navío José Augusto Ulloa, en Salta, respectivamente, no abonan precisamente la idea del “piso de consenso”. Más bien, abonan el “piso del relato”; ese que el documental cuestiona en ejercicio de la libertad de expresión. Ese derecho a cuestionarlo es el que ustedes, señores de la Fundación El Libro, que dicen promover “la expresión plural de todos los actores de la vida argentina, sin censura alguna”, nos conculcaron. Habría que recordar que la Feria del Libro se celebró ininterrumpidamente durante la dictadura y no hay registros de que en esos años haya existido, ni siquiera, una leve oposición a la misma. Se ve que la susceptibilidad no era un principio a tener en cuenta en esa época. Y, dicho sea de paso, el escritor Ernesto Sábato, a quien citan en su comunicado los censores que habrían de cancelar el estreno del documental, almorzó con el dictador Videla junto a Jorge Luis Borges, el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), Alberto Ratti y el padre Leonardo Castellani, siendo éste el único que reclamó por la vida del escritor Haroldo Conti. Lo cual, como es obvio, no le quita un ápice de grandeza ni al gran Borges ni a los otros mencionados. Nuestra intención no es polemizar, sino que la Feria del Libro recupere su crédito y su honor ante nosotros y la sociedad, permitiendo la exhibición del documental “Será Venganza". Si así lo hiciere, el Centro de Estudios Salta celebrará que la institución se sume a denunciar las graves violaciones a los derechos humanos que el Estado perpetra en nuestro país. MARIO CABANILLAS Centro de Estudios en Historia, Política y Derechos Humanos de Salta.

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