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  • Mundo vía: el pueblo que mantiene viva la mística del tren y que ahora se inquieta por la privatización

    » Mdzol

    Fecha: 05/05/2024 23:51

    Para la mayoría de los mendocinos el tren es una leyenda urbana. Que alguna vez pasó por esas vías. Que pegaba bocinazos como advertencia, que era lento, pero seguro; que llevaba y traía cosas. Que ponías una monedita en los rieles para que las máquinas las pisaran y las dejaran lisas. Que los niños traviesos se colgaban. Que había lágrimas de tristeza y alegría en cada despedida realizada en las estaciones abandonadas. Pero acá, en los talleres de Palmira, un pueblo ferroviario tradicional, el tren tiene vida. Hay chispazos de soldaduras, mientras un grupo de tres amigos empujan los pares montados, las “ruedas” pesadas que hacen mover a las formaciones; se siente el olor a metal que sale de la rectificadora y Yamila, una de las primeras mujeres que ingresó, pinta un vagón que ya pasó por toda la cadena de arreglos para quedar como nuevo. El movimiento es incesante, entre las 6 de la mañana y las 3 de la tarde. Hay restos de maíz que quedaron de alguna carga, también de arena y carbón. Todos los materiales que transporta el ramal San Martín de Ferrocarriles Argentinos, la empresa estatal que tiene a cargo la base logística Palmira y que ahora es noticia: está dentro del paquete de empresas que el gobierno nacional quiere privatizar. El anuncio inquieta y trae amargos recuerdos por el impacto que tuvo una política similar en la década de los 90. En Palmira el tren se escucha, huele y se siente. Es parte de la historia, el presente y esperan que también del futuro del pueblo. El tren de cargas, que pertenece a la línea San Martín de Trenes Argentinos Cargas, tiene como base logística a Palmira transporta materiales de construcción, insumos mineros y otras mercaderías pesadas desde la región hacia los puertos del Este. El mismo ramal es el que mueve granos desde San Luis hacia la misma dirección. El movimiento es mucho mayor al que se cree. Por mes se transportan más de 120 mil toneladas de mercadería, el equivalente a 4 mil camiones y el crecimiento en los últimos años fue importante. Coyunturalmente el volumen disminuyó en los últimos meses porque bajó la actividad económica, principalmente la construcción. Hay quienes están inquietos por el futuro, pero la mayoría dice estar tranquilo. Es que en el tren de cargas la actividad funciona. “Nos manejamos como una empresa y tenemos relación con otras empresas. No hay ñoquis, acá la gente trabaja y hace falta más gente incluso”; explica uno de los delegados gremiales. Mística ferroviaria Guillermo Federico es alto y prefiere acortar caminos para simplificar la explicación. Se da vuelta y muestra una antigua cicatriz en la columna. Lo operaron por algunas de las secuelas del esfuerzo de cargar material pesado. También tiene las manos marcadas por las barretas de hierro. Y se ríe junto a sus amigos Jorge y Mariano. “El tren es nuestra vida. Acá se labura mucho, fuerte y siempre. Tienen que venir a ver lo que se hace, porque no es real que el tren no funciona. Alguna vez me ofrecieron el retiro voluntario. Ni loco. Vivimos acá. Llevo 37 años en el laburo. La hemos apechugado. Le hacemos frente a un descarrilamiento a las 2, 3; a las 5 de la mañana. No hay horario. Yo estoy contento. Lo llevamos en la sangre. Yo entré y era el más chico. Me enseñaron todo, desde cargar, hasta soldar y acá sigo”, dice el Guillermo. “El ferrocarril es algo que se ama, es una pasión. Si hay pocos recursos, lo solucionamos igual. De alguna manera lo arreglamos para que el tren funcione. Esto se transformó en una familia. Llevo 19 años…Entrar al ferrocarril siempre fue una meta, un anhelo”, explica Mariano. Guillermo, Jorge y Mariano, compañeros y amigos. Foto: Walter Moreno En el tren no hay trabajo en soledad. La convivencia hace que se genere una comunidad, pero además es imposible hacerlo solo: las tuercas pesan más de 10 kilos y cualquier movimiento influye al resto. Los vagones entran por un sector, levantados por grúas y la intención es que salgan del otro lado casi a nuevo. Cada 6 años se hace una reparación profunda, una puesta a punto obligatoria en la que se desmantelan esas moles para estirar su vida útil. Los pares montados, listos para ser rectificados. Foto: Walter Moreno Ariel Mori hizo carrera en el tren. Lleva 28 años y empezó como aprendiz en el taller de locomotoras, que está en la Sexta Sección de Mendoza. Ahora es coordinador del Taller. “Estoy orgulloso de ser ferroviario”, repite como mantra. En el lugar trabajan 90 personas. “Gracias a dios el taller fue creciendo. Estos últimos años metimos más gente porque hay más trabajo. La línea San Martín trabaja. Todos los días metemos entre 35 y 40 vagones para reparación. Hay mucha gente en Palmira que vive y vivió del Ferrocarril. Antes el 80% era ferroviario y se perdió mucho cuando se eliminó el tren de pasajeros; el pueblo lo sintió”, dice Ariel. En Palmira se rectifican las "ruedas" metálicas de los vagones. Foto: Walter Moreno Día de trabajo La rutina en el taller comienza a las 6 de la mañana y cada equipo realiza el plan de trabajo. En realidad esa rutina arranca mucho antes, incluso a las 4 de la mañana para algunos que vienen desde lejos. En el mundo vía de Palmira todo gira alrededor del tren. Los uniformes azules son los únicos que circulan a esa hora. Las tareas son múltiples. Yamila Moyano hizo carrera dentro del tren. Llegó a un lugar donde no había baño para mujeres y ahora es parte del agregado de valor, algo impensado décadas atrás. “Es hermoso este trabajo. Me gusta todo. Me enseñan, aprendo, puedo crecer”, dice mientras pinta uno de los vagones. Ella trabajaba en una empresa de limpieza que prestaba servicios al tren. Se anotó en una carrera relacionada al tema en Palmira y postuló para un empleo cuando se abrió la posibilidad de sumar mujeres. Y entró. “Hace casi 6 años que estoy relacionada con esto. Estuve tres años en el servicio de limpieza y llevo tres acá. Soy Técnica Ferroviaria y puedo crecer. Mi abuelo fue ferroviario, mi padre fue ferroviario. Es un legado familiar. No había mujeres en la parte operativa, ahora somos dos”, explica Yamila. “El ferrocarril es importante para Palmira, pero también para todo el país. Son muchas las familias que dependen de esto”, explica. Yamila pinta uno de los vagones. Foto: Walter Moreno La otra mujer que trabaja entre chispazos y maquinaria pesada es Florencia. Ella es gastronómica y vivió en Córdoba. Cuando volvió a Palmira descubrió otro mundo. Tornos, pistolas neumáticas, montacargas pasaron a ser parte de su rutina. “Me encanta…nunca me imaginé lo que era esto, aunque vivía en Palmira”, dice la joven, que ingresó luego de dejar un currículum. “Al principio era muy raro…me costó acostumbrarme a los zapatos de seguridad”, dice entre risas. Florencia mide el espesor de las "ruedas" para evaluar su estado. Foto: Walter Moreno El tren de carga de Mendoza tiene un vínculo fuerte con la refinería de Luján de Cuyo, de donde se extrae el carbón que surge del proceso de producción de combustibles. Desde allí hasta Palmira hay menos de 50 kilómetros que se hacen lento por el estado de las vías y también por la seguridad. Justamente eso se ha transformado en un problema; por el robo de la mercadería transportada, pero también por el daño a las vías que ha generado descarrilamientos y otros incidentes. En los galpones del taller el tren se escucha, se huele y se siente. Foto: Walter Moreno El tren fue el combustible de Palmira, desde que nació como pueblo y se potenció con el ramal de carga desde sus orígenes británicos. Vivió la nacionalización en 1948, sufrió el cierre y la privatización y un nuevo auge donde hasta hubo convivencia entre el kirchnerismo y Mauricio Macri. El ramal ahora tiene 2800 km operativos, 105 locomotoras y 3596 vagones que mezclan tecnología inglesa y china. Hay vagones tipo tolvas, cerealeros, plataformas, cubiertos y carboneros. En Palmira se cargan y controlan. A los talleres llegan los vagones golpeados, desgastados, abollados, amortizados por los kilómetros andados. Y salen a nuevo. El ramal tiene un valor estratégico. Está vinculado a la cadena de valor del petróleo y hasta se puede transportar la arena que se usa para la fractura hidráulica en Vaca Muerta. La red de carga tiene en Mendoza otras proyecciones, como la posibilidad de que se transporte la producción de Potasio Río Colorado desde Malargüe hacia el Este mendocino y desde allí al puerto. Esa es por ahora una promesa. Los antecedentes hacen de los palmirenses gente precavida. Ya pasó con los anuncios del retorno del tren de pasajeros, que fue más simbólico que real. Y ahora se le suma la esperanza para que el tren crezca y las dudas por un déjà vu que recorre la cabeza de todos.

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