Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Caputo vs. Caputo: el freno a las tarifas muestra a un gobierno atrapado en su laberinto comunicacional

    » Panorama

    Fecha: 05/05/2024 22:40

    El ministro de Economía y el asesor estrella del gobierno se debaten entre un falso dilema de mantener el superávit fiscal o frenar la inflación que castiga a sus propios votantes. Por qué Milei corre el riesgo de caer en la misma trampa que arruinó al gobierno de Macri. Por Diego Dillenberger para TN Mauricio Macri ya estuvo ahí: es una procesión que va por dentro del propio gobierno y puede terminar carcomiendo su popularidad o reventando el nivel de riesgo-país que se mide según cotizan los bonos en dólares. Se trata de la sorda lucha entre shock y gradualismo: dos velocidades que difícilmente puedan coexistir. Javier Milei está sintiendo, como Macri hace siete años, que tiene que levantar el pie del acelerador. Esta semana, se supo que el ministro de Economía, Luis Caputo, decidió posponer los aumentos de las tarifas de gas y electricidad que estaban previstos para mayo. La decisión está en línea con la intervención en el mercado de la medicina prepaga que decidió el gobierno el mes pasado después de los aumentos que sufrió la clase media: Milei prefirió el pragmatismo cuando se dio cuenta que en ese mercado había algún tipo de “cartelización”. Prefirió contradecir los propios postulados de su histórico discurso en el Foro Económico de Davos, a días de haber asumido: finalmente los “fallos de mercado” también existen. Buena noticia o señal confusa Para millones de consumidores la marcha atrás con los aumentos fue una buena noticia. Para potenciales inversores del sector energético se trató, como mínimo, de una señal confusa de Luis Caputo. Pero la decisión está en línea con la preocupación del otro Caputo: Santiago. El sobrino del ministro de Economía gestiona el único “poder” que tiene Milei: la comunicación y la imagen con los que debe compensar la falta de mayorías propias en el Congreso, la casi inexistencia de su partido político y la carencia absoluta de poder territorial. Por algo el joven Caputo acaba de renovarles los contratos a las 16 encuestadoras que medían para la Casa Rosada ya desde la época de Alberto Fernández, y lo que le llega de las encuestas y los focus groups es que hay paciencia social, pero se está acercando demasiado rápido a un límite riesgoso a apenas cuatro meses de gobierno. Los Caputo estuvieron en sintonía, porque en la Casa Rosada apuestan a que la multitudinaria marcha universitaria -en la que se conjugaron el reclamo por la educación pública con descontento por los aumentos a la clase media y una importante dosis de oportunismo político- no se convierta en la “remake” del fatídico 18 de diciembre de 2017. Ese día a Macri le tiraron las tristemente célebres “14 toneladas de piedras” contra la votación de un mínimo cambio en el cálculo de las jubilaciones. A partir de ese día, el gobierno de Macri se paralizó y archivó sus planes de reforma. La marcha atrás tiene costos Pero darle marcha atrás a los aumentos que el propio gobierno había anticipado también tiene su costo. Hace apenas dos semanas, Milei usó la cadena nacional para anunciar con su equipo económico que había logrado un superávit presupuestario “histórico” de 0,2 por ciento del PBI. El discurso por cadena nacional fue un recurso comunicacional que ya venía bastardeado por el abuso de la expresidenta Cristina Kirchner en su segundo mandato. No fue una buena herramienta de comunicación. El resultado de ese despropósito para un anuncio tan menor fue que reaparecieron en los medios políticos como la propia Cristina Kirchner y el exministro de Economía Sergio Massa. El anuncio del superávit parecía un triunfo de Luis Caputo, de pie firme como un soldado a la derecha de Milei. Pero su sobrino, Santiago, detrás de cámara, terminó de convencer a Milei de que sería mejor para los próximos trimestres pensar menos en sostener el superávit y más en conservar las curvas de imagen. El superávit o equilibrio de las cuentas públicas es la clave para que baje la inflación. En esta oportunidad, los números sufrieron algunas “torturas” para no cerrar en rojo: quedaron en un paréntesis muchas deudas flotantes con proveedores, juicios por malas estatizaciones y fallos de la Corte Suprema, como el que ordena devolverle la cuota de coparticipación a la ciudad de Buenos Aires que le había quitado Alberto Fernández en la pandemia. Para sostener futuros superávits, tendrían que seguir bajando los subsidios a las tarifas, lo que automáticamente impulsaría los precios de los servicios públicos en el AMBA y aceleraría nuevamente la inflación. Inflación, la preocupación número uno Pero la cuadratura del círculo no existe, o por lo menos no existe en tan corto plazo como para cantar victoria tan rápido: mantener el superávit fiscal a costa de más inflación puede ser buena idea para Caputo (Luis) pero le arruina los números a su sobrino, porque la inflación es la preocupación número uno que arrojan las encuestas desde hace años y es el verdadero motivo por el que Milei ganó las elecciones.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por