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  • Petroleum: el cine que vio el esplendor de Plaza Huincul hace casi 100 años

    » Rio Negro

    Fecha: 05/05/2024 21:49

    El arribo a Plaza Huincul por Ruta 22, ubica el inicio de este “viaje en el tiempo» en la primera rotonda, junto a las réplicas de la torre extractiva y el dinosaurio, a mano derecha. Desde allí, por calle Zambrano se debe seguir varias cuadras hacia el Norte, para entrar en lo que supo ser el “Campamento 1”, donde todo comenzó: la primera perforación y la vida organizada en torno a la actividad hidrocarburífera. De nuevo a mano derecha, “el camino te lleva solo”, diría cualquier nativo para explicar cómo llegar al encuentro del cine Petroleum, el mismo que supo funcionar por 40 años, hasta fines de los ‘60, sobre la hoy bautizada “Vuelta de los Pioneros”. De molduras redondeadas y cartel sencillo, su fachada invita a imaginar un paseo en el Lejano Oeste, al mejor estilo western, pero no, está en pleno interior neuquino, desde 1926, ostentando nada menos que 98 años desde su inauguración. Lo construyó YPF, la petrolera que había nacido apenas cuatro años antes, en 1922, y que encontró en ese primer pozo de 1918 uno de sus ejes de trabajo. Muchos pueden decir que hoy apenas es un edificio abandonado, usurpado por una familia que lo convirtió en su vivienda, pero sería una injusticia con las vivencias culturales y sociales que allí se registraron, porque fue cuna para las primeras obras de teatro que se impulsaron en el incipiente caserío, en los años ‘30, gracias al cuadro filodramático “Florencio Parravicini”. La sala fue punto de encuentro para la élite local. *** Según reconstruyeron Marisa Reyes y Guillermo Haag para una ponencia presentada en las “Jornadas de las Dramaturgias de la Norpatagonia Argentina”, focalizada en Neuquén, allí se montaron cinco obras de autores argentinos: “El sostén de la familia”, de Camilo Darthés y Santiago Damel, “Viejo rincón” de Roberto Cayol, “Policía secreta”, de Eliseo Gutiérrez y Manuel Sofovich, “Ilusiones del viejo y de la vieja”, de Juan Villalba y “La sagrada familia”, de Carlos A. Cabral. La distribución de los cargos entre los actores era casi accidental, explicaron, ya que “a veces hacían de apuntadores y otras de directores”, aunque no hay certezas de que tuvieran capacitación al respecto. Las actrices eran minoría (solo se menciona a las hermanas Deimundo y Tobar) y las veladas eran amenizadas por la orquesta Carabillo, nombre de un bandoneonista llegado desde Bahía Blanca. “Concluida la representación de la obra se preparaba el salón para la kermés o para el baile y también se contaba con la presencia de la “Estudiantil Roquense”, proveniente del entonces Fuerte Roca”, ampliaron Reyes y Haag, conectando la historia de esa comarca con el Alto Valle rionegrino. Cuesta imaginar, viéndolo hoy desde afuera, que ese espacio cobijó 280 butacas más los palcos en forma de “U”, espléndidos y de espaldas al proyector de 35 mm. Debajo de la escalera interior había un kiosco y la puerta de ingreso era verde, ubicada justo debajo del cartel con el nombre, hoy tapiada y reemplazada por dos ventanas con rejas, según recordó Nidia Aranda, una de las referentes del Archivo Histórico de Cutral Co, con aportes de Ángel Darbesio, antiguo vecino del lugar. Allí se estrenó “Plaza Huincul (Pozo Uno)”, la primera producción de cine a nivel nacional hecha en la provincia del Neuquén, en septiembre de 1960, dirigida por Lucas Demare, sobre el guión de Sixto Pondal Ríos, quien fuera asesorado por el ingeniero Enrique Cánepa para el argumento del film. Y lo más llamativo del archivo es que el “Petroleum” aparece a su vez asociado a los acontecimientos que se dieron dentro de la primera “pueblada”, un huelga petrolera en 1958. Es que en un intento por controlar las manifestaciones de los trabajadores, las fuerzas de seguridad decidieron usar la sala del cine para retener a los detenidos en los incidentes, y luego trasladarlos a Neuquén capital, explicó la revista especializada “Más Neuquén”. Sin embargo, “esta decisión no hizo más que profundizar la protesta”, recordaron. El elitismo de la época, hay que decirlo, también fue parte de ese contexto de bonanza asociado a la presencia de la petrolera estatal, con sus profesionales jerárquicos, sus viviendas, su pileta de natación, su trato preferencial en comercios y cuanta comodidad estuviera al alcance de la época. Por eso no faltaron las “pajareras”, el servicio de transporte con asientos de madera que se disponía para llevar a los espectadores a cada función del cine, reemplazados después por ómnibus más modernos. Foto: Gentileza. *** Lamentablemente esa misma exclusión hizo que muchos vecinos del poblado en esos años miraran lo que ocurría en torno al “Petroleum” desde afuera del Octógono, denominación que se dio a esa zona privilegiada dentro de Plaza Huincul. Quizás por eso, con los años, costó que se lo cuidara y preservara del deterioro. Los registros explican que pese a tanta trayectoria, finalmente fue reemplazado por el Cine “Ruca Lighuen” (Casa de luces), construido en el Campamento Central. «El Cine Petroleum cumplió su cometido”, dijo el ingeniero Eduardo Jorge Rocchi, en 1969, según lo publicado por la Revista YPF N°9 y citado por la Dirección de Turismo local. “Fundado en 1926, ofreció las delicias del arte cinematográfico a esta zona durante más de 40 años. Los antiguos vecinos de Plaza Huincul saben de su trayectoria en beneficio de la distracción y de la cultura de esta comunidad», valoró Rocchi con halagos, pero firmando el pase a retiro para siempre.

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