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  • Paloma Mejía y el arte de convertir esculturas en joyas

    » Clarin

    Fecha: 05/05/2024 16:38

    Con solo 32 años, Paloma Mejía es la primera escultora en crear un proyecto de joyas realizadas con artistas nacionales, UNObarraUNO, que borró los límites entre la joyería y el arte. Esta bonaerense, cuyas creaciones se exhiben en la Gallery Kodl de Praga y en países como Reino Unido, Suiza, Francia, Alemania y en el estado de California, es una gran exponente del arte contemporáneo argentino. Durante su infancia nada le gustaba más que acompañar a su padre al campo y asistirlo en sus tareas como veterinario rural. Fanatismo que se extendía al laboratorio que éste tenía en Lincoln, ciudad ubicada al oeste de la provincia de Buenos Aires, donde nació. Allí, entre frascos repletos de órganos enfermos y fetos bovinos en formol lo ayudaba a separar muestras de sangre, semen o heces en vidrios, todo sin impresionarse. Ese universo de lo crudo, orgánico y natural la marcó de tal modo que años después se convirtió en el leit motiv de toda su obra. Temas como la vida y la muerte, el universo femenino y la magia de la creación se traducen así en sus esculturas de mujeres embarazadas sin cabeza o en sus flores de cera que parecen vulvas o pezones, no sólo por cómo están trabajadas, sino porque la materia prima empleada adquiere un color entre lacre y escarlata que las asemeja a un tejido humano. El costado estético lo heredó de su madre fotógrafa, quien la apoyó en su decisión de convertirse en artista plástica y escultora. Empezó modelando plastilina con sus manos, sin tener un dibujo en mente ni un boceto previo. Y poco a poco se dio cuenta de que las formas le salían solas. La diseñadora Paloma Mejía con algunas de sus creaciones. Foto: Gentileza UNObarraUNO. Impulsada por esta creatividad, una vez terminado el secundario, se mudó a Buenos Aires para estudiar artes visuales en el IUNA, carrera que no llegó a terminar porque decidió “transitar un camino más multidisciplinario para su trabajo”. En ese recorrido, se volcó a actividades de gestión cultural: coordinó la comisión MALBA Joven, colaboró con el departamento de arte de la Fundación “Donde Quiero Estar y fue asesora de agentes culturales y desarrolladores” en el Distrito de las Artes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En 2021 se licenció en Curaduría y Gestión del Arte en la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas. Por otro lado, dentro de su producción de obra se interesó por ampliar su espectro de técnicas y desarrollar habilidades manuales. Entre 2013 y 2016 viajó a Francia para formarse en escultura y particularmente en joyería, un universo que siempre le fascinó, al igual que la moda. “Empecé haciéndome joyas para mí y luego me di cuenta de que las podía integrar a mi trabajo de artista plástica. Tanto me gustan los accesorios que en 2021 escribí mi tesis ‘La joya como obra de arte: un formato rebelde. Artistas visuales argentinos que realizaron joyas entre 1950 y 2000’, donde hice toda una investigación de artistas que en paralelo a sus cuadros y esculturas, hicieron joyería. Tal es el caso de Picasso”, cuenta Mejía, quien también diseña las propias. Aros en plata 925, firmados por Núñez. Foto: Gentileza UNObarraUNO. “Dado que en las artes visuales, las joyas son consideradas como un arte menor, opté por igualar en importancia y jerarquía a mi escultura con mis joyas. De hecho a mis pendientes, dijes, brazaletes, anillos y collares siempre los hice numerados, igual que mis esculturas. Son pequeñas esculturitas para usar, muy parecidas a las de mayor tamaño, todas realizadas en oro y plata”, explica quien completó su formación estudiando joyería en la Escuela de la Joya de Buenos Aires y gemología junto a Carlos Leporace. En 2015, Paloma recibió nada menos que el 3er galardón adquisición del Premio Itaú de Artes Visuales, y sus esculturas integran la colección permanente en el Salón Nacional de Artes Visuales de Junín y del Museo Sívori. Actualmente, Mejía vive la mitad del año en París y la otra en Buenos Aires, donde trabaja con la galería de arte OdA (quienes la representan) y participa de exhibiciones, conversatorios de arte y hasta cranear nuevos emprendimientos, como UNObarraUNO. Paloma Mejía y César Núnez con las colaboraciones de su proyecto. Foto: Gentileza UNObarraUNO. -¿De qué se trata esta apuesta? -Este proyecto nacido -e inédito- en Argentina se dedica a invitar a artistas contemporáneos a hacer miniaturas de sus obras en formato joyas, siempre buscando que reflejen la estética e imagen propia de cada uno de ellos, y con la idea de que puedan ser llevadas sobre el cuerpo de sus coleccionistas. Es una forma de democratizar el arte y de darle un uso. La joya pensada como objeto artístico rompe con eso del objeto tradicional colocado en el museo para que solo se pueda ver y provocar un placer estético. Acá la obra se integra con la persona que lo lleva y toma otra dimensión. Dado que la idea de la apuesta es colaborar con un artista por año, en esta primera edición, Mejía convocó al artista visual santafecino César Núñez, quien desarrolló una colección de joyas en plata 925 y bronce que están inspiradas en “La persistencia de la memoria en el espinazo de la noche”, serie de esculturas en las que Núñez reflexiona sobre la materia oscura que habita en el espacio. “Son todas piezas únicas que están firmadas por el artista. Debido a que poseen una estética abstracta y muy atemporal, son perfectas para usar en todo momento y pueden ir sobre cualquier persona, sin distinción de sexos. Algo que no sucede con las mías, ya que al estar ligadas al universo femenino son mucho más explícitas. Hay gente que no quiere ponerse una flor-broche con forma de vulva o un anillo con una mujer embarazada”, dice. Brazalete en bronce, en colaboración con el artista César Núñez. Foto: Gentileza UNObarraUNO. -¿Cómo surgió UNObarraUNO? -César fue mi mentor en un programa que se llamó “El oráculo”. De visita en su casa de Santa Fe, vi en la pared una de sus obras gigantes y me la imaginé cual broche dorado para lucirla sobre un blazer. Así nació este proyecto que se gestó en enero 2024 y se lanzó en marzo. Hicimos 22 diseños, muchos de las cuales se vendieron el día de la inauguración, donde asistieron galeristas, coleccionistas y colegas del mundo del arte. A todos les pareció una idea genial, tanto que muchos decían “cómo no se me ocurrió a mí”. Es muy bello el concepto de poder tocar y tener la obra de un artista tan cerca de uno. Mirá también Mirá también Alfombras que son obras de arte

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