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  • Todos los integrantes del STJ hicieron su carrera fuera de Chubut

    » El Patagonico

    Fecha: 05/05/2024 12:05

    Los cinco jueces que hoy conforman el máximo organismo de justicia de Chubut se graduaron en universidades del norte y desarrollaron su actividad –pública y privada- en otras ciudades antes de ocupar su actual cargo. Javier Gastón Raidan fue oficializado por el gobernador Ignacio Torres para ser parte del Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Chubut, en reemplazo de Daniel Esteban Báez, quien renunció antes de que prosperara un juicio político en su contra por “mal desempeño”. Se va entonces el único graduado que tenía en el máximo organismo de justicia provincial la Universidad Católica Argentina. Raidan –nacido en 1970- es un abogado bonaerense con vasta experiencia en derecho penal. Justamente su lugar de pertenencia es uno de los cuestionamientos que de inmediato le realizaron algunos organismos que se oponen a su designación. Objetivamente, el mismo cuenta con una sólida formación académica y una extensa trayectoria profesional en el ámbito del derecho penal. Graduado de la Universidad de Buenos Aires en 1994, ejerció la abogacía de manera ininterrumpida, matriculándose en diversos colegios profesionales como el de la Capital Federal, el de Avellaneda-Lanús, el de Trelew y la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata. Su experiencia en el ámbito judicial abarca tanto la defensa como la acusación particular, habiendo participado en numerosos casos en etapa instructoria, debates orales y recursos ante tribunales superiores, incluyendo la Corte Suprema de Justicia de la Nación. DE TODO EL PAIS Cuando quienes hoy conforman el STJ de Chubut decidieron estudiar Derecho, la carrera no existía en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco. Por ejemplo, su miembro más antiguo, Alejandro Javier Panizzi (60), proviene de Lomas de Zamora y durante muchos años tuvo a su cargo lo que se conocía como Juzgado Universal en la ciudad de Sarmiento. Es posible también que para los comodorenses el nombre más familiar sea el de Ricardo Alberto Napolitani porque sí nació en esta ciudad (su padre fue un médico muy conocido que tenía una clínica que llevaba su nombre). Sin embargo, hizo gran parte de su carrera judicial en San Isidro y en Río Gallegos. Solo un tiempo estuvo a cargo del Juzgado federal de Comodoro Rivadavia. Fue tendencia nacional cuando motorizó el primer juicio a dos personas por cortar una ruta nacional al frente de un piquete: Miguel Gatti y Walter Natera. Los restantes ministros del STJ también provienen de diferentes puntos. Camila Lucía Banfi Saavedra, por ejemplo, es mendocina y se graduó en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), y Silvia Bustos (actual titular del organismo) en la Universidad Nacional de Córdoba. Mario Luis Vivas, por su parte, es otro graduado de la UBA que apenas recibido se matriculó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para luego ejercer la profesión y la docencia en Morón y en La Matanza. En rigor, la idoneidad no es propia de quienes conocen hasta el último recoveco del Poder Judicial local. De hecho, hay algunos sucesos del reciente pasado que no hablan muy bien de quienes cuentan con más experiencia en Chubut. EL JUEZ QUE HABLO Y SE ENREDO El 7 de junio de 2016 asumieron tres nuevos integrantes al STJ. Uno de ellos fue Miguel Angel Donnet (oriundo de la provincia de Santa Fe), quien tras el acto formal realizó unas declaraciones polémicas cuando se le preguntó por qué por entonces no había juezas en el máximo tribunal. “La presencia de la mujer oxigena mucho, pero se debe preparar porque no deja de ser mujer y tiene las responsabilidades de la casa, hijos, estudio”, respondió entonces Donnet, quien luego buscaría aclarar a toda costa que no quiso decir lo que dijo. Lo hizo recordando que una de sus hijas era abogada. Esa tarde Donnet también dijo sin medias tintas lo que pensaba de otros temas, como la droga (“si mi hijo adolescente viene con un peinado raro, algo pasa”) y el trabajo que le esperaba (“hay que ponerse las botas enseguida”). Sin embargo, fueron sus afirmaciones sobre el rol de la mujer las que captaron la atención del país, llevando a que distintos organismos profesionales e instituciones repudiaran sus dichos y hasta exigieran su renuncia. LOS DUELISTAS Alejandro Panizzi se incorporó al STJ en 2006, cuando en su primer gobierno Mario Das Neves impulsó la creación de una Sala Penal, para sumarse a la Civil, dentro del Poder Judicial. En aquel tiempo el delito venía en crecimiento; las reparaciones judiciales eran lentas y se empezaba a instrumentar la reforma del Código Procesal elaborada por el jurista José Raúl Heredia. A los jueces que ya eran parte del STJ nunca les hizo mucha gracia la ampliación, sobre todo a José Luis Pasutti, quien desde entonces mantuvo con Panizzi frecuentes cruces que trascendieron las paredes del organismo. Pasutti fue diputado provincial por la UCR entre 1991 y 1999, durante los dorados años de Carlos Maestro, a quien secundó casi ciegamente hasta que éste buscó una reforma constitucional para poder ser re-reelecto. Entonces, Pasutti hizo causa común con el entonces influyente Mario Cimadevilla para obstaculizarle el camino a quien quería perpetuarse en Fontana 50. Una vez electo José Luis Lizurume, Pasutti se mantuvo un tiempo en la sombra hasta que hubo una vacante en el STJ y a propuesta del gobernador la Legislatura con mayoría radical le dio el aval para ocupar un cargo que mantuvo hasta el 30 de junio de 2015, cuando se jubiló. Alejandro Panizzi, por su parte, llegó al cargo desde el dasnevismo puro. Era juez universal de Sarmiento cuando lo designaron y nunca ocultó sus simpatías políticas. Tanto que hasta participaba de asados militantes, según le recordaría en algún momento el exintendente de Comodoro, Néstor Di Pierro. Lo cierto es que una vez que los jueces fueron seis la convivencia se volvió un tanto problemática, a tono con los vaivenes políticos que se iban produciendo. Panizzi fue el operador dentro del máximo tribunal, chocando esta vez no solo con Pasutti, sino también con Jorge Pfleger, a quien se pretendió descalificar con injuriantes acusaciones que aparecieron en forma de graffitis y mensajes de texto. El aludido se sintió tan afectado que llegó a decir: “en mi estándar de valores es casi como haber recibido un disparo de arma en el físico”. Para los “supremos”, sin embargo, sería solo una escalada más de un enfrentamiento que estallaría en toda su plenitud un par de años más tarde, cuando por primera vez en Chubut se promovió el juicio político de un integrante del máximo tribunal. Al final, fue Panizzi el que hizo historia. UN VERDADERO CONVENTILLO “Me dijo puto, cagón”. “Me amenazó con cagarme bien a trompadas”. “Tiraba papelitos en forma de avioncitos mientras yo hablaba”. “¿Qué te pasa ‘papito’? ¿Estás nervioso?”. “No servís porque estás embarazada y tu trabajo es una mierda”. Tales fueron algunas de las frases que se reprodujeron durante la larga semana que duró en la Legislatura el proceso que se proponía destituir a Panizzi, a quien se acusaba de “mal desempeño, inconducta, acoso laboral y desconocimiento del derecho”. Todo se había desencadenado cuando el aludido dijo públicamente que sus pares utilizaban fondos públicos para cuestiones personales, como la adquisición de vehículos de alta gama. Los diputados provinciales de entonces (16 del FpV; 9 de ChuSoTo y 2 de la UCR) tomaron partido y en la Sala de Juzgar dos diputadas (Mónica Gallego y Elva Wilhuber) hasta llegaron a pedir que se le prohibiera a Panizzi directamente integrar el Poder Judicial. A la hora de evaluar las pruebas, el juicio no mostró mucho más que algún que otro arrebato emocional de Panizzi, a quien con el correr de los años –y el auge de Twitter- aquellos “deslices” se le fueron acumulando. El 4 de setiembre de 2013, Panizzi se salvó por tres votos. Mientras 5 legisladores se inclinaron por su expulsión, 8 lo hicieron en contra.

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