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  • El sabor de lo natural

    » La arena

    Fecha: 05/05/2024 10:49

    Si se busca comer pollos naturales y sabrosos producidos en el campo pampeano el mejor lugar es “La Carlota”, un comercio que de la mano de Edgardo Coppo y su familia sigue la tradición de sus abuelos para mantener una fórmula con sello bien pampeano. Si bien nació, se crió y transitó toda su vida en Santa Rosa, el espíritu chacarero estuvo siempre presente, por eso en un cartel que cuelga en el local y que tiene el logo del comercio está escrito “año 1917”. “Es que yo lo considero una continuidad porque en ese año mi abuelo se estableció en una chacra y ahí empezó su trabajo en el campo. Tanto mis abuelos maternos como paternos son de campo, unos de Colonia Inés y Carlota y otros de Mauricio Mayer, entonces de ahí viene mucho de lo que pudimos construir después”, subraya Edgardo Coppo que, a sus 61 años, cuenta orgulloso el origen y el desarrollo de su emprendimiento. “Pollos La Carlota” nació en 2001. Al principio se vendía sólo de forma mayorista a cadenas y comercios de Santa Rosa, Anguil, Colonia Barón y General Pico, hasta el año 2007 cuando se abrió un local propio para venta al público y así cambió la modalidad. El primer negocio fue en la avenida San Martín casi Villegas, luego se mudó a la calle Roque Sáenz Peña y desde 2019 se instaló en su ubicación actual, en la avenida España 27 (casi Bartolomé Mitre. Teléfono 833900). “Cuando era chico, acompañaba a mi abuela María a darle de comer a las gallinas, a buscar los huevos, ver los pavos, a hacer todas las tareas de campo. Esas eran mis vacaciones de verano y me fui criando en todo ese paisaje”, recuerda Edgardo que hizo la primaria en la Escuela 6, el secundario en el Normal y se recibió de contador público en la Universidad Nacional de La Pampa. “De los 15 a los 30 años trabajé en Rouco y Compañía y fue muy importante en mi formación en administración y demás cuestiones que me dieron mis primeras herramientas laborales. Luego entré a Calzar hasta que las cosas empezaron a ir muy mal en esa empresa y me encontré en 2001 con ganas de hacer algo relacionado con el campo, de ir hacia eso con lo que había crecido de chico. Ya estaba la chacra así que empecé a trabajar ahí y mi hermano Fernando, que es ingeniero agrónomo, me dio una ayuda grande. Empezamos a ofrecer y a vender y el pollo gustó. En 2003 mi hermano se sumó ya como socio y armamos una cadena de clientes que quiero mencionar porque confiaron en nosotros en ese arranque, como Fri lac, Legui, El Rodeo”, resalta Coppo sobre los primeros pasos del emprendimiento alimenticio. ¿Y en qué se diferencian los pollos de ‘La Carlota’ con otros? Ese es el punto clave del comercio santarroseño. “La gran diferencia con el pollo de granja o industrial está en la firmeza del pollo de campo y que es más sabroso y eso es porque en lugar de tener 50 días de crianza los nuestros tienen 30 días más en promedio, y eso permite que el pollo sea más sabroso. Lo segundo es que si bien no están sueltos en el campo, tienen espacio, no están hacinados, por lo cual el pollo camina, y eso le da firmeza a la carne. Además no se usan antibióticos para evitar enfermedades que son más habituales cuando se crían más apretados. Entonces todo, más la alimentación que reciben, eso da un producto natural y casero”, resume Edgardo. Minorista. El cambio de rumbo de La Carlota se dio en 2007 cuando Coppo dejó la venta mayorista y se concentró en la venta de mostrador. La producción seguía a su cargo en todas sus etapas pero se modificó desde 2019 cuando se tercerizó la producción. “Derivé esa parte a Carina Alvarez y Nicolás Castro que realmente hacen un trabajo espectacular. Hoy la producción se hace en Riglos y no en Colonia Inés pero es de la misma manera que lo hacía yo en cuanto a tiempo y alimento de los pollos, entonces nos dividimos el trabajo. Ellos faenan en dos frigoríficos, en Alpachiri y Macachín, y de ahí hacen la distribución. Es muy bueno el trabajo que hacen así que estamos muy contentos”, elogia Edgardo que hoy trabaja en el comercio junto a sus hijos mellizos Ramiro y Ulises. “Ramiro se fue a estudiar Administración de Empresas pero no quiso seguir y vino a trabajar conmigo, y Ulises se recibió de nutricionista así que mediodía trabaja acá y después tiene otro trabajo. Hoy tenemos a Antonella como empleada pero quiero destacar sobre todo a Diana Sánchez que fue clave con su trabajo cuando abrimos las puertas, es una persona que siempre se brindó con todo y aunque hace tres años se jubiló, hoy me presta servicios haciendo las hamburguesas y los arrollados. Le voy a estar siempre agradecido”, remarca Edgardo quien además le dedica un párrafo especial a su compañera Marisa. “Ella trabaja en Recursos Humanos de la Cooperativa, pero siempre me bancó en los momentos difíciles y de vaivenes del negocio, siempre estuvo con su respaldo y eso, por supuesto, es fundamental para poder seguir adelante”, reconoce. Generaciones. El pollo es desde hace años un componente clave en la mesa diaria, “con las milanesas como el caballito de batalla”, según admite Coppo. Y esa tendencia se distribuye en las distintas edades y clases sociales. Un componente clave en la dieta pampeana. “Cuando abrimos las puertas del local la mayoría de la clientela era gente de edad avanzada, pero luego empezaron a venir los nietos que se criaron comiendo ese pollo, esas milanesas. Hoy el grueso de la gente que viene está entre los 20 y los 40 años, pero tenemos de todo, lo mismo que distintos extractos sociales. Y en eso soy un agradecido porque la gente siempre nos acompañó. Hoy ya están mis hijos trabajando acá, entonces todo el recorrido creo que valió la pena”, sostiene Edgardo que, tras la charla, se pondrá su delantal blanco y esperará con una sonrisa a quien traspase la puerta en busca de algún producto bien casero y natural. “Para mí fue importante encontrar la fórmula de criar los pollos como veía que lo hacían mis abuelos en el fondo del patio o en el campo. A eso lo aprendí desde chico, también con mi tía Luisa y con Danilo que me ayudaron mucho en el arranque del criadero. Detrás de toda esta historia hay mucha gente y mucho recorrido, por eso me gusta agradecer a cada uno que hizo su aporte”, remarca Edgardo que mira el cartel con el año 1917 y reconoce que desde ahí se comenzó a escribir la trayectoria de La Carlota, un sabor que mantiene lo mejor de su tradición casera y natural.

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