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  • Me gustan los estudiantes...

    » La arena

    Fecha: 05/05/2024 10:41

    "...porque son la levadura, del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura, para la boca del pobre, que come con amargura"... Estos versos de Violeta Parra han ganado nueva actualidad desde que, con la movilización del pasado 23 de abril, el estudiantado universitario hizo una irrupción como sujeto político en la masiva marcha convocada en apoyo a la educación universitaria pública y gratuita. En realidad, la marcha fue multitudinaria no sólo en cantidad de gente, sino también en la heterogeneidad de los participantes, que no se redujo sólo a la comunidad universitaria. La cual, por cierto, no venía siendo notoria en anteriores manifestaciones contra el ajuste impulsado por el actual gobierno nacional. Pueblo. De momento es prematuro aventurar si esta movilización tendrá algún efecto en el pan de los pobres y toda su sabrosura, pero no han faltado quienes, ante la abrumadora contundencia de la muchedumbre, trajo recuerdos de otras épocas, más concretamente de fines de la década de los años '60, que en nuestro país produjo, entre otras gestas obrero-estudiantiles, el llamado "Cordobazo" el 29 de mayo de 1969. Pero claro, aquella generación peleaba contra la dictadura de Onganía, y en todas sus vertientes -que incluyeron desde la demanda por la restauración democrática hasta la lucha armada- buscaba una revolución que atendiera no sólo las necesidades de la educación pública, sino también las del pueblo oprimido, en una cosmovisión integrada. La generación actual de estudiantes tiene un panorama algo más complejo. Y no sólo porque muchos de sus integrantes aportaron votos al actual gobierno nacional -al menos eso es lo que revelan las encuestas- sino porque se enfrentan a un mundo multipolar, donde no sólo los referentes políticos tradicionales han perdido peso, sino que también han mutado en forma dramática los canales de la militancia y de la expresión de ideas. EEUU. En el Norte se vive, también, un formidable resurgimiento del movimiento estudiantil, con tomas de campus universitarios, acampes, y -por momentos- situaciones de violencia. El panorama ha llegado a un punto tal que las autoridades universitarias -tanto en la Universidad de Columbia en Nueva York, como en la UCLA de California- llamaron a las fuerzas de seguridad para desalojar a los manifestantes. El resultado, de momento, arroja más de dos mil estudiantes detenidos, y una mancha para la autonomía universitaria que recuerda ominosamente a los hechos de 1968, en particular con los muertos en la Universidad de Kent, Ohio. Los actuales manifestantes protestan, en forma masiva, en contra de la guerra en Gaza, demandan el cese del fuego inmediato, y se muestran masivamente a favor de la causa palestina. Lo cual, por supuesto, les ha valido la acusación de antisemitas: y es que, aún cuando han existido algunas expresiones desafortunadas entre sus referentes -"los sionistas no merecen vivir", entre ellas- la verdad es que el antisemitismo es el escudo que usa el estado de Israel cada vez que se lo critica por sus políticas públicas. En esa constelación también hay lugar para otros temas de protesta, en particular contra la brutalidad policial -estas marchas son hijas de las que se dieron en 2020 tras la muerte de George Floyd- el maltrato a los pueblos originarios, el racismo, el impacto del cambio climático, y las intervenciones imperialistas de EEUU en América Latina. Como se ve, causas altruistas: no necesitaron que se tocara un interés personal, como era el de evitar la conscripción como soldados para la guerra en Vietnam durante los años '60. El tema se ha metido en la campaña electoral en curso, casi superando a los avatares judiciales de Donald Trump, y hasta el presidente Joe Biden debió salir a posicionarse por "la ley y el orden". Es que la historia enseña que aquellos tumultos de 1968, lejos de acelerar el fin del conflicto vietnamita, no hicieron sino pavimentar el camino del triunfo para el republicano Richard Nixon. Raza. El componente racial de las actuales manifestaciones ha sembrado un clima de temor entre los sectores conservadores norteamericanos. A nivel de imágenes, no es sólo el enarbolar banderas palestinas, son también las túnicas "kafiyes" con las que se cubren el rostro. Y los pasamontañas, y las máscaras tapabocas. Se quejan de que los manifestantes "parecen asaltantes de bancos". Pero ese fenómeno también tiene que ver con las complejidades de la militancia en los tiempos de internet: los estudiantes se cubren el rostro para evitar ser fotografiados e identificados: con la actual tecnología de reconocimiento facial, son rápidamente detectados en las redes sociales, donde son sometidos a la perversa práctica del "doxing", que incluye no sólo campañas de difamación y acoso, sino también hasta amenazas de muerte. Para no hablar del peligro que esa exposición representa para sus estudios universitarios y su posterior inserción en el mercado laboral. Para hacer todo más complejo, la presencia de manifestantes enmascarados -que trae reminiscencias de la pandemia- favorece la presencia de infiltrados que nada tienen que ver con la agenda de los jóvenes humanistas y anti imperialistas. En los albores de los años 70, los estudiantes que salían a la calle en Argentina arriesgaban su vida, a manos de los militares o de la miríada de grupos criminales de los que éstos se sirvieron para la represión criminal, que todavía hoy continúa recibiendo condenas en el ámbito judicial. Hoy, irónicamente, los bisoños ciudadanos nacen gozando -también sin percibirlo plenamente- de un estado de derecho que los protege, y que hacer virtualmente imposible la repetición de aquel holocausto. Sin embargo, el mundo virtual del que todos ellos son parte desde antes de nacer, como hijos del nuevo milenio, les acarrea el peligro de una muerte civil no menos drástica que la que arriesgaba la generación de sus padres, medio siglo atrás. ¿Será la estudiantina un factor determinante en la futura vida política argentina? Es temprano para saberlo aún. En cualquier caso, la voz de Violeta Parra les está dando la bienvenida, para que con su honestidad y su inocencia, se encarguen de distinguir la harina del afrecho. PETRONIO

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