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  • La historia de Elva, la @viajeraabuelita que recorrió Europa a través del voluntariado

    » La voz

    Fecha: 05/05/2024 05:48

    “Para mí viajar es sinónimo de libertad, así te vayas al pueblo del lado de tu ciudad. Salir, transportarte, convivir con otras personas, es descubrir la vida a cada ratito. Es lo único que nos llevamos”, dice Elva Macario, la cordobesa oriunda de Villa María que viajó por el mundo como voluntaria. Con 85 años, la mujer que en sus redes sociales se presenta como @viajeraabuelita asegura que ni entrando a una biblioteca y leyendo todos sus libros hubiera aprendido todo lo que aprendió en sus travesías. “He hablado con gente de todo tipo que me ha contado sus historias, paseé por la ciudad amurallada en bicicleta, me bañé en el Mediterráneo. Fueron experiencias hermosas”, recuerda. Elva pasó por varias ciudades europeas de las que guarda recuerdos de personas y experiencias vividas. (Gentileza Elva Macario) Elva pasó por varias ciudades europeas de las que guarda recuerdos de personas y experiencias vividas. (Gentileza Elva Macario) Londres, Barcelona, Madrid, Florencia, Winchester, Girona, Palma de Mallorca son algunos de los destinos que visitó gracias a la ayuda de su nieta y de la tecnología que aprendió a dominar. Nunca pisó un hotel porque prefiere alojarse en hostels o casas de familia donde puede convivir con otras personas y elige viajar sola para no “tironear” a nadie. Antes de empezar sus viajes Elva era una “argentina normal” que se había casado joven, tenía tres hijas, trabajaba como docente en dos colegios, atendía su taller de costura y era voluntaria en un hospital local. Apenas le sobraba tiempo para soñar con viajar. Elva vive en Villa María, tiene su propio taller de costura y es voluntaria en un hospital de la localidad. (Martín Llampayas / La Voz) Su marido era viajante de repuestos de motos y pasó por muchos lugares del país. En algunas oportunidades ella lo acompañaba con sus hijas y así conoció un poco el sur, La Pampa y Bariloche pero siempre quiso ir más allá. Su esposo falleció y Elva tuvo que vender su casa por motivos económicos. Estos cambios la llevaron a replantearse cómo seguir: “Cuando terminé de organizar mi vida, a los 80 años, un día en la cocina de mi casa me dije ´a esta edad tengo que viajar, antes que me muera´. Y así empecé”, relata. Un deseo cumplido A dar el salto la ayudaron dos de sus cinco nietos. Un primer viaje lo hizo con Juan Cruz que estaba formándose como profesor de tenis y luego de terminar le surgió la oportunidad de hacer un curso de especialización en Barcelona por tres meses. Como no tenía los medios para viajar se acercó a su abuela por consejo y ella le sugirió que vendiera una moto que él tenía. Al pasaje lo sacaron en cuotas y fueron juntos. Mientras él estudiaba, ella aprovechó para visitar a su otra nieta Sofía que vive en Florencia, Italia y quedó enamorada de Europa. Elva y su nieto Juan Cruz en Barcelona. (Gentileza Elva Macario) Elva, su nieto Juan Cruz, su novia y los hermanos de su novia en Barcelona. (Gentileza Elva Macario) Tenía que volver y hacerle otra visita pero no sabía con qué recursos. Su nieta salió al rescate y le propuso que reuniera plata para el pasaje mientras que ella la postularía en un voluntariado. “Soy una abuela argentina que sueña viajar a Europa para conocer gente de distintos lugares con el fin de intercambiar mi experiencia como voluntaria. Trabajé en distintas escuelas con niños, jóvenes y adultos como profesora y, además, tengo un taller de costura. Me gustaría conocer Europa y compartir lo que conozco y brindarlo a otros”, dice el posteo con el que empezaría todo en 2019. Elva en Palmas de Mallorca capital. (Gentileza Elva Macario) Elva en Palmas de Mallorca capital. (Gentileza Elva Macario) Su recorrido comenzó en Londres enseñándole a coser a una niña de 12 años donde estuvo casi dos meses. “Cambié la costura por convivir con ellos. No me quisieron cobrar absolutamente nada, quedamos muy unidos y estoy invitada a volver”, cuenta. Después pasó por Palma de Mallorca y estuvo algunos días en la casa de un escritor que quería saber sobre su experiencia como maestra y como voluntaria de hospital (una actividad que realiza hace 40 años). “Me dijo que podía tener muchas historias o anécdotas para relatar”, afirma. Elva y algunos jóvenes con los que compartió aventuras en Palmas de Mallorca. (Gentileza Elva Macario) Elva y algunos jóvenes con los que compartió aventuras en Palmas de Mallorca. (Gentileza Elva Macario) En su casa el hombre recibía a personas con pasaportes de cualquier parte del mundo. Allí compartió con gente de Colombia, España, Marruecos, la mayoría de ellos, jóvenes. “En la organización de la casa había que colaborar con una comida. Yo me ofrecí para hacerle panqueques de desayuno a todo durante mi estadía y me aceptaron enseguida, así que me levantaba temprano todos los días y cocinaba. Me llevaron a todos lados, conocí distintos pueblos, anduve en auto y hasta en moto haciendo delivery”, detalla. Elva y Agustín, un rionegrino que vive en Mallorca y la llevó a conocer la ciudad capital haciendo delivery en moto. (Gentileza Elva Macario) Elva y Agustín, un rionegrino que vive en Mallorca y la llevó a conocer la ciudad capital haciendo delivery en moto. (Gentileza Elva Macario) El viaje duró algunos meses en el que fue empalmando un voluntariado con otro. “También estuve en Castellón, en la casa de una viuda con dos niños y terminé contando cuentos en la escuela primaria de los chiquitines”, agrega. Tras varias experiencias más, volvió un tiempo antes que comenzara la pandemia. Su paso por el fin del mundo El último viaje de Elva fue al sur a mediados del año pasado. En la casa del escritor por la que pasó había un norteamericano del que se hizo amiga y unos años después la contactó mientras paseaba por Mendoza. Primero la invitó a tomar un café pero no pudo ir así que a la semana volvió a llamarla. Le preguntó dónde estaba y si tenía algo que hacer, minutos mas tarde le envío los pasajes de Córdoba a Ushuaia, dónde se encontraba en ese momento con su novia Lorena. “Estuve una semana allá. Me llevaron al Canal de Beagle, al tren del fin del mundo, conocí Ushuaia como si hubiera tenido mucha plata. Todo lo que me costó fue un fernet con coca que le pagué a una cordobesa que nos encontramos en una embarcación”, recuerda. Elva, David y Lorena en Ushuaia. (Gentileza Elva Macario) Elva, David, Lorena y otros amigos en Ushuaia en Ushuaia. (Gentileza Elva Macario) Con el deseo de volver a viajar, Elva asegura que su próximo destino es Florencia para ver la exposición de pinturas de su nieta Sofía. Después le encantaría pasar por Venecia y volver a visitar a algunas de las personas con las que convivió en su primer aventura “Tengo muchas ofertas e invitaciones porque me sigo comunicando con la gente que visité en Europa. David y Lorena también me invitaron a Estados Unidos, me dijeron que cuando se casen me van a avisar porque yo soy la madrina”, cierra.

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