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  • “Uno no lo puede saber todo”, Joan Cwaik y la importancia de valorar las capacidades humanas en un mundo de avances tecnológicos

    » Infobae

    Fecha: 05/05/2024 04:42

    Durante su charla con Ticmas en la FIL de Buenos Aires, Joan Cwaik habló sobre los retos que la tecnología le seguirá planteando a la humanidad (Agustín Brashich/Ticmas) En el auditorio de Ticmas en la Feria del Libro de Buenos Aires se llevó a cabo una charla enfocada en la intersección entre educación y tecnología. Joan Cwaik, quien recientemente publicó su tercer libro titulado “Postecnológicos”, fue el orador principal. En su obra, subtitulada “Habilidades para recuperar lo humano”, Cwaik abordó la necesidad de preservar nuestra identidad humana en la era digital, haciendo hincapié en el valor de las competencias personales frente a la expansión tecnológica, brindando así un espacio para la reflexión sobre este tema en el contexto educativo. La presentación de la charla se alineó con un período de debate activo sobre el impacto de la tecnología en nuestra cotidianidad y los procesos educativos. Tras deliberar sobre los libros que ha publicado anteriormente, la conversación evolucionó hacia la identificación de habilidades clave para enfrentar estos retos. En este contexto, la charla comenzó abordando el concepto de lo “postecnológico” y cómo surgió. Cwaik señaló que en el auditorio, han explorado cómo “las tecnologías exponenciales están modificando paradigmas”, una realidad con la que se ha enfrentado constantemente a lo largo de los últimos diez años de trayectoria profesional. La pregunta recurrente en este viaje ha sido “cómo adaptarnos y coexistir en un mundo dominado por un avance tecnológico exponencial”, un dilema central en su segundo libro. Este dilema se entrelaza profundamente con nuestras habilidades, subrayando la idea de que, hacia este 2024, “los aspectos más esenciales de lo humano comienzan a permanecer”, un fenómeno que él aseguró, ha investigado intensamente. Así, llegó al concepto de “la postecnología”, un estado que sugiere que estamos trascendiendo la posmodernidad, similar a cómo “la imprenta de Gutenberg y la Segunda Revolución Industrial señalaron el comienzo de nuevas eras”. Este pensamiento propone que, dado que la tecnología se ha integrado completamente en nuestro tejido social, quizás “la respuesta se encuentre en volver a lo que nos hace fundamentalmente humanos”. En medio de su charla, Joan Cwaik, señaló que la inteligencia artificial es creada por humanos y está plagada de sesgos (Agustín Brashich/Ticmas) Posteriormente, Patricio Zunini moderador de la conversación, señaló que en el libro se menciona un término particular, “agnosifia”. Aunque pueda sonar complejo y puede que contenga conceptos que no todos conocen, se instó por discutirlo en ese momento, aunque la obra ofrece una explicación detallada sobre él. - Palabras difíciles y algunas un poco provocadoras también, y yo hago mucho y trabajo mucho en diagnosticar cómo hoy en día está la sociedad en torno a la evolución técnica y a los cambios sociales que estamos atravesando. y es verdad que todos vivimos en un estado de tener que saberlo todo permanentemente, la abreviatura en inglés “fomo” fear of missing out, el miedo de quedarse afuera. Y una de las habilidades que yo estuve trabajando en postecnológicos es esto de desarrollar el amor por el no saber; que en 2024 parece algo un poco controversial. En una en una presentación en una universidad me dice una chica, -admitir que yo no sé algo me resta valor en este en este mundo competitivo- y quizás no es tan así, estamos en un mundo donde tenemos mucha más tecnología la que podemos adoptar, comprender y asimilar; entonces creo que tenemos que también desarrollar este amor por el no saber porque uno no lo puede saber todo. La tecnología seguirá planteando retos a la humanidad, y enfrentar estos desafíos es una de las habilidades centrales que exploro en el libro, señaló Joan Cwaik. En este punto se recordó en la charla que el año pasado, durante un evento que contó con la participación de expertos en Inteligencia Artificial, Mariano Yacovino, de Microsoft, le planteó a ChatGPT una pregunta interesante: ¿Cuántas bananas se pueden comer en ayunas? La respuesta enumeró varias opciones, como 3, 1, 7, 12, pero Yacovino señaló que, en realidad, después de consumir una sola banana, ya no se estaría en ayunas. Este ejemplo, ilustra cómo el razonamiento humano puede poner a prueba a las máquinas. Al respecto, Cwaik destacó la complejidad inherente tanto al ser humano como a las organizaciones y sistemas sociales, argumentando que “la inteligencia artificial es creada por humanos y está plagada de sesgos”. Este reconocimiento de los errores y limitaciones, que han sido evidentes en los últimos meses, sugiere una precaución contra la simplificación al comparar las capacidades humanas con las máquinas. “Las habilidades humanas son y seguirán siendo irremplazables frente a las habilidades técnicas”, afirma, subrayando una limitación fundamental en nuestra capacidad para dominar completamente la programación y herramientas de inteligencia artificial generativa debido al incesante avance tecnológico. En su segunda obra, Cwaik retoma esta idea, proponiendo que “el verdadero dilema no es técnico, sino humano”. La adaptación a esta realidad, para él, radica en la transformación hacia seres humanos postecnológicos: seres que no son definidos por la tecnología sino amplificados por ella, que la utilizan como una herramienta para el cambio social y el bienestar, reconociendo al mismo tiempo que la tecnología no es la panacea universal para los desafíos de la humanidad. Siguiendo con la línea de conversación, se indago sobre ¿Cómo se hace para poner valor al trabajo en equipo frente a la tecnología? - Es crucial valorar el trabajo y las competencias humanas, otorgándoles un nuevo valor frente a los avances tecnológicos. Una conversación inspiradora con mi colega Fredi Vivas, quien se dirigió a una audiencia sobre las habilidades y competencias valoradas en el siglo XXI, sirvió de catalizador para mi tercera publicación. Discutimos sobre cómo en la actualidad, competencias a menudo subvaloradas como la interpretación efectiva de mensajes, la comunicación fluida, la oratoria, y la capacidad de transmitir ideas de forma clara, además de la resiliencia y el uso del método científico, son esenciales. Vivimos en una sociedad que privilegia los resultados inmediatos, descuidando el proceso y el aprendizaje profundo, en un escenario marcado por la ansiedad y la impaciencia, resultados de un rápido avance tecnológico que parece alterar nuestra vida cotidiana a un ritmo vertiginoso. Frente a este escenario, es vital parar, reflexionar y afrontar esta realidad sin extremismos. El aprendizaje constante se convierte en un imperativo para el siglo XXI; ya no es suficiente con obtener un título y detener nuestro crecimiento intelectual. El desarrollo personal y profesional es un proceso continuo. Estas prácticas y enfoques definen al ser humano y a las organizaciones en la era postecnológica, destacando la importancia de evolucionar junto con la tecnología, pero manteniendo las cualidades que nos definen como seres humanos. ¿Por qué alguien que sabe tanto de tecnología se interesa tanto en lo humano? - Me parece que es fundamental no caer en extremos, estos no son buenos para nada en la vida y es como que la tecnología tiene dos grandes religiones. Humberto Eco diría: los apocalípticos y los integrados, es decir, la visión que la tecnología de alguna forma es catastrófica o por otro lado es la solución ideal para mejorar el bienestar humano y social del mundo. Hay autores como Evgeny Morozov, un sociólogo bastante apocalíptico, que tiene un libro titulado “La locura del solucionismo tecnológico” donde se busca toda esa corriente de personas que piensan que cualquier cosa se puede resolver con tecnología. Pero, esta no es una invitación a no entender cómo funciona la tecnología, soy lo más lejano a un tecnofóbico, pero creo que los extremos en la vida, no son buenos. Estamos todos buscando el equilibrio en este sentido y en los últimos años me lancé mucho más a estudiar el vínculo del humano y el rol del humano en ese sentido. ¿Cómo ves esa transformación educativa tras la irrupción de la inteligencia artificial? - La educación es clave para cambiar realidades y Andrés Oppenheimer, recientemente, exploró este concepto en su libro “Cómo salir del pozo”. Dentro de su análisis sobre diversas realidades socioculturales a nivel mundial, destaca el enfoque innovador de India en la educación primaria, integrando una asignatura obligatoria sobre la felicidad en su currículo. Esta aproximación desafía la percepción tradicional de la felicidad como un concepto holístico o intangible, subrayando su importancia tangible y práctica en la formación académica. Joan Cwaik señaló que estamos en un periodo de transición, adaptándonos a grandes fenómenos como la inteligencia artificial generativa (Agustín Brashich/Ticmas) A pesar de la importancia dada a la enseñanza de la convivencia y la responsabilidad cívica, es evidente una falta en la educación sobre cómo interactuar con la tecnología. Esta omisión nos convierte en una especie de sujetos experimentales sin guía en el mundo digital, lo que conduce a fenómenos como el “ghosting” que es la práctica de conversar con una persona y desaparecer de forma espontánea sin responsabilidad efectiva, y la falta de concreción en las relaciones interpersonales digitales. En esta línea, nace la necesidad de redefinir los vínculos humanos en el contexto digital, recordando que detrás de cada pantalla hay una persona. ¿Cómo te imaginas que va a cambiar el mundo? Nos encontramos en una era marcada por un alto nivel de incertidumbre, especialmente evidente en el campo de la tecnología, donde innovaciones como ChatGPT han impactado a millones de personas en muy poco tiempo, superando todas las expectativas. Este panorama nos impulsa a asumir un papel activo en la comprensión del presente y a anticiparnos un paso más allá en la revolución digital y tecnológica que vivimos. A lo largo de la historia, la humanidad ha enfrentado y se ha adaptado a tecnologías disruptivas que han transformado nuestra manera de vivir, desde la adaptación a la electricidad y la computadora personal hasta la democratización del acceso a la información a través de internet. La pandemia ha servido para revalorizar aspectos de la interacción humana como el contacto físico y las reuniones presenciales, aunque posteriormente pareció haber un retroceso en esta apreciación. Estamos en un periodo de transición, adaptándonos a grandes fenómenos como la inteligencia artificial generativa y las relaciones mediadas por pantallas, al mismo tiempo que enfrentamos retos asociados a la ansiedad, la impaciencia, y debates sobre la distribución del poder en el siglo XXI. En este contexto, la duda emerge como un motor esencial para el conocimiento, impulsándonos a cuestionar y superar la complacencia que generan las certezas. La revalorización de la duda nos guía en el proceso de redefinir nuestra humanidad en medio del “tsunami digital”. Además, tras superar una pandemia, nos enfrentamos a una “infodemia” que nos desafía a gestionar el exceso de información. La alfabetización informacional se presenta como una habilidad clave, extendiéndose más allá de la mera alfabetización digital para abordar cómo manejamos y hacemos uso eficiente de la información a través del pensamiento experimental, la inteligencia holística, y una comprensión integrada de disciplinas como el diseño, las ciencias sociales y del comportamiento. Finalmente, este enfoque multidisciplinario nos proporciona una guía para coexistir con la tecnología sin permitir que esta defina nuestra humanidad, ofreciendo herramientas para navegar con menos fricción en la era digital.

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