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  • Estamos en una nueva pandemia, la de salud mental

    » Nueva Rioja

    Fecha: 05/05/2024 04:32

    Estamos en una nueva pandemia, la de salud mental Estamos ante un cambio de época, de era, que dejó de ser la de homo sapiens sapiens, no es una época solo de grandes cambios, no es solo otro siglo más. Sobre esto, ya hay varios autores poniéndole nombre a la misma, pero le dejaremos a ellos esa inquietud. Con todo lo que implica un cambio de era, se vislumbran grandes cambios, se evidencian otros, que quizás no los esperábamos, de ahí lo disruptivo, de esta nueva era. Es real, que es muy humano vernos tentados de creer que todo podemos, pero debemos saber que, seguir igual es imposible y que cambiar para siempre, será pues la propuesta. Sí es cierto que concebir, habitar una nueva era lleva mucho tiempo, pero lo que vivimos, es mucho más que eso, los cambios, nos re definieron y nos definen, en una magnitud diferente, en una nueva subjetividad y seguro nos tendremos que volver a preguntar por el sentido de nuestra existencia, ya que nace una nueva era, que trae consigo, la incertidumbre, como una nueva mirada, lo incierto pasa a ser parte de nuestra cotidianeidad. Ante esto tenemos que entender, que estamos ante nuevos destinatarios, que nos obligan a un cambio de dirección, saltamos los muros de las instituciones, cuando nos re inventamos ante los encierros que planteó los comienzos de la pandemia, casa, trabajo, escuela, consultorio, todo se superpuso, la virtualidad se transformó en el encuentro, la pantalla trajo un nuevo recorte de la realidad, que ya se transformó en plantear una nueva realidad, la realidad remota y estos saltos, cambiaron, nos obligaron, a modificar los encuadres, las aulas, los trabajos, las relaciones. En forma conjunta, con esta nueva época, con este meternos de lleno en el siglo xxi, vivimos una pandemia en la era de la información, que lo más cruel, fue la infodemia y la tasa de mortalidad. Quizás se desestimó qué impacto iba a traer en la salud mental, en todos, pero especialmente en las nuevas generaciones, estar en una era nueva, modificar la esencia de lo humano, lo social, trae y trajo muchas secuelas, que quizás recién empecemos a ponerle nombre a todo lo que la marea trajo. El cachorro humano, no puede sobrevivir si no es con un adulto, con un otro, de todos los seres vivos es el más vulnerable, al nacer, si estuviera solo, moriría. De esta total dependencia, deberá pasar a ser autónomo e independiente. Este es el devenir del desarrollo, hasta acá podríamos pensar, que estamos repasando una clase de desarrollo, que de por si las doy, pero lo cierto, es que esto es la introducción para decir que el humano es social, desde que nace comprenderá que, si sonríe al principio entre reflejos, lo que provoca trae una gran recompensa y es en esta interacción que es lo social, se funda, va aprendiendo, que no es bueno estar solo, que necesita de otro y también que sin ese otro, entra en crisis de angustia de separación y que si la misma se instala, no podrá lograr su independencia. Hablar de la generación Z, o centennials, supone, hablar de los que nacieron entre mediados y finales de los noventa y hasta la fecha, si es que el corte, no se pone en los pandemials, o sea los que nacieron desde el 2020. Lo que caracteriza a esta generación, es que es más ansiosa, término que lo explica muy bien en el reciente libro Jonathan Haidt: La generación ansiosa: cómo el gran recableado de la infancia está causando una epidemia de enfermedad mental. Supone saber que, al portar más ansiedad, duermen menos, se deprimen más fácilmente, son menos interesados en las cosas que alguna vez fueron hitos de la libertad, beber, tener citas, mudarse, jugar, salir en grupo, viven en forma solitaria, tienen muchos más pensamientos pesimistas. Son una generación, que pertenece al sexto lenguaje que incorpora la ciencia, el de la inmediatez, viven el aquí y ahora como lema, no siempre creen en el futuro, tienden a tener más depresiones que las anteriores generaciones, pero tienen mucho más todo al alcance de la mano, a tan solo un click, la velocidad con que pasan de un estado a otro, es muy particular, están inmersos en un capitalismo de satisfacción instantánea. Esta misma generación que llegó a la pubertad alrededor de 2009 desarrolló su autopercepción en el marco de cambios tecnológicos y culturales profundos, como el uso extendido de los Smartphone y de unas redes sociales adictivas, que comenzaron a tomarlo de rehén, favoreciendo su consumo, casi casi, como si no pudiera desprenderse de estar en forma permanente conectado. Como consecuencia de ello, les ha tocado crecer en una especie de mundo virtual sin interacciones con personas de carne y hueso; y mientras los adultos comenzaron a sobreproteger a esos niños en la vida real, los dejaron involuntariamente desamparados en el brutal universo online, los dejamos que pueblen el limbo digital, provocando así que se alejaran de la realidad, casi diría 2 D, plana, pero que todavía hoy, es a lo que llamamos real. A partir de legalizar, lo tan temido de vivir dentro de las pantallas, en la pandemia, se les permitió que visitaran todo tipo de redes sociales, las ya conocidas y las “nuevas”, aspiraron a ser “youtubers” y gran parte de su vida social fue virtual y en red (más aún en esos tiempos de cuarentena). Con este panorama, el desinstalar lo social, en la pandemia, las vivencias de encierro, la posibilidad de ser los portadores de la enfermedad, llamando a este fenómeno coronafobia, por el posible temor de contagiar a los más grande, también se detectó ansiedad, fatiga pandémica (una reacción de agotamiento frente a una adversidad mantenida y no resuelta) , con todo ese panorama, se los empujó a el impacto de vivir en soledad, de quedarse adentro de su virtualidad, de no relacionarse con sus pares. Por ende, al retornar al mundo fuera de las cavernas, esto trajo, toda la inestabilidad, que se sumó al cambio de época, resultando, lo que estamos viviendo hoy, quizás sea lo más parecido a una pandemia en salud mental, trastornos de sueño, ansiedad, ataques de pánicos, depresiones, aumento de la tasa de suicidio, autolesiones y podríamos seguir enumerando los síntomas. Las redes sociales se fueron convirtiendo en un refugio para muchas personas jóvenes que se sentían mal. (Cabe destacar que un uso adecuado de las mismas es positivo. De hecho, en parte gracias a ellas la desconexión social durante el confinamiento no fue total), pero quedarse dentro de la red, relacionarse más en red, que en espacios al aire libre o institucionales diversos, hoy es parte de los nuevos escenarios. Es notorio, que, según otra terminología, también se los denomina, a estas nuevas generaciones, la generación cristal, dado que, están todo el tiempo en la vanguardia de la tecnología, pero a la vez no saben cómo procesar esas grandes cantidades de información, y por la cualidad efímera que tienen sus vínculos y sus emociones, su fragilidad que, expuesta en muchísimos eventos, con sus pares, en el rendimiento académico, con el mundo adulto etc. Es por estos motivos, que estos chicos necesitan desarrollar una inteligencia emocional, que les permita conectarse mejor con el mundo, porque están expuestos a demasiadas imágenes fuertes, y no desean obedecer mandatos que ya no tienen sentido para ellos pierden, muchas veces un poco de identidad. Es común que haya en los adolescentes una ‘doble vida’. En Internet tenemos, una vida, de mucha más desinhibición, pero a su vez ‘todo es perfecto’, por ello, tratan de buscar ‘su mejor perfil’, ‘su mejor foto’, ‘la mejor ropa’, porque ‘no está bueno ser feo y porque muchas veces, no saben quiénes son, ellos mismos, si saben más lo que quieren que los otros, sepan de ellos. Los chicos desde temprana edad transforman su vida con las redes sociales, arrancan con un juego, ahí crean un mundo muy distinto al real. Tienen amigos virtuales y le falta un cable a tierra, un abrazo, una mirada, un encuentro verdadero. Mi experiencia hoy dando clases, en la gestión o en consulta, me ha hecho ver, que muchas personas hoy, denuncian, momentos de una gran sensación, de no sentirse capaces de “conectar” con sus iguales. Sienten que no disfrutan de situaciones sociales con muchas personas y experimentan ansiedad cuando están rodeadas de alguien que acaban de conocer. Por lo planteado, creo que es necesario, que todos los profesionales de la salud, estemos atentos, a trabajar enfáticamente, por programas de detección, prevención e intervención en salud mental, para poder acudir al rescate, de esta nueva era, para que pueda la humanidad, continuar con lo más bello, que tiene que es la posibilidad, de crecer, amar y progresar. *Lic. en Psicología, Lic. en Psicopedagogía USAL, Doctora en Psicología University of Weston, Doctora en Educación USAL, Ex investigadora CONICET, analista, docente universitaria, investigadora, Decana de la Facultad de Psicología y Psicopedagogía de la Universidad del Salvador

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