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  • PARA HURTAR UNAS VIEJAS PERTENENCIAS. El cruel asesinato de David Casas

    Concepcion del Uruguay » La Calle

    Fecha: 05/05/2024 03:50

    Un crimen que conmovió a la opinión pública por la crueldad con la que fue ejecutado, se perpetró en nuestra ciudad el 8 de julio de 2018 en horas de la madrugada. La víctima fue un hombre de 49 años, identificado como Carlos David Casas, que alquilaba una habitación en una pensión ubicada en calle Ameghino, entre calles Artusi y Mitre. Esa madrugada, alrededor de las 03:00Hs, según se comprobó después por las imágenes de las cámaras de seguridad de la zona, ingresaron al lugar Esteban Fabre de 36 años de edad e Iván Luciano Suárez de 28. Afuera los esperaba un hombre más joven, José Alexander Cardozo de 18 años, con un carrito de mano de los que se utilizan para “cartonear”. Minutos después Fabre y Suárez comenzaron a acarrear cosas. Entre ellas una cama con su colchón, una mochila verde, una colcha y otros objetos que iban depositando en el carrito. Al salir por última vez por la puerta del frente los dos condenados por el hecho, comenzó a salir humo por la ventana del cuarto, humo que se fue engrosando a medida que los hombres con el carrito se alejaban del lugar. Alguien, alertado por el humo, llamó a la policía y a los bomberos. Cuando llegaron los servidores de la ley, encontraron en la habitación el cadáver de Casas parcialmente quemado. La madre, una leona En un principio, la hipótesis de los investigadores fue que Casas había muerto en forma accidental. Suponían que estaba fumando y se había quedado profundamente dormido. Opinaban que, al dormirse, el cigarrillo se le habría caído y así comenzó el fuego en la cama. Avisada su mamá, Isabel González, a quien LA CALLE tuvo oportunidad de entrevistar, se dirigió al lugar donde advirtió la falta de los objetos enumerados al principio y, además, aseguró que David no fumaba, y que en ese caso el fuego debía haberse iniciado desde la cabecera y no desde los pies. Estas afirmaciones y observaciones unidas a la insistencia de una mujer que tenía la certeza casi clarividente de una madre de que su hijo había sido víctima de un accionar criminal, dieron un giro a la investigación. Así comenzaron a relevarse las cámaras de seguridad de la zona, en cuyas inmediaciones se veía a los tres hombres y el carrito cargado. El primero en ser identificado fue Cardozo, en la zona de Cantera 25, quien fue contactado por los otros dos hombres que le dijeron que debía trasladar unas cosas desde la pensión. Este hombre pidió prestado el carrito a una vecina para hacer “la changa” que le habían ofrecido Fabre y Suárez. Cayeron luego Fabre en su domicilio del barrio San Vicente conocido como “La manzana podrida”, donde se encontró parte de lo sustraído, mientras que el tercero en ser aprehendido fue Suárez, en la zona de la ciudad de barrio Bartolomé Zapata – barrio La Unión. Comprobado que Cardozo no había participado en el hecho (ya que él no ingresó a la pensión), de estar imputado en un principio, pasó a declarar como testigo. El juicio por el terrible hecho dio comienzo el 19 de marzo de 2019 y terminó con la sentencia el 3 de abril siguiente. La Acusación estableció que Suárez y Fabre ingresaron al lugar, se llevaron los objetos mencionados, y cuando salieron dejaron detrás de sí una columna de humo que fue advertida por Cardozo. Según se logró establecer en la audiencia, Fabre fue quien roció supuestamente con alcohol la cama y las piernas de casas y prendió fuego para luego salir del lugar acompañado de su cómplice Suárez. El estado de alcoholización de Casas le habría impedido despertase a tiempo y cuando lo hizo e intentó bajar de la cama en llamas, ya era tarde. Los sujetos intentaron vender (o vendieron) parte de lo robado, entre ellos la cama. Acerca de este mueble, la señora González manifestó que su hijo con su aguinaldo se había comprado una nueva que era la que usaba, pero se negaba a sacar la cama vieja porque le “gustaban sus espaldares tallados”. Algunos de los otros objetos pertenecían a un señor mayor de apellido Larumbe, quien vivía en situación de calle en el atrio de la Basílica y que solía pernoctar con David en los días muy fríos. Este hombre había fallecido y los acusados codiciaban sus magros bienes que decidieron robar junto con la cama. Las intenciones asesinas de Fabre quedaron al desnudo, ya que él había llevado el alcohol para pender fuego la habitación y un cuchillo. Según declaró Suárez acerca del cuchillo, David estaba dormido, pero en un momento dio signos de despertase, entonces Fabre sacó un facón, pero él se interpuso para que no atacara al durmiente. A Suárez se le imputó no haber intervenido para evitar que Fabre quemara a Casas, que no pidió ayuda, ni llamó a la policía. La condena A Esteban Fabre el Tribunal lo condenó a la pena de “Prisión perpetua calificada por el infortunio de víctima y homicidio doblemente calificado por alevosía y criminis causa en concurso real” y también se le dieron 5 años de prisión en suspenso por Hurto Simple, hecho perpetrado en el Albergue para indigentes ubicado en inmediaciones del CEF N3. Iván Luciano Suárez, en tanto, fue condenado solo a 5 años de prisión por los delitos de “Hurto calificado por el infortunio de la víctima en grado de coautoría” y se lo absolvió por daño calificado de la acusación de Daño involuntario, por la rotura de una reja en la Comisaría Primera. Sabor a poco Tuve la oportunidad de entrevistar a Isabel González, mamá de David Casas, como se lo conocía en la ciudad al joven que resultó víctima del cruel hecho. Me impresionó como una mujer firme, luchadora, que supo convertir el dolor en el combustible de su demanda de justicia. Isabel no vaciló en exponer a las autoridades su convencimiento de que la muerte de su hijo no fue accidental. Gracias a su corazón de mamá, su perspicacia y la fuerza de voluntad, este crimen no quedó impune, tampoco hay que poner en duda la capacidad de la Policía que al final podría haber dado con los asesinos, aunque la primera hipótesis fue la de la muerte accidental. Tampoco, sin poner en duda la idoneidad de los jueces, la condena a Suárez dejó un sabor a poco.

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