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  • A los 70 Sonia hizo cumbre en la segunda montaña más alta de la Patagonia: «Hay que animarse»

    » Rio Negro

    Fecha: 05/05/2024 03:23

    Al frente, el guía Matías Lara. Detrás, como en todo el ascenso, Sonia Parada. A los 70 años cumplió su sueño de conquistar la cumbre del volcan Tromen, de 4114 metros. Fotos: Raúl Rebolledo Por estos días, cuando va al gimnasio, a trotar, a subir y bajar las cuestas con las chicas de 30 del grupo del profe Néstor o sale a hacer las compras en Chos Malal, la puerta de entrada a otro mundo, el del apasionante norte neuquino, Sonia Parada siente que la tratan distinto. Ahí, entre esos cerros pintados de blanco que merodean pumas y sobrevuelan cóndores, acaba de conquistar a los 70 años la segunda cumbre más alta de la Patagonia, la del volcán Tromen, ese inmenso faro nevado con las mejores vistas que la deslumbraba cuando lo veía de chica desde el puesto donde se crió. Algunos dudaron cuando dijo que lo iba a intentar, pero ella no. Y se animó al ascenso de dos días, a dormir en una carpa a 2780 metros, al frío extremo, como parte del grupo que desafió al gigante dormido de 4114 metros que hizo erupción por última vez en 1828. Imponente. El camino hacía el volcán. Había varios con más de 60 en ese equipo de los sueños con mayoría de integrantes del norte de Neuquén guiados por Raúl Rebolledo y Matías Lara, otros dos nacidos y criados apasionados por explorar las maravillas agrestes de su lugar en el mundo, pero Sonia era la más grandecita, como dice con una sonrisa. Ella sabía que los que no le tanta tenían fe era justo por eso, por la edad, pero a ella le sobraba confianza. -Es que no tiene que ver con la edad, tiene que ver con tu espíritu, con creer que lo que podés hacer – explica un mediodía de otoño. Y Sonia, que nunca fue de conversar demasiado, como dice, ahora tampoco alarga la charla cuando la felicitan en las calles. Asiente, sonríe, sigue. Orgullosa de haberlo logrado, como cuando lloró de alegría allá arriba en el volcán y en esa panorámica 360 aparecían tantas montañas, valles y volcanes de la Argentina y de Chile. Hacía tanto frío que no daba para quedarse demasiado, después de los abrazos, las felicitaciones y las fotos, se quedaron apenas unos minutos más antes de emprender el regreso con gloria. En la cumbre del Tromen. Un recuerdo inolvidable para Sonia. –Estaba a unos metros del cielo, lo había logrado, lo deseaba tanto -dice fiel a su estilo: pocas palabras para decir mucho. El volcán que veía desde el puesto Sonia Parada sabe lo que es el frío y la nieve desde chica, porque creció al pie de la Cordillera del Viento con su padre Faustino, su madre Mirta Margot Riquelme y sus diez hermanos. En el puesto del paraje Ñirequito, cerca de El Alamito y a 25 km de Chos Malal por la ruta 43, se calefaccionaban con el fogón a leña, iluminaban con faroles a querosén y ella, en aquella infancia con poco y con tanto, participó como todos de los arreos de las cabras y las ovejas a las tierras de la veranada, 13 días de marcha a caballo y los perros como fieles laderos hasta la veranada en Catrinao, cerca de la frontera con Chile, para que las crías se volvieran más fuertes con las pasturas de las laderas y los arroyos de deshielo y la familia encontrara su sustento gracias a esa trashumancia ancestral que aún perdura aunque cada vez sean menos los crianceros. No es el caso de su familia: sus cinco hermanos varones lo son, a puro orgullo. Aquí, en el puesto de José Parada, se inicia el ascenso al volcán. De aquellas aventuras tiene los recuerdos más felices. Por entonces, cada vez que veía el Tromen desde el puesto de invernada donde pasaba la mayor parte del año, pensaba que sería lindo subirlo algún día. Pudo estudiar hasta sexto grado. «Lo que se podía entonces«, explica. De película. El volcán Tromen, la laguna, puro norte neuquino. Fotos: Raúl Rebolledo. Pasaron los años, se casó con Mario, que aportaba a la economía familiar su sueldo de empleado público y ella lo que obtenía como empleada doméstica mientras criaba a los cuatro hijos y se ocupaba de la casa. Un hijo comisario, otro analista de sistemas, una licenciada en Ciencias de la Educación, una odontóloga. «Para una que empezó con tan poco, que lleguen tan lejos da felicidad», dice. Y un día, con todos ya recibidos, encontró tiempo para ella. «Las madres pensamos poco en nosotras», explica. Y empezó a ir al gimnasio, a salir a correr, a subir cerros. Y así llegó un día a lo más alto del Tromen. Rumbo a lo más alto Rumbo a la cumbre del Tromen, con nieve desde los 3100 metros, en el tramo más exigente. Las fotos son del guía que cerraba la marcha. El grupo partió desde Chos Malal y recorrió 55 km llegar a la base del volcán y la laguna Tromen. A unos 50 metros de la orilla empezaría el ascenso, que se dividió en dos días. Los guías planificaron un ritmo constante pero no tan áspera para que todos disfrutaran de los paisajes a medida que subían, que de eso se trataba también. El primer día, bordeando un arroyo, llegaron en tres horas y media después al campamento a 2780 metros, donde hicieron noche y el viento hacía sentir su furia. No fue fácil dormir. El segundo día, iniciaron el ataque a la cumbre a las 5.30 AM, aún en la oscuridad. Los esperaban unas cinco horas y media de marcha más exigente y empinada. Con nieve desde los 3100 metros, que se hacía más espesa a medida que subían. A los 3600 metros atravesaron un campo de lava y arriba los esperaba la nieve. Sonia ocupaba el segundo lugar en la fila, siempre atrás del guía Matías Lara, que encabeza la marcha que cerraba su colega y compañero Raúl, atento a cada movimiento delante de sus ojos. A Sonia la seguían de cerca y le preguntaban si necesitaba algo. Siempre dijo que no, excepto cuando pidió guantes más abrigados que los que llevaba. “Hacía mucho frío”, dice. Raúl estima que la sensación térmica estaba entre los 10 y 15 grados bajo cero a medida que llegaban a lo más alto. La banda del Tromen en la cumbre, con varios + 60. Traigan cerros que sobra energía… Cuando al fin llegaron fue emocionante la reacción de cada integrante, relata el guía Raúl. “Se alentaban, se felicitaban, se abrazaban. Varios con más de 60 años, era lindo ver eso. Les había tocado un clima invernal y se la bancaron como los mejores”, dice Raúl. Sonia en la cumbre del Tromen, El regreso fue con ese espíritu alegre que dominó la salida pese a las condiciones extremas. Los guías ya están pensando en la próxima salida. Sonia, por las dudas, siempre está atenta a preguntar qué planean. Ahora no se quiere perder ninguna. Nacidos y criados que apuestan al norte neuquino * Los guías de trekking y montañismo de la expedición a la cumbre del volcán Tromen habilitados por la Dirección Provincial de Turismo fueron Raúl Rebolledo y Matías Lara, ambos nacidos y criados en el norte neuquino que apuestan a explorar las maravillas de su tierra desde Chos Malal, donde viven. Cada uno tenía su propio emprendimiento para organizar salidas, pero ahora decidieron fusionarse y crear Cráter Expediciones y Logística, como los vas a encontrar pronto en las redes. * Entre las que ofrecen está la del volcán Tromen y la que participó Sonia fue la última de este año. Entre otros, también estuvieron Nicanor Tillería y Mirta (por tercera vez al Tromen) Nely Della Cha (segunda) y Mirta Parada (primera). Fueron parte del grupo, además viajeros de Neuquén, Cipolletti y Mendoza. Desde el grupo organizador, estuvo también Gachy Cabrera, guía baqueana que cada fin de semana sale recorrer el norte neuquino con Raúl, su marido. * Como varios de los asistentes tenían más de 60 años como Darío, Gabriel, Pablo, Graciela y Guillermo, se optó por un ritmo de marcha más lento pero constante, para que pudieran disfrutar de la sorprendente belleza de los paisajes. * La travesía de dos días al volcán Tromen se completa con dos noches con cena y desayuno en el Hostel La Quimera y una cena de agasajo y cierre en la bodega Des de la torre, en ambos casos en Chos Malal. Además de la guiada, el servicio incluye el equipo como la carpa de alta montaña, los de cocina y el alimento termoestabilizado que provee una empresa de Mar del Plata (guisos, pollo, guarniciones) que solo hay que calentar con agua porque ya está listo para comer. El precio por persona es de 200 mil pesos y en el caso de quienes son del norte neuquino y no utilicen los servicios del hostel se hace un descuento especial. Puesteros ofrecen el servicio de acarreo en el Tromen. * Como una variante interesante, Raúl y Matías contratan la asistencia de puesteros de la zona para que con sus burros y caballos trasladen todo lo necesario para montar el campamento a 2780 metros y las mochilas de los expedicionarios. “Nos gusta eso porque conocen la zona y con este trabajo se pueden hacer unos pesos. Y además les ofrecen sus productos a los turistas, por ejemplo un chivo. Y claro, se entusiasman y les compran. Y siempre es interesante charlar con ellos sobre sus vivencias y forma de vida en el norte de la provincia”, comenta Raúl. La próxima salida será el 12 de mayo al cerro El Palao. Contactos: 2948411536 / 2942443915

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