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  • ¿Javier Milei y Miguel Ángel Pichetto enemigos íntimos?

    » Agencia Nova

    Fecha: 05/05/2024 01:21

    El pueblo, las Pymes y los Comercios cargarán con el costo de tanta generosidad. Sin embargo, también queda en claro que perdió innecesariamente casi cuatro meses para conseguirlo, y que, para conseguirlo, tuvo que aceptar la negociación con la “casta” política para poder hacerlo. El Gobierno pudo celebrar la media sanción en Diputados de la “Ley Limousina”, en la que sólo figuran beneficios y privilegios para la casta de empresarios más poderosos. En el tramo decisivo de las negociaciones, Javier Milei fue enviado de viaje al exterior, para evitar su intervención disruptiva que hubiera puesto en riesgo el resultado final. Tras la aprobación de la media sanción, la cuenta de X de la Oficina del Presidente destacó el “compromiso patriótico” de Miguel Pichetto, Cristian Ritondo y Rodrigo De Loredo, los jefes de las bancadas que posibilitaron la media sanción. La “casta” ya no tiene miedo: está más sólida que nunca. En realidad, la media sanción de la ley significó la derrota del ejército de trolls oficialistas y de las estrategias digitales. En el entorno del Ministro del Interior, Guillermo Francos, celebraban que "Ganó la política". "Menos trolls y más política", destacaban en la Casa Rosada como clave de este primer logro legislativo. Claro está que muchos de los que ahora son considerados como “héroes” y “patriotas” habían sido sindicados como "traidores a la Patria" hasta no hace mucho. ¿Realmente Miguel Pichetto y Florencio Randazzo fueron “convencidos” a cambio de la entrega de terrenos ferroviarios? La sombra de la corrupción se instaló sobre el gobierno de Milei desde el día 1 de su gestión. Empresarios amigos beneficiados con decisiones gubernamentales, DNUs y proyectos de ley donde tras de la mayoría de los artículos hay un beneficiario concreto; redacción de normas y documentos públicos en estudios privados de grande empresarios y corporaciones. Todo indica que, más tarde o más temprano, comenzarán a estallar los escándalos. No fueron estos los únicos beneficiarios. El Gobierno santafesino de Maximiliando Pullaro, anunció la reactivación de obras en los accesos a los puertos, infraestructura urbana y acueductos financiados por Nación en la previa al tratamiento de la Ley Limousine” en el Senado. Muchos otros gobernadores recibieron ofertas similares a cambio de acompañar la aprobación definitiva. Así Milei y su tesis de que la obra pública es un agujero de corrupción que siempre benefició a empresarios "entongados con la casta política" quedó invalidada. Lo mismo pasó con el mendocino Cornejo, benficiado con más de mil millones de pesos para obras. El tucumano Osvaldo Jaldo ya comenzó a cobrar hace rato su traición al peronismo, y ahora llega el turno del catamarqueño Raúl Jalil dentro de ese mismo espacio. Votos legislativos por obra pública y beneficios personales: más casta no se consigue. Estas eran las conductas que Milei prometió a sus electores que serían desterradas: o nunca pensó seriamente en hacerlo, o su fracaso es absoluto. El encargado de cerrar el intercambio de obra pública por votos fue el Ministro del Interior, quien visitó Rosario para participar del primer Encuentro Federal de Ciudades Capitales y Alternas donde intendentes de todo el país. En esa reunión, todos le pidieron a Francos la reactivación de las obras públicas, y se llevaron la promesa formal de que el gobierno cambiará su política de “obra pública cero”, a cambio de respaldo legislativo para los proyectos del oficialismo. Desde la Casa Rosada dejan trascender hacen que la hoja de ruta consiste en alejar al Presidente de toda incidencia en la negociación política de acuerdos, y direccionarlo hacia una consolidación de su figura internacional. Así estarían todos contentos: Milei cumpliría su objetivo de conseguir fama, y el gobierno podría funcionar del modo tradicional, en manos de una “casta” que sobrevivió a pesar de todos los ataques y descalificaciones presidenciales. Por esta razón, ahora que está en curso un proceso de cambio de nuevos beneficios por votos en vista al tratamiento de la ley en el Senado, Javier Milei realizará su cuarto viaje a Estados Unidos desde que fue electo presidente. Y, otra vez, no será para ser recibido por el presidente Joe Biden en la Casa Blanca sino para otra gira privada: esta vez volará a Los Ángeles, Estados Unidos, para participar del Foro del Instituto Milken, que nuclea a empresarios, banqueros, CEOs y principales fondos de inversión. El “loquito” disfruta contento su juguetito: se siente una rockstar, mientras que los intereses que se mueven detrás de su gobierno hacen su juego sin complicaciones. Mientras tanto, la recesión se ha convertido en depresión, la economía no cierra por ningún lado, el campo no liquida su cosecha, las movilizaciones masivas y las medidas de fuerza se incrementan y la canciller Diana Mondino hace todo lo posible para que fracase algún entendimiento con China para postergar el pago de 5 mil millones de dólares que vencen en los meses venideros. De la llegada de algún préstamo para evitar la implosión de la economía ni noticias: nadie cree seriamente en el exterior que esta experiencia pueda sostenerse en el tiempo. Apenas una primavera para lavadores y fugadores, con el sello característico de Luis Caputo. En las sombras, tres jugadores apuestan a la aprobación de la “Ley Limousine”, pero no para darle gobernabilidad a Milei, sino para beneficiarse de ella, una vez que llegue el final anticipado de su gobierno, algo que todos rumorean pero que nadie expresa en voz alta. Miguel Pichetto está seguro de ser el favorito en una eventual Asamblea Legislativa para sucederlo. Victoria Villarruel fortalece sus vínculos con el peronismo para no ser arrasada por el tsunami y ser la favorecida. Y Mauricio Macri se juega por la vicepresidenta, imaginando que obtendrá grandes beneficios de su eventual apoyo. Con el presidente psiquiátrico de viaje, todos mueven sus fichas y se aprestan a que llegue el momento de quiebre en las mejores condiciones para cada uno. Mientras tanto, el pueblo sufre las consecuencias de una dirigencia que no deja de despreciarlo. ¿Será capaz la sociedad argentina de hacer “tronar el escarmiento” e impulsar un nuevo “que se vayan todos” como en 2001, pero esta vez en serio? ¿O estaremos condenados a continuar con la declinación sin fin que parece ser el paraíso dorado para sus beneficiarios, una casta que excede largamente a la política?

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