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  • Manías argentas: de “Cristina eterna” a “motosierra eterna"

    » La Nacion

    Fecha: 05/05/2024 01:17

    Escuchar Los extremos se tocan; las consignas, también. Cambian las ideologías gobernantes, pero las ansias de perpetuidad no varían demasiado. En 2012, la finada Diana Conti lanzaba su “Cristina eterna”, globo de ensayo que procuraba sondear la “re/re” de la entonces presidenta de la Nación, que transitaba su segundo y último mandato consecutivo, de acuerdo con lo que marca la Constitución nacional, desde su reforma de 1994. La victoria, en las legislativas de 2013, de Sergio Massa, enfrentado entonces con el kirchnerismo, pinchó ese globo de ensayo. Pero el año pasado, cuando todavía no se habían definido las candidaturas presidenciales, Conti volvió otra vez a batir el parche con esa cantinela. Días atrás se conoció una nueva amenaza vitalicia, no personalizada como la otra en un nombre, pero sí en un objeto que fue el leitmotiv de la exitosa campaña electoral de Javier Milei: la motosierra, como inquietante metáfora de los recortes profundos que pensaba hacer en el Estado si llegaba al poder y que, efectivamente, lleva adelante desde su asunción a la más alta magistratura del país el 10 de diciembre último. Fue el vocero presidencial, Manuel Adorni, quien expresó una idea similar a la de Conti, pero referida al actual presidente. “La motosierra es eterna. No hay fin de la motosierra. La motosierra es para siempre”, subrayó durante una de sus habituales conferencias de prensa. Agregó que, así como hoy se habla de eso, ocurrirá lo mismo dentro de cuatro años. “Y si Dios lo quiere –completó–, y los argentinos así lo consideran”, habrá motosierra también dentro de ocho años. Traducción: si se sigue hablando del tema de aquí en más hasta 2027 es porque el oficialismo ya empieza a soñar con la reelección. Pongamos que hablar de ocho años es por ahora solo un deseo demasiado optimista de Adorni. Aunque de ser así, e impedido de aspirar a una “re/re” Milei, ¿alguien ya está pensando en un operativo “Karina presidenta”? Ciencia ficción, por ahora. Pero de concretarse tal posibilidad se abriría una nueva saga en el nepotismo presidencial que el peronismo probó con tanto éxito entre cónyuges (Perón, con Isabel; Kirchner, con Cristina). “Los hermanos sean unidos”, ya lo dice el Martín Fierro, mandamiento que los Milei respetan a rajatabla. En la semana que pasó el Presidente aludió en dos ocasiones a 2027: el domingo, por LN+, y el miércoles, por la Radio El Observador. Es verdad que en esta última ocasión también habló de retirarse tranquilo con sus perros y de que volvería a vivir de sus conferencias (agregó que la gente decidirá si sigue otro mandato más o no), pero en la primera entrevista fue más lejos y expresó sus ganas de enfrentar en 2027 a Cristina Kirchner. No hay mejor noticia para la gran mentora del gobierno anterior que el actual presidente considere que ella seguirá manteniendo tal vigencia como para llegar con aptitud electoral a 2027. Detalle: siempre y cuando la Corte Suprema no se expida antes y confirme su condena en la causa Vialidad (y en las que, ínterin, puedan sumarse) y deba purgar su pena, al menos en prisión domiciliaria, dada su edad. Cristina Kirchner, por su parte, está haciendo todo lo posible para que la profecía de Diana Conti se cumpla. Venía de varios meses de quitar el cuerpo a su presencialidad en la vidriera pública, que compensaba con una actividad sostenida en sus redes sociales y en el documento crítico contra el Gobierno que emitió en febrero último. Pero con motivo de la reinstalación de la estatua itinerante de su marido –primero estuvo a la entrada del edificio de la Unasur, en Quito; luego la albergó el CCK, y ahora se encuentra en el recién inaugurado microestadio de Quilmes, que lleva su nombre– Cristina volvió a corporizarse, probablemente envalentonada por sobredimensionar el daño que la masiva marcha en favor de la universidad pública supuestamente le ocasionó al presidente Milei. Diana Conti se preguntaba “qué valor en sí mismo tiene la alternancia en una democracia si el país se te va al bombo”. La alternancia es un pilar imprescindible que preserva la buena salud del sistema. Lo prueban democracias tan cercanas como las de Chile y Uruguay, que, como lo marcaba nuestra Constitución original, conceden un solo mandato presidencial sin posibilidad de reelección consecutiva. En la Argentina, solo dos provincias siguen ese sano principio: Santa Fe y Mendoza. En las antípodas está Formosa. “No sé si hay alguien mejor que Insfrán para gobernar Formosa. Por algo el pueblo lo vota”, justificaba Conti el adefesio consistente en que una sola persona –Gildo Insfrán– permanezca en el poder desde 1987, primero, como vicegobernador y, desde 1995, ininterrumpidamente como titular del Poder Ejecutivo de esa provincia. Ahora la Corte puso el foco en el tema. Más vale tarde que nunca.

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