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  • Marcelo Subiotto: entre el presagio y la fragilidad

    » El dia La Plata

    Fecha: 04/05/2024 19:25

    Hombre de teatro, Marcelo Subiotto regresó como protagonista el año pasado al cine con una película que “nos excedió a todos” y que logró lo que no muchas: trascender. “Puan”, estrenada en octubre pasado, en plena época electoral, dejaba espiar en medio de su historia una mirada “distópica” sobre el futuro de la educación pública; un presagio, como muchos lo consideraron cuando se acabaron lo discursos y llegó la realidad, y por lo que ahora es analizada, según el actor, como “casi un documental”. Con ese fenómeno del cine que abrazó a otros colectivos culturales todavía en proceso, el intérprete retomó “Los Pájaros”, un unipersonal rico por su “fragilidad”, una invitación honesta y respetuosa que ofrece funciones los domingos en el porteño Teatro del Pueblo. La pieza, dirigida por Juan Ignacio González, sobre una dramaturgia compartida con Ignacio Torres, se construye a partir de los pensamientos de Aldo, que se ligan con el recorrido de la ruta que fue atravesando en su moto y con el trayecto migratorio de los pájaros. Estrenada en 2019, ofreció pocas funciones de “ajuste” en el Centro Cultural Rojas, con la idea de iniciar su primera temporada en marzo siguiente. Pero: pandemia. Por eso, advirtió Subiotto en diálogo con EL DIA, “nunca logramos tener una temporada, como lo estamos haciendo ahora”. La obra tiene funciones los domingos a las 20 en Teatro del Pueblo, Lavalle 3636, y las entradas se pueden reservar por Alternativa Teatral. Dialogamos con él. -¿Fue creciendo, resignificándose, el material desde aquellas primeras funciones? -Mucho. Cuando Juan me trajo el texto y empezamos a trabajar, se armó una dupla de laburo muy linda, nos complementamos muy bien trabajando. Pero nunca terminábamos de estar del todo conformes, así que lo fuimos retocando mucho, no solo después de esas primeras funciones sino en otras que fuimos haciendo espaciadas. Trabajamos mucho sobre algunos aspectos de la música, que nos parecía que era algo importante, y logramos llevar el espectáculo a un lugar de mucha fragilidad. Es un espectáculo muy frágil, una invitación al público para que se meta en ese relato, y es una invitación muy respetuosa. En esa fragilidad está la fortaleza de este laburo, lo rico que tiene, y hoy creo que está en su punto justo. -¿Fue esa fragilidad lo que te llevó a querer ser parte del universo de Aldo? -Bueno, el espectáculo tiene una característica muy particular, que es este personaje, que me gustó mucho: tiene una especie de subjetividad como la de un rockero de los 70, y no es que habla de rock, pero tiene como cierta inocencia. Es una personaje muy sincero, muy puro en lo que piensa y lo que transmite, y en su forma de estar en el mundo. Esto por un lado. Y por el otro, el texto es un texto de un viaje, un viaje en moto desde el norte de Córdoba hasta Salta, donde está el salar. Pero a los 10 minutos de la obra te das cuenta que no hay moto, que el tipo no se está moviendo, y que el viaje es otro, de otro tipo, y ese recorrido interno para mí fue muy rico porque tenía todos los condimentos que a mí como actor me gusta investigar, sobre todo en los unipersonales. -No es tu primer unipersonal, ¿cómo te llevás con el formato? -Es un formato que me gusta hacer, siempre el material entiendo que tiene que estar en estos lugares de fragilidad. No te subís al escenario a conquistar al público: te subís a invitarlo y a enfrentarte con ese vacío de no saber si esa invitación va a llegar finalmente a buen puerto. Pero no por la calidad o no del espectáculo, sino porque es una invitación que invita al espectador a ir también. -¿Qué sentido tiene para vos subir al escenario del Teatro del Pueblo que antes fuera el escenario de Puerta Roja, tu propio teatro? -Bueno, eso es muy hermoso, porque fue donde funcionó Puerta Roja desde el 2002 hasta principios de 2014. Es volver a una sala que para mí tiene muchos recuerdos y donde de alguna manera tenemos la alegría de saber que en ese espacio geográfico del Abasto, un día con Adrián Canale, fundamos un teatro y ese teatro que se fundó, quedó para siempre. Porque atrás llegó el Teatro del Pueblo, con toda su tradición de teatro independiente, y hoy está ahí y ojalá se quede por mucho tiempo, a pesar de todas las políticas de recorte y de complicaciones que tienen los teatros independientes con las medidas que hay hoy en lo que ya sabemos. -¿Estar haciendo teatro hoy, en este contexto, tiene un valor especial? -El teatro es un lugar de encuentro, sobre todo el teatro independiente: es su ADN. En un momento en el cual todo está siendo tan hostil, sobre todo para lo social y para lo colectivo, me parece que en estos lugares se reafirma esa condición de lo colectivo en cuanto a que uno es a partir del otro y de los otros, de ese encuentro y de ese ida y vuelta. Me parece que son lugares muy importantes que hay que defender porque de alguna manera subrayan esa condición social de este individuo como ser social, no como un individuo para sí mismo. Me parece la discusión que empieza a estar hoy, de manera un poquitito a veces oculta, pero en definitiva es esa para mí, es si vamos a ser personas que viven en una jungla y que triunfa el más fuerte, o si construimos una sociedad, si somos uno con el otro, si hay un prójimo. El teatro tiene todo eso. “Con el unipersonal, no te subís al escenario a conquistar al público, te subís a hacerle una invitación” Marcelo Subiotto, actor -¿Cómo vivís todo lo que generó y sigue generando “Puan”? -Es una película que a nosotros nos excedió hace ya tiempo. Es una película que cuando se estrenó, en pleno momento de elecciones, ya se estaba hablando de esta posibilidad, de si las universidades públicas sí o no, si adoctrinan o no, y todo lo que hoy estamos viviendo, ya desde una decisión de gobierno, porque ya no es un discurso, sino una realidad: la marcha de la semana pasada fue un ejemplo evidente. Y la película, es una película escrita hace muchísimo tiempo, y que cuando se estrenó, su historia parecía distópica, después se volvió realista, y ahora es casi un documental. Vive en la película una suerte de identificación con lo que sucede hoy, y que sucede también con respecto a los colectivos. Hay muchos colectivos de cultura, de cine, de teatro, de todos los lugares del país donde piden la película para pasarla, para charlar, para debatir. Como hecho artístico está en un lugar hermoso: ya trascendió. -¿Qué nos podés contar sobre “El Eternauta”, serie de la que serás parte? -Es una experiencia increíble. No puedo adelantar mucho por cuestiones contractuales pero en este momento está en un proceso de postproducción, se están editando los capítulos. El trabajo es muy complejo en cuanto a lo técnico, porque tiene muchos efectos especiales. No sé si llegará a estrenarse este año pero la verdad es que es un proceso increíble. Bruno Stagnaro está en un lugar impresionante y me parece que una vez más va a demostrar todo su talento.

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