Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Calle Florida: de vidriera de la aristocracia a la decadencia y los planes para recuperarla

    » Clarin

    Fecha: 04/05/2024 13:32

    El 25 de mayo de 1814 hubo una batalla que casi nadie recuerda, pero que de algún modo está en la mente de todos. El ejército criollo liderado por los coroneles Ignacio Warnes y Juan Antonio Álvarez de Arenales derrotó a las fuerzas realistas en el Valle de la Florida, hoy territorio boliviano, una victoria que fue clave para la soberanía del Alto Perú y para el sostenimiento del proceso revolucionario de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El nombre del combate olvidado perdura en el de la peatonal más importante de Buenos Aires, Florida, que fue bautizada así hace 200 años. En la época colonial era llamada de manera coloquial Del Correo, hasta que se consagró en 1789 como la primera calle empedrada de la ciudad, ganándose un nombre obvio: Del Empedrado. En 1808, tras las Invasiones Inglesas, pasó a ser Unquera y en 1824 fue finalmente bautizada como La Florida. Juan Manuel de Rosas optó por denominarla Perú, pero en 1852 recuperó el nombre que evoca el triunfo independentista de 1814. En 1913 peatonalizaron algunos tramos y en 1971, toda su traza. Pero lo importante es lo que representa Florida en la historia porteña: un nervio sensible a los cambios del país. Fue la pasarela donde brillaron los primeros esplendores del “granero del mundo” y donde impactaron fuerte las crisis de las últimas tres décadas. Su fisonomía, conserva rastros de un pasado aristocrático entre muestras de decadencia e intentos de reconversión. “Es realmente impresionante la cantidad de cosas que pasaron en Florida”, dice el historiador Felipe Pigna. En el kilómetro y medio que recorre desde Rivadavia hasta la Plaza San Martín se mezcla lo que alguna vez fue una calle de exposición del estilo de vida patricio con un paseo de compras que hoy depende del turismo extranjero. Desde la Secretaría de Desarrollo Urbano y el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires afirman que el foco actualmente está puesto en convertir la zona en un barrio residencial a través del programa “Mudate a Microcentro”, que propone beneficios impositivos para quienes inviertan en proyectos de ampliación, reforma o refacción de inmuebles destinados a vivienda. Galerías Pacífico, uno de los centros comerciales más frecuentados. Foto: Martín Bonetto. Además, están implementando un cambio en el Código de Edificación para habilitar las reformas de edificios preexistentes y poder adaptarlos a diferentes usos sin perder la identidad de la zona. Sostienen que el abandono de locales y oficinas que sucedió tras la pandemia, “generó la gran oportunidad de transformar la zona para que deje de funcionar exclusivamente como un centro financiero”, y destacan la ubicación del barrio para promover el desarrollo cultural y artístico que atraviesa cada cafetería, tienda y edificio histórico que hay en Florida. De estos últimos, los ejemplos abundan. De hecho, en la esquina de Avenida de Mayo y Perú, en la histórica confitería London City, el escritor Julio Cortázar, según cuenta la leyenda, ideó su primera novela Los Premios (1960). Hoy, entre tazas estampadas y teteras de metal, un grupo de señoras que desayuna en las mesas de la vereda ve su conversación interrumpida por los gritos de “cambio, cambio” de los “arbolitos” que se mueven entre manteros que exhiben desde llaveros con la cara de Messi hasta sahumerios de palo santo. Era la calle de lo top, la que medía el pulso de la ciudad. Una mezcla entre lo snob, lo cultural y lo político. Felipe Pigna Historiador Belle Époque Durante mucho tiempo, Florida estuvo asociada a los sectores sociales con más poder adquisitivo y estatus político, para quienes ostentar su estilo de vida era crucial. “Era la calle de lo top, la que de alguna manera medía el pulso de la ciudad”, explica Pigna. “Como no era peatonal, en principio pasaban los señores y las señoras con sus carros. Algunos importados de Rusia, otros de Francia, con caballos espectaculares. Después llegarían los primeros autos”, agrega. Como el empedrado y los autos, la peatonal alberga muchas de las “primeras veces” de la vida porteña. Cruzando Bartolomé Mitre, de la mano derecha de la calle, se encuentra la Galería Güemes. A simple vista, la entrada es un pasillo dividido en dos por un puesto de perfumería, pero unos metros adelante el techo bajo desaparece y uno no puede evitar mirar hacia arriba. Galería Güemes, edificio emblemático del estilo Art Nouveau. Foto: Martín Bonetto. El edificio que tras su inauguración en 1915 fue considerado el primer rascacielos de Buenos Aires conecta Florida con San Martín y el diseño del arquitecto italiano Francisco Terencio Gianotti se impone con sus techos bóveda, sus bronces híper detallados y su iluminación tenue. Aquí se presentó Carlos Gardel y aquí vivió Antoine de Saint-Exupéry, el autor de El Principito, entre 1929 y 1931 mientras escribía su novela Vuelo Nocturno. Sin embargo, a pesar de algunos comercios notables como Palacio Tango y la cafetería Boston City, locales de ropa, de pesca, accesorios y tecnología, la galería no puede escapar del sentimiento mustio que desprende el microcentro porteño. Algunos locales están vacíos, no tantos como en otras galerías, pero lo que más impacta es la falta de gente paseando un sábado a la tarde. Un guardia de seguridad asegura que luego de las 17 “ya está todo muerto y empieza a cerrar”. Su actividad nocturna se remite a los shows de tango que se realizan en el teatro de su subsuelo y el “rooftop bar” de su sexto piso. El edificio de la antigua tienda Gath & Chaves. Foto: Martín Bonetto. Oíd mortales En la esquina de Florida y Perón, el edificio de la antigua tienda Gath & Chaves sigue en pie con el estilo característico del academicismo francés que inspiró al arquitecto Fleury Tronquoy. Sin embargo, como la mayoría de los lugares más icónicos de la peatonal, el tradicionalismo que mantiene la construcción contrasta con el moderno local de la marca de indumentaria Cuesta Blanca que reemplaza su entrada principal. Más adelante, un grupo de adolescentes se reúne frente a la pared que divide dos restaurantes de comida rápida y debate dónde prefieren almorzar: si en la cadena nacional o en la extranjera. Deciden por la nacional y, al irse, dejan ver una placa de metal con el dibujo de un pentagrama musical que dice: “Oíd mortales. Acorde oficial del Himno Nacional Argentino, aprobado por la Asamblea del año XIII, interpretado por primera vez en esta residencia de Mariquita Sánchez de Thompson”. Debajo, el año: 1813. “Es una cosa rara Florida, porque tenés un poco de todo. Los paseos, los cafés, los encuentros entre los personajes políticos en distintos lugares. Era una calle muy importante por muchos motivos”, agrega Pigna. Tal vez es la variedad de sucesos y acontecimientos de diferentes tipos a lo largo de los años lo que alimenta el caos organizado de la célebre peatonal. “En 1889 sucedió el mitín del Jardín Florida, que fue el evento previo a la Revolución del Parque (una insurrección liderada por la Unión Cívica de Leandro N. Alem). En 1910, aquí armó su carpa el famoso payaso Frank Brown, uno de los fundadores del circo criollo. Es una mezcla entre lo snob, lo cultural y lo político”, apunta Pigna. Galería Mitre, ex sede del diario La Nación. Foto: Martín Bonetto. En efecto, cruzando Sarmiento se enfrentan dos puntos históricos, a la izquierda la librería El Ateneo y a la derecha la Galería Mitre, donde funcionaba el diario La Nación. De un lado, vidrieras de bronce de estilo art nouveau. Del otro, una fachada barroco jesuita. El edificio de El Ateneo primero funcionó como una tienda de música tras su inauguración en 1924. La librería llegó 12 años más tarde. “Son cinco pisos y en el último subsuelo hay un estudio de grabación donde grabó Gardel”, cuenta Ricardo Luis González, gerente de la tienda desde hace 37 años, mientras sube hasta el segundo piso donde los pasillos están decorados con ediciones de diarios de los ‘40 que poseen anuncios de El Ateneo. A la derecha del ascensor se encuentra la antigua sala de reuniones. “Todos estos muebles son originales”, se ríe y golpea suavemente la gran mesa de madera que ocupa el centro del ambiente. “Acá estuvieron Ray Bradbury, Borges, Cortázar. Por acá pasaron todos”, enumera. Otros nombres notables de la literatura que se sentaron a esa mesa de roble fueron María Elena Walsh, Victoria Ocampo y Adolfo Bioy Casares, entre muchos más. Desde la ventana se ve con detalle el antiguo edificio del diario La Nación. “Tenía sus famosas carteleras donde la gente se paraba a leer las noticias. Se escribían con letras intercambiables: entonces, a medida que iban sucediendo cosas, se actualizaban”, relata Pigna. Allí funciona hoy un local de ropa. Ex Confitería Richmond, ahora un local de ropa. Las ofertas sobre un billar antiguo. Foto: Martín Bonetto. En el subsuelo hay un estudio donde grabó Gardel. Acá estuvieron Ray Bradbury, Borges, Cortázar, todos... Ricardo González El Ateneo Moda sobre el billar Donde antes estaba la Confitería Richmond, actualmente también funciona un comercio de indumentaria. El lugar fue punto de reunión de intelectuales y políticos desde 1917. Donde Leopoldo Marechal, Conrado Nalé Roxlo, Xul Solar y otros integrantes del Grupo Florida se reunían a intercambiar opiniones sobre innovaciones vanguardistas, ahora se exhiben pilas de ropa sobre las mesas de billar originales. “Es patrimonio histórico, por eso no pudimos poner nada sobre la boiserie de la pared”, explica Evelyn Ojeda, encargada del local, desde la antigua barra que ahora funciona como mostrador. Señala hacia los percheros que parecen flotar sobre la pared original de la vieja confitería. “No se pudo hacer ni un agujero. Las heladeras tienen que estar en el mismo lugar, no se pueden desarmar. Es todo original.” Hay un espacio detrás de la vidriera, con un par de muebles y un cartel conmemorativo, que está separado por una valla negra. Es una pequeña exhibición histórica entre percheros y maniquíes. Dos sillas de madera con tapizado de cuero y una mesa con un tablero bordó sobre una alfombra verde, rodeados de maxivestidos estampados y jeans de tiro alto. Florida y Córdoba, entre Galerías Pacífico y el Centro Naval. Foto: Martín Bonetto. ¿Te acordás de Harrods? Es evidente que los comercios de calle Florida han mutado a causa de los cambios sociales, culturales y económicos. Las persianas cerradas marcan el signo de la crisis. Pasando Lavalle, a la derecha, la Galería Jardín es uno de los ejemplos más particulares. Ubicada donde hace mucho tiempo se encontraba la sede del Jockey Club, destruida en un incendio en 1953, actualmente posee una gran cantidad de negocios dedicados a la venta de equipos y accesorios electrónicos. Sin embargo, el abandono es tangible. Las escaleras mecánicas que conectan los tres pisos del centro comercial al aire libre no funcionan y sus escalones oxidados están rodeados de árboles y plantas que le dan un aire tétrico. En el subsuelo, los locales vacíos abundan y no es extraño encontrar adolescentes sentados en sus bancos, que también se ven descuidados. Aunque la venta de tecnología se concentra en esta zona, el panorama post-pandemia parece atraer nuevos comerciantes a lo largo de toda la peatonal y la situación de los negocios más antiguos se complica. Pasando Galerías Pacífico y el Centro Naval, en el local 30 de la Galería Buenos Aires que se ubica en el subsuelo del histórico edificio Thompson, la Sastrería Raúl y Celia opera desde hace 20 años. Galería Jardín, donde abunda la venta de tecnología. Las escaleras eléctricas no andan. Foto: Martín Bonetto. “Antes Florida era lo mejor, estar acá era lo máximo que podías soñar para tu negocio. Ahora no”, explica el dueño, sin levantar los ojos de su máquina de coser. “Esto era comercios, trajes, todo de marca. Ahora ponen cualquier cosa.” Dice que la galería está congelada en el tiempo -refiriéndose a su clientela local y estable-, pero no puede evitar expresar su frustración con el estado del barrio. Un sentimiento común entre los comerciantes de la zona. Su punto parece evidenciarse tan solo unos metros más adelante, con el antiguo edificio de Harrods que ocupa gran parte de la cuadra entre Avenida Córdoba y Paraguay. La tienda departamental inglesa de siete pisos inaugurada en 1914 fue la primera y única fuera del Reino Unido. Más allá de ser un comercio también era un punto de encuentro, un lugar donde la gente iba a tomar el té, tocaban orquestas y hasta se filmaron películas. Detalle de la puerta del Centro Naval. Foto: Martín Bonetto. Desde su cierre en 1998, y a pesar de sus numerosos intentos de reabrir, sus pisos de cedro y ascensores de hierro forjado se esconden detrás de persianas metálicas bajas color verde inglés, alambre de púas y ventanas rotas, donde no es inusual ver personas en situación de calle refugiándose bajo el techo de su entrada. “El 800 de Florida, con Harrods cerrada hace tanto tiempo, tiró abajo la calle”, descarga Javier Tinant, el encargado de la tienda de indumentaria para hombre Rhoder’s, cuyo local está en pie desde hace 26 años. Mientras organiza trajes y corbatas, explica que los cambios de Florida fueron un proceso lento, pero la pandemia marcó un antes y un después. También en su entrada, un lustrabotas trabajando. Foto: Martín Bonetto. Después de las ocho de la noche no te recomiendo que pases por Florida porque se vuelve una tierra de nadie. Martín Comerciante “Hubo mucho recambio de locales. Algunos pudieron subsistir y otros no. Nosotros estuvimos cerrados de marzo a agosto de 2020, pero la gente volvió después de mucho tiempo. Tuvimos un 2021 muy malo. Ahora Florida volvió a tener circulación de gente”, agrega. Tanto los nuevos como los viejos comerciantes coinciden en su preocupación por el estado de la peatonal, en particular por la inseguridad. “Después de las 20 no te recomiendo que pases por Florida porque se vuelve una tierra de nadie”, dice Martín, encargado de la tienda de calzado de cuero artesanal Sangang, que abrió hace tan solo ocho meses. Cuenta que a pesar de los intentos de comunicación que tuvieron los comerciantes de la zona con el Gobierno de la Ciudad, todavía no recibieron respuesta. “Tal vez aparecen más oficiales de Policía, pero son los más jóvenes. No hay planes claros”, afirma. Los nuevos comercios de Florida van desde locales de empanadas hasta sex shops. Foto: Martín Bonetto. A pesar de todo, hay algunos comercios de la emblemática peatonal porteña que no solo sobreviven sino que también mantienen el ambiente que los volvió célebres. En la esquina de la calle Paraguay, la famosa cafetería Florida Garden fue un centro de reunión para los grandes referentes de la vanguardia artística de los '60. Iban los artistas que salían del Instituto Di Tella durante sus años de auge, antes de ser clausurado por la dictadura de Juan Carlos Onganía en 1970, como Marta Minujín, Antonio Berni, Edgardo Jiménez, Julio Le Parc, León Ferrari y Les Luthiers, entre otros. Es imposible no transportarse en el tiempo al ver a los mozos vestidos de blanco y negro retirar tazas de café vacías y vasitos de soda a medio tomar de las mesas que ocupan la vereda y entrar por las puertas de vidrio hacia la escalera flotante que ocupa el centro del salón y lleva al primer piso. Confitería Florida Garden, sede de reunión de artistas en los años ‘60. Foto: Martín Bonetto. Entre confitería y confitería yace una calle que es testigo de la cultura porteña. Once cuadras en las que conviven el viejo esplendor de las grandes tiendas, el comercio turístico, hitos históricos, el día a día de los que la transitan camino al trabajo y, por supuesto, quienes vienen a merendar en sus bares notables.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por