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  • Verónica Llinás: "Es un momento en el que la gente necesita mucho reírse"

    » La Capital

    Fecha: 04/05/2024 13:12

    La actriz vuelve a Rosario con una doble función de la comedia “Antígona en el baño”, que estará el 4 y 5 de mayo en el teatro Astengo En “Antigona en el baño”, Verónica Llinás es Ignacia, una estrella televisiva que ya vio pasar su momento de gloria, y se enfrenta al desafío de encarnar el clásico de Sófocles en teatro. Las inseguridades, la edad, y otros miedos aparecerán literalmente en escena, o en el detrás de escena, para impedirle a la artista subirse al escenario. Con un elenco completado por Darío Lopilato, en el rol de su representante, y Héctor Díaz, como un coach ontológico que asiste a la diva en apuros, la obra se presentará el 4 y 5 de mayo en el teatro Astengo. Para Llinás, esta propuesta tiene una profunda implicación personal: no sólo es su protagonista, sino que además la dirige junto a Laura Paredes, y la co-escribió con Facundo Zilberberg. Una premisa que llegó del under la enamoró hace años y la llevó a trabajar intensamente sobre el proyecto hasta poder darle forma a la propuesta actual, pensada para un gran público. Desde su estreno en septiembre de 2023, la obra fue un éxito durante su temporada en el Teatro Astral de la ciudad de Buenos Aires, y realizó recientemente una gira por provincia de Buenos Aires (con Esteban Lamothe en el rol que ahora encarna Lopilato). Después de pasar Venado Tuerto y por Rosario, llegarán también a Rafaela, Santa Fe, Concordia y Gualeguaychú. ¿Cómo fue la gesta de esta obra, en la cual estuviste involucrada en varias aristas? Primero hay que aclarar que no es una adaptación de Sófocles, sino que está pensada a partir de una actriz que quiere hacer una versión moderna de “Antígona”. Es una obra que a mí me dieron hace varios años para hacer en un espacio no tan comercial y a mí me había interesado muchísimo la obra. Me parecía que había que tocar algunas cosas. En ese momento no lo hice, porque no me cerraba que fuera en el off, pero me quedé con la obra en la cabeza. Años más tarde, cuando terminamos de hacer con Solista “Dos locas de remate”, me ofrecían obras y ninguna me gustaba. Y me di cuenta que tenía esta obra en la cabeza, que tenía ganas de hacer este personaje, de contar esta historia. Pensé que tenía muchas posibilidades la obra, tocando algunas cosas, de ser para un gran público. En la versión original se daba por sentado que quien la veía conocía las tragedias de Sófocles, por ejemplo. Entonces lo hablé con el autor, yo ya le había hecho algunas sugerencias de la dramaturgia y al él le pareció bien que yo hiciera una adaptación de la obra. Después, le gustó mucho y me sugirió que fuera una co-autoría, no una adaptación, porque él no iba a hacer la obra de otro modo que no fuera así, con esa nueva versión. A mí me dio mucha alegría, porque hablaba de que estaba muy conforme con lo que terminó siendo. Se lo propuse a la producción de “Dos locas”, que querían seguir trabajando conmigo y yo con ellos. Y confiaron en mi palabra de que esto podía ser un proyecto comercial. Yo le sumé mucho humor. La dirigí con Laura Paredes y también trabajamos bastante con el elenco, con Esteban Lamothe y con Héctor Díaz. Ustedes la van a ver con Darío Lopilato. Fuimos probando cosas, fue muy lindo todo el recorrido hasta llegar a la obra que hacemos hoy, que además se fue ajustando con las funciones y se fue mejorando, aceitando. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Antígona en el baño - Teatro Astral (@antigonaobra) >> Leer más: REFI continúa con su ciclo de teatro todos los miércoles de mayo ¿Cómo fue el proceso de cambiar de actor? Esteban, lamentablemente, no podía sumarse a la gira, por otros compromisos. Y surgió la posibilidad de hacerla con Darío Lopilato. Él venía de trabajar mucho en Mar del Plata, después tenía que viajar a México a grabar con Susana Giménez. Tenía una agenda muy ajustada pero tuvimos la buena suerte de que él había visto la obra, le había encantado, me dijo que la había aplaudido de pie, y yo ni sabía que él había estado. Eso fue hermoso, y él estaba convencido de que quería hacerla así que la metió en su agenda. Esta obra nos da mucha felicidad, no sólo por lo que pasa con el público, sino porque se conformó un equipo de trabajo espectacular, muy colaborativo, muy amoroso, muy generoso. ¿Cuánto tiempo transcurrió desde aquella primera propuesta hasta el estreno? Fueron siete años, más o menos. Esta obra lleva mucho tiempo en mí. Porque este proyecto combinaba dos cosas: el nivel de locura y originalidad que puede tener un proyecto del teatro independiente, con un montón de elementos que tiene el teatro comercial. Una obra dentro de otra obra Decías que te llegaron muchas propuestas que no te convocaban y terminaste volviendo a esta. ¿Qué había en esta historia que te dieron tantas ganas de contarla? En principio, me dieron ganas de contarla porque tiene una idea regente que es maravillosa, que no la puedo decir obviamente. La idea básica ya me parecía excelente. Además, contaba un mundo que a mí me interesaba que era el mundo de esta actriz, a la que ya se le pasaron los años de gloria, que nunca había abordado el teatro porque su representante nunca la había sacado de la televisión. En el ocaso de su estelaridad, se enfrenta con cuestiones con su imagen, con algo que tiene que ver mucho con el cuerpo, y quiere el prestigio del teatro. Por eso quiere hacer este clásico, para el cual ella ya está pasada claramente de edad, pero ella confía que el teatro se ve de lejos y no se va a notar. Y por eso, el día del estreno, el momento que hace a la obra, toda esa seguridad empieza a resquebrajarse y termina encerrada en el baño no pudiendo accionar. Tiene que bañarse para ir al teatro y no puede, se queda ahí en bata. Su representante, que es el hijo de su representante histórico que se murió, y heredó un lugar que le queda grande, no la está pudiendo dominar. Tienen una relación muy tirante y peleadora entre los dos. Entonces, llama a este coach ontológico que hace Héctor Díaz, un actorazo increíble, y que viene a hacer lo que llama ‘paisajismo de la mente’. Uno de estos que de pronto agarran una veta en la farándula y se forran. Empieza a trabajar sobre la relación de ellos porque se da cuenta que ahí hay algo tóxico, y ahí es donde sucede la auténtica tragedia. Veronica Llinas En "Antígona en el baño", Verónica Llinás interpreta a una actriz que entra en crisis el día del estreno de su obra ¿Cuál te parece que es la importancia salir de gira con una obra en este momento? Cuando uno hace algo, en general, no se debe a una sola razón sino que hay varias. La oferta teatral en Buenos Aires es tremenda, porque como no hay ficción en televisión, todos los actores están haciendo teatro. Entonces hay una enorme demanda también. Por otro lado, yo tuve una gira con “Dos locas de remate” que fue maravillosa. La gente respondió de una forma increíble. A mí me pareció que eso fue una siembra de mi parte, porque si bien Solita es muy popular, yo no sé si tanto. Entonces recorrimos muchas provincias, donde la gente me recibió de un modo maravilloso. Quedó algo sembrado ahí que sentí que estaba bueno recolectar. Me parecía que era un buen momento para recorrer el país. Esa gira la padecí un poco porque fue mi primera gira real. En un momento me pesó porque fue muy, muy exigente. Fue demasiado intensa. Ahora con esa experiencia, le propuse a la productora hacer una gira un poco más espaciada. Porque lo que prevalecía siempre, a pesar de esos breves malestares, era la belleza: del país, de las ciudades que visité, de la gente que conocí, de las comidas que comí, del afecto que recibí. ¿Por qué quisiste apostar a la comedia, al humor, teniendo en cuenta la coyuntura política actual? Uno a veces se siente haciendo casi una función sanitaria. Porque la gente tiene tan poco por lo que reír. Yo no creo que esto sea un trabajo solidario, porque una cobra una entrada y tampoco la pavada. Pero incluso quienes pueden pagar esa entrada, no están bien, la gente no la está pasando bien. Así que me parece muy grato lo que le pasa a la gente. Es un momento en el que la gente necesita mucho reírse. ¿Cómo palpitás el regreso a Rosario? Tengo muchas ganas de volver a Rosario, es una ciudad que me encanta. Es el estreno de Darío además, y está bárbaro él. Es un profesional, un histriónico total, tiene la comedia clarísima así que estamos muy tranquilos y confiados. La obra va a cambiar en un montón de cosas que tienen que cambiar porque los physique du rol son muy diferentes, pero lo que se pierde de Esteban, se gana de Darío, y la obra lo sabe aprovechar.

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