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  • Los misterios irresueltos

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 04/05/2024 08:20

    Siguió luego siendo comedor, pero con otros dueños de apellido Pag y bajo la denominación de Comedor La Delfina. Hoy es allí un casino Yo había salido temprano de Concordia, ya que tenía un cliente importante en San José de apellido Salim, que tenía una veterinaria y venta de semillas frente a la plaza, y me pidió que tratara de estar a las siete y media porque tenía que viajar a Buenos Aires a las 9. Era un cliente importante en el rubro de plaguicidas y hasta diría que el mejor que tenía. Me desocupé rápido porque ya tenía listo el cheque y el nuevo pedido, así que me quedó toda la mañana para terminar mi trabajo en San José y seguir viaje a Concepción del Uruguay. Cuando llegué a Concepción del Uruguay era ya el medio día, y después de instalarme en el hotel, baje al comedor para comer algo rápido y acostarme un rato porque estaba realmente cansado. Como recién habían abierto, no había nadie en el comedor. Pero, mi suerte se malogró enseguida. Veo entrar a un viajante conocido mío y por supuesto que vino a sentarse conmigo. “¿Recién llegaste?” me interroga Son esas convenciones para entrar en conversación, seguramente no porque le interesara realmente la respuesta. Pero después me di cuenta que quería conversar de un tema específico, ya que en la primera oportunidad que tuvo, entró en tema. “Vengo de ver a un amigo que está enfermo y espero que, con la ayuda que le presté, mejore” me dice “¿Con tu ayuda? ¿Y cómo?” “Bueno, yo curo por imposición de manos” me contesta Como me pareció extraña la respuesta o por lo menos inesperada. No pude evitar de preguntarle (y eso era, seguramente lo que él quería) ¿“Y eso cómo es?” “Coloco las manos en la parte afectada y le paso mi energía y lo curo” dice “Y vos ¿de dónde sacas la energía que le pasas?” le pregunto Y su respuesta fue más o menos esta. Con voz misteriosa me dice “Tengo la pirámide y a través de ella, recibo la energía del universo” (No hay caso. Siempre me tocan estos tipos cuando me quiero ir a dormir. Este es otro que leyó los libros de Charles Berlitz que estuvieron de moda en ese tiempo) “Mirá Marcelo, yo no creo nada de esos esoterismos, no perdamos el tiempo hablando de esto. No quiero ser descortés con vos, pero eso es lo que pienso y no me vas a convencer” (Pero no hubo caso. Siguió argumentando a pesar de lo que le dije y si el cree eso, bueno, dejémoslo que lo siga creyendo. ¿Para que le voy a hacer entender de que es charlatanería si tiene un convencimiento tan grande?, y por otra parte ¿a mi, que me importa lo que él crea o no? Y además me quería ir a dormir). A veces te tocan estos casos, ahora con menos frecuencia, pero hubo una época en la que salía el tema del “vuelo 19” o sea de los 5 aviones Grumman que desaparecieron en 1945 o de las historias de Edward Van Winkle Jones de Associated Press sobre los barcos desaparecidos en las costas de las Bahamas. Fue famoso también el caso del avión de Pan Am llamado el vuelo 914, que partió del aeropuerto “John F. Kennedy” con destino a Miami y aterrizó 37 años después en Caracas. Caso extraño de verdad y que nunca fue explicado convincentemente, porque el avión despegó de nuevo y allí si que desapareció, aunque quedó constancia en la torre de vuelo del aeropuerto Lo cierto es que Berlitz vendió veinte millones de ejemplares de su libro y el mito quedó instalado. Como remanente de estos misterios irresueltos, quedó la creencia de que a través de esa pirámide era posible recibir energía “positiva” y la capacidad de transmitirla. No creo nada de estas cosas o por lo menos hasta que no exista prueba concluyente que lo explique. Como dije antes, los sostenedores de estos supuestos poderes hoy en día casi no existen o por lo menos no dentro de la gente que conozco. La última vez, de esto harán unos 20 años, fui a la casa de un conocido con el que circunstancialmente me encontré y hablando de varias cosas, me contó que había heredado una colección de sellos postales, pero que no sabía su valor. No me considero un experto ni mucho menos, pero conozco lo suficiente para apreciar si tiene sellos de valor y su cotización en el catálogo Yvert & Tellier. Fui a su casa y me hizo pasar a una especie de altillo o buhardilla donde tenía cosas curiosas, aparte de la colección de la que hablamos que en realidad, era voluminosa y tenía algunos sellos valiosos, pero no del valor que el suponía que tenían, y le indiqué los que tenían mayor cotización. El espacio donde hablábamos era reducido y me estaba incomodando seguir hablando de pie, pues no me invitó a sentarme, a pesar de que había una silla tapizada y aspecto confortable y dos más. Me fui a sentar, sosteniendo el álbum que era bastante voluminoso en esa de aspecto confortable y me dice “¡No, ahí no!!!” En un tono imperativo. “Sentate acá”, y me indicó una de las sillas comunes. Disimuladamente miraba la silla que había elegido primero para sentarme, mientras pensaba si tendría alguna pata rota o algún otro problema, cuando veo pendiente encima de la silla una pirámide hueca colgando de un alambre. Allí entendí su actitud mientras rogaba interiormente que ¡por favor no me emplomara con el cuento de la pirámide! Pero, no hubo caso porque me dice “¿Sabés porque te pedí que no te sentaras allí?” Y yo, queriendo desviarlo del tema le digo, “No tiene importancia” mientras le decía que le convenía llevar el álbum a Buenos Aires y le indicaba las casas más serias dedicadas a la compra y venta de material filatélico como Estudio 20, Samowersky, Kneitschel o Filatelia Austral. Pero, no hubo caso y como si yo no le hubiera dicho nada, siguió tratando de interiorizarme de los poderes de la pirámide. Y no hubo caso, allí me tuvo haciendo como que escuchaba sus insólitas creencias sobre las supuestas propiedades de esa maravilla Finalmente concluí pensando si su interés era realmente que lo aconsejara sobre la colección heredada o incluirme entre los creyentes de ese mito.

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