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  • Javier Milei busca una buena noticia en medio del ajuste y la recesión: apuesta al dígito

    » Clarin

    Fecha: 04/05/2024 06:09

    Salta evidente, por donde se mire, que el Gobierno ha hecho una apuesta extrema al superávit fiscal, como si ahí se jugase su propia suerte. Y en ese empeño no ahorra artilugios ni malabares propios de la llamada contabilidad creativa: “Empieza a sobrarle cada vez menos y necesita encontrar pronto algo que levante las expectativas”, afirma un especialista que conoce este paño y el arte de maniobrar cuentas públicas. Técnico al fin, habla para comenzar de la calidad del superávit fiscal del primer trimestre de 2024 al que Javier Milei calificó como “una hazaña a nivel mundial, un milagro económico y un hito que debe enorgullecernos como país”. Más todavía, “un esfuerzo heroico que la mayoría de los argentinos estamos haciendo”. Exageró el Presidente, eso está claro. El problema es que entre otras cosas ahí existe algo menos épico y definitivamente concreto llamado “deuda flotante”, esto es, un rojo derivado de gastos realizados que aún no han sido pagados y que algunos especialistas calculan en 1,5 billón de pesos. Equivale al 10% del gasto total del trimestre y la mayor parte proviene de obligaciones originadas en inversiones del Estado. Otro paquete enorme es la deuda con compañías generadoras de electricidad y productoras de gas que está en cabeza de Cammesa, una empresa formalmente mixta, paraestatal de verdad, que regula el mercado eléctrico, administra ventas, compras, exportaciones e importaciones. Ahora estamos hablando de alrededor de US$ 2.000 millones o de arriba de 1,7 billón de pesos al tipo de cambio oficial, acumulados desde diciembre de 2023 y todo a la cuenta del gobierno libertario. Bicicleta de las conocidas, Luis Caputo, el ministro de Economía a cargo del operativo, intenta patear el problema para junio, conseguir una quita del 50% sobre el capital adeudado a las generadoras de electricidad y proveedoras de gas y pagar con bonos. Más de esto mismo o parecido a esto mismo aparece en el conflicto del Gobierno con las universidades. La cuestión, aquí, es que la orden de la Casa Rosada no pasó solo por el recorte de los fondos a las casas de estudios: incluyó también la decisión de no transferirles recursos para afrontar las tarifas de luz y de gas, esto es, forzarlas a arreglarse con la plata que les habían mandado. De ahí salió lo de cortar la luz. Puesto del derecho o del revés se trata siempre de ajuste fiscal a todo trance, a veces arbitrario y políticamente costoso como en el caso de las universidades. “Porque estamos cómodos en lo fiscal priorizamos bajar la inflación y no cargar más, de momento, con gastos a la clase media”, dijo Caputo al explicar la postergación de los aumentos en las tarifas de gas y electricidad proyectados para mayo y el incremento del impuesto a los combustibles de junio. Por si no se advirtió, la decisión de no cargar con más gastos a la clase media es sólo “de momento”. De hecho, algunos trascendidos originados en despachos oficiales señalan que hacia mediados de mayo podrían aparecer algunos retoques en la luz y el gas. En combustibles, la novedad fue el 4% promedio que YPF le aplicó el miércoles al precio de las naftas y el gasoil. Datos de ASAP, una entidad dedicada al análisis de las cuentas públicas, le ponen contexto al “estamos cómodos en lo fiscal” del ministro de Economía. Puro ajuste, nuevamente. Lo que sigue remite al porcentaje del presupuesto 2024 que cada organismo lleva gastado, o se le ha autorizado a gastar, hasta fines de marzo. En el Ministerio de Infraestructura, la planilla de ASAP dice 20,4%; un 11,8% en Vialidad Nacional; 0,9% para la Secretaría de Obras Públicas y 22,7% en Desarrollo Territorial y Vivienda. Ya por fuera de reparticiones directamente vinculadas a la marcha de la economía aparecen un minúsculo 0,6% en la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología que depende de la Jefatura de Gabinete, el modesto 12,5% del Ministerio del Interior y el 26,4% en la Secretaría de Educación. Hay organismos, números y casos para todos los gustos, pero el gasto del Estado resulta siempre un muestrario de la importancia o de la poca importancia que el gobierno libertario le da a ciertas actividades. De hecho, también, del lugar que algunas de ellas ocupan en su orden de prioridades. La cucarda se la lleva por lejos la inversión pública, en obras, infraestructura, equipamiento y viviendas sociales. Medida en valores reales, descontada la inflación y comparada con 2023, cayó entre el 83% y el 96% durante el primer trimestre del 2024. Pocas cosas de la gestión de Milei hablan tan claro del ajuste fiscal y del papel que le asigna al Estado como ésta. Visto el cuadro completo y las palabras de Caputo, surge nítido que si el Presidente anda en busca de una noticia que sea verdaderamente buena no la encontrará, al menos por ahora, en la recuperación de la economía. La recesión sin piso está en los informes de la gran mayoría de las consultoras: caída del 9,7% le anotó Orlando Ferreres y Asociados a la actividad durante marzo, con la industria un 12,8% bajo cero y la construcción el 24% también por debajo de cero. Retroceso del 3,3% acaba de estimar, para el 2024 de punta a punta, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico. Motivos: “la alta inflación, un ajuste fiscal considerable pero necesario y la incertidumbre política que pesaron sobre el consumo privado y la inversión durante la mayor parte del año”. “El punto crucial hoy es evitar que la recesión derive en depresión y que el resultado de semejante combo le pegue al empleo”, advierte un economista que milita en el bando medio amigo. Otro aporta a la mezcla una dosis fuerte de derrape del salario real. Frio, frio. Ya demasiado obvia, la buena noticia a la que el Gobierno apuesta todas las fichas es a la inflación de un dígito que, según dicen en Economía, llegará el 14 de mayo con el índice de abril. Dos consultoras han plantado alrededor del 9%. No nos sobra nada, como dice el especialista del comienzo. Y como también rematan institutos de estadísticas del vecindario. El de Uruguay dice 0,6% en abril, 2,8% acumulado desde enero y 3,7% en los últimos doce meses. Y el último de Brasil arranca la serie con 0,2% en marzo, sigue con 1,4% y cierra la serie con 3,9%.

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