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  • Al agro africano se transforma en la gran oportunidad del siglo XXI

    » Clarin

    Fecha: 04/05/2024 05:37

    Marruecos es el principal productor de fosfato del mundo, con 44 millones de toneladas por año; y hay que advertir que este es el insumo decisivo en la producción de fertilizantes, que alcanza a 70 millones de toneladas anuales, y se trata de un componente esencial para la agricultura del sistema global, tanto en los países avanzados como en los emergentes. La pobreza de su agricultura obliga a África a importar por más de U$S 43.000 millones en alimentos por año según el Banco Mundial; y esa cifra se duplicaría hasta alcanzar a U$S 110.000 millones en 2025. La producción africana es altamente ineficiente, y su productividad nula o negativa, con rendimientos que son la mitad o menos que los de India, y son solo 1/5 de los norteamericanos. El agro africano se ve afectado gravemente por la inseguridad política, con amplias zonas sin ley ni orden público, con una infraestructura paupérrima, sobre todo en los amplios espacios de las sabanas del Centro y Oeste del Continente, que son las mejores tierras para la actividad agroalimentaria; y sobre todo estos males planea el desafío del cambio climático, o “calentamiento de la atmósfera”, que tiene en el continente una de las regiones más vulnerables para la gran cuestión de la época. Naciones Unidas prevé que la población del mundo superará los 10.000 millones de habitantes en 2050, que necesitarán para su alimentación un aumento de la producción alimentaria de más de 70% para entonces, además de un auge del consumo de calorías de 60% o más en este periodo. Esto implica por necesidad el uso intensivo de fertilizantes, con un crecimiento extraordinario de la producción de fosfatos. Se trata en definitiva de una reedición de la “revolución verde” que transformó la agricultura del mundo en la década del 60’ y el 70’, solo que esta vez centrada en un alza exponencial del uso de fertilizantes. Esto le otorga a África un nuevo significado en cuanto a la producción agroalimentaria, y con la ayuda de semillas de calidad y mejoras genéticas de envergadura, el continente puede transformarse en un gran exportador agroalimentario del siglo XXI. Al llegar la “revolución verde” a Asia los rendimientos del arroz se duplicaron entre 1965 y 1995; y en este momento más de 60% de la tierra fértil no utilizada del sistema global se encuentra en el continente africano. Es allí donde se abre una extraordinaria oportunidad. El cambio de las condiciones mundiales con vistas a 2050 obliga forzosamente a utilizar la tierra fértil aun disponible, lo que significa multiplicar por tres o 4 los actuales 24Kgs de fertilizantes por hectáreas que se utilizan hoy de acuerdo a la FAO (Organización para la Alimentación y Agricultura de Naciones Unidas). En su inmensa mayoría (más de 90%) los productores africanos son de muy pequeña escala, y el alto porcentaje de ellos se desempeñan en un nivel de mera subsistencia, con el agregado de que sus tierras suelen estar hondamente degradadas. La revolución verde se hizo con el uso intensivo de fertilizantes y pesticidas y sus resultados sobre la producción primaria fueron extraordinarios, pero el daño al medioambiente fue de una magnitud igual o superior, como se pudo advertir en los 30 años posteriores. Por eso hay que intentar el desarrollo de nuevas tecnologías y modos de producción que no destruya la naturaleza sino que la preserve, como se hizo en América del Sur, y sobre todo en la Argentina que es el epicentro de los sistemas productivos amigables con la naturaleza y ante todo de la “Siembra directa”, que es uno de los secretos del milagro “ argentino. El cambio de las condiciones mundiales, especialmente la existencia en África de las únicas tierras fértiles apta para la producción no utilizadas hasta el momento, convierte al continente en la gran oportunidad para un mundo absolutamente unificado por la revolución de la técnica, que tiende a compartir los espacios de gobernabilidad del sistema, lo que afecta sobre todo a EE.UU y China, las dos superpotencias del siglo XXI. Lo que transforma a África en una gigantesca oportunidad no son sus múltiples retrasos ni sus notorias vulnerabilidades, sino las exigencias de un mundo absolutamente unificado que deberá alimentar una población de más de 10.000 millones de habitantes, forzado a expandir su producción de agro alimentos en más de 50% en los próximos 25 años.

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