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  • La doncella Mapuche que visitó a su amor en el mundo de los sueños después de haber muerto

    » LM Neuquen

    Fecha: 04/05/2024 01:59

    Juan Benigar fue una de esas personalidades de novela desde que llegó a la Patagonia de una lejana Europa en 1098. Figura trascendental, cuya trayectoria resulta imprescindible recordar, para poder entender la historia y cultura de la región . El “Sabio Blanco” , como lo llamaron los pueblos originarios con los que vino a convivir, fue uno de los tantos apelativos que resumen su formación integral en múltiples disciplinas que van desde la ingeniería y la antropología hasta el manejo de las disciplinas esotéricas y las religiones comparadas. No menos apasionante es la historia de una de sus esposas, la doncella mapuche Scheypuquin, con quién Benigar vivió una historia de amor que trascendió la dimensión de la muerte y que fue narrada en la obra musical “Cantata de Scheypuquiñ y Juan, memoria cantada”. Raúl Mansilla docente, historiador y poeta, es uno de los autores de la obra coral “Juan Benigar – Voz sutil de la tierra” que en 2019 reunió miradas diversas sobre el legado del sabio. “Al poco tiempo de llegar Juan Benigar a esta zona allá por 1908, conoció a Eufemia Scheypuquiñ Barraza. Ella era una mapuche pampeana catrielera", contó a LMNeuquén. Embed - Sheypukiñ y Juan, memoria cantada. "Los Catriel habían solicitado tierras por la zona Río Colorado, para luego encontrarse que esas tierras ofrecidas por el gobierno, hacia fines del siglo XIX, estaban ya ocupadas y tuvieron así que trasladarse a otras tierras menos fértiles", agregó. Mansilla contó que entre los viajes que hacía Scheypuquiñ hacia la Confluencia, conoció a Juan Benigar en el año 1909 aproximadamente y se casan en 1910 en Cipolletti. "Es interesante visualizar acá que, ella no hablaba muy bien el castellano, ya que su lengua era el mapudungun y tampoco hablaba castellano Benigar, que recién venido a nuestro país, aún lo estaba aprendiendo, si bien se trataba de un políglota con manejo en varios idiomas. Con todo esto podemos imaginar lo que fueron los inicios de esa relación, los primeros días de ese amor. Ella fallece en 1932, que en las propias palabras de Benigar fue 'el año de la fatalidad', un año muy duro porque con ella había tenido 6 hijos varones y 5 mujeres, 11 en total", agregó el historiador. Scheypuquin.jpg Scheypuquin y dos de sus hijas. En palabras de Mansilla, Benigar, como teósofo consumado, cuando vino a esta zona se interesó en las características de vidente de Scheypuquiñ. "No nos olvidemos que ella era nieta de una de las 'machis' más reconocidas de toda la Patagonia que era Bibiana García, una vidente catrielera. Los profundos conocimientos de la disciplina teosóficas le permitieron a Benigar, sin dudas entrever en los saberes de los pueblos mapuches, a través de su vasta cosmogonía puntos de contacto con los misterios ancestrales de ambas culturas”, dijo. La teosofía es una tradición filosófica de inspiración espiritual, cuyo objetivo es el estudio comparativo de las Religiones, Ciencia y Filosofía, con el objeto de descubrir la enseñanza fundamental en cada una de ellas. Fundada en 1875 por la escritora y esoterista Helena Blavatsky, plantea que todas las religiones tienen un origen común. La muerte de Scheypuquiñ y la tradición mapuche Las crónicas registran que después de su muerte, Scheypuquiñ visitaba a su esposo en el mundo de los sueños, prolongando así en la dimensión astral, un contacto espiritual que trascendía los límites tiempo y del espacio. La idílica relación del sabio y de su amada fue plasmada en el año 1986 en la obra musical del rosarino José Luis Bolea y escritor catamarqueño Carlos “Tata” Herrera. Hace unos días al realizarse un homenaje a la memoria de Tata Herrera, al cumplirse un año de su partida en la Casa Museo Gregorio Álvarez, la intérprete musical Fernanda Gazzari rescató el fragmento de la obra en el que se narra poéticamente el encuentro espiritual de Benigar con su amada. tumba juan benigar.jpg La tumba de Juan Benigar. “Juan, Janko, Ivan con su extraordinaria cultura, y ella, con su cosmovisión mapuce, mantuvieron una comunicación amorosa de un plano evolutivo superior, visitándose en sueños. Su romance alumbró once hijos y se sazonó con respeto y cuidados mutuos", comentó Gazzari. "Cuatro rituales días tardó ella, luego de su desaparición física, en aparecerse en el sueño de él para despedirse de su Juan, plasmado en la letra de la Canción del Adiós que integra la cantata. La obra nos muestra cómo el sabio se refiere a su Sheypukiñ, lleno de ternura y respeto. Esto, sumado a la profunda comprensión que alcanzó sobre su cultura, la lengua mapudungun y el tayil/tahil mapuce, revela un espíritu libre de límites geopolíticos, rebelde a sistemas injustos y opresores, conectado con lo esencial, reivindicando la vida hasta en la tierra más yerma. Pudo haber aceptado favores de gente acaudalada pero eligió vivir de acuerdo a su convencimiento y le brindó a Sheypukiñ un amor despojado de dogmas y prejuicios, idioma que ella comprendió naturalmente y retribuyó con generosidad", agregó. "La pluma del Tata Herrera a lo largo de la cantata nos acerca a ese plano de entendimiento, lo transmite con maestría y nos deja en un estado de bella conmoción del que no queremos salir. Yo tomé conocimiento de la existencia de Sheypukiñ y Juan, Memoria Cantada, hace unos cuantos años. Esta cantata escrita por nuestro querido poeta Carlos Horacio Tata Herrera, con música del talentoso José Luis Bollea, pone el ojo en esta bella e inmortal historia de amor”, explicó Gazzari. tata herrera.jpg Tata Herrera. Lucio Herrera, actor, docente y gestor cultural, hijo del “Tata Herrera”, recordó que de la Cantata se hicieron unas cuatro o cinco presentaciones en el Aula Magna de la Universidad del Comahue con una pequeña orquesta de cámara y dos cantantes excepcionales y un locutor de Radio Universidad. "Mi padre vivió en Catriel muchos años y allí se consustanció con la historia de la vida y el periplo de Juan Benigar. La obra tiene partes sumamente emotivas que a todos quienes la escuchábamos era inevitable que nos surgieran las lágrimas. Contaba además con el agregado de los coros que por aquel entonces integraban los alumnos del talentoso músico José Luis Bolea”, contó. De la vida prolífica e inquieta de Juan Benigar se pueden resaltar infinidad de anécdotas y eventos que generarían material para hacer una serie con numerosos capítulos y temporadas. tumbas mapuche.jpg Tumbas en la tradición mapuche. Su viaje a pie desde Cipolletti (la antigua colonia Lucinda) hasta Catriel, donde llega casi moribundo por la deshidratación, su obra de riego, su estancia en la localidad de Aluminé, donde contrae matrimonio por segunda vez, y el árbol bajo cuya sombra exhaló su último aliento, pasando por los misteriosos símbolos que secundan su tumba en la que descansa junto a sus dos amadas, son algunos de los momentos de su vida. La Cantata de Scheypuquiñ y Juan constituye a su vez una obra inspirada e inspiradora que nos acerca a los misterios humanos que sólo parecen tener respuesta en la música y la poesía, que tanto el Tata Herrera como José Luis Bolea supieron plasmar para el asombro de varias generaciones.

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