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  • Milei es una novedad para la política, pero no es la única

    » Clarin

    Fecha: 02/05/2024 19:46

    Está muy a mano la tentación de considerar la llegada de Javier Milei a la Presidencia de la Nación como el gran cambio de la política argentina en las últimas décadas. La forma disruptiva en que se comunica el Presidente con la opinión pública y la muy breve historia política que tienen él mismo y La Libertad Avanza alimentan esa percepción. Pero la aparición de Milei trajo consigo otra modificación que tal vez sea más importante para el futuro próximo. Esa novedad es la desintegración que sufren todos los espacios políticos que no están en el Gobierno. Ninguno de los tres grandes organizadores del conflicto y el paisaje político de los últimos años tiene hoy un liderazgo indiscutido y unificador. No lo tiene el peronismo, no lo tiene el radicalismo y, a pesar de que la semana próxima Mauricio Macri reasumirá la presidencia de su partido, tampoco lo tiene el PRO. En el Gobierno explican esa dispersión diciendo que "enfrente de Milei no hay nada". Ese desierto podría tener consecuencias muy positivas para la Casa Rosada si el oficialismo estuviera mejor organizado, pero eso no ocurrió hasta ahora. A pesar de ello, Milei sí pudo sacar provecho de la dispersión opositora para conseguir hacer avanzar el paquete de leyes que aprobó Diputados esta semana y que ahora tendrá que tratar el Senado. En los números de la votación en particular de los dos proyectos se puede ver que la oposición tuvo fugas de votos en varios sentidos: es difícil rastrear la disciplina partidaria en algunas de esas planillas y también se vuelve difícil encontrarla si se intenta entender algunos de los cambios y recortes que afectaron a los dos proyectos antes de que llegaran al recinto de Diputados. En este último caso, ni siquiera el Gobierno consiguió explicar por qué motivos aceptó sacar algunas partes de las leyes y decidió dejar otras. La primera consecuencia de la falta de organicidad en los espacios de la oposición fue el resurgimiento del peso de los gobernadores. Los jefes provinciales vienen perdiendo relevancia política desde la reforma constitucional de 1994 -la desaparición de los colegios electorales que elegían a los presidentes fue un desaire a los caudillos tradicionales- pero hoy se convirtieron en referentes que se agrandan ante la ausencia de otros jefes más aglutinadores. Eso sucede a pesar de que los gobernadores manejan una porción muy chica de los diputados y los senadores nacionales: el Congreso está lleno hoy de legisladores que no responden a ningún jefe provincial. Así y todo, Milei los eligió como interlocutores privilegiados para hacer avanzar las leyes y también como protagonistas centrales de su Pacto de Mayo. A pesar de que el Presidente dijo que invitaría a los líderes de los partidos de la oposición, ya quedó claro que la contrapartida del acuerdo que se firme en Córdoba serán los gobernadores.

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