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  • Liderar culturas de innovación: romper esquemas y experimentar lo desconocido

    » Cronista.com

    Fecha: 02/05/2024 16:11

    Leyendo al referente internacional en temas de cultura e innovación Nick Udall - CEO de nowhere - encontré interesante su planteo de qué es construir innovación, por qué es importante liderar correctamente y por qué es algo vital en estos momentos. La temática apasiona. Busco día a día nutrirme con información y reflexiones sobre esto porque considero fervientemente que las organizaciones son lo que son gracias al conjunto de personas que la conforman y cómo interactúan entre ellas. Como bien plantea este gran estudioso, cualquiera puede desarrollar estrategias. Pero si no prestamos atención a cambiar los patrones culturales subyacentes, la cultura existente simplemente se replicará en cualquier nueva estrategia. Y si nuestra estrategia se trata totalmente de innovación y dar forma al futuro, también necesitaremos dar forma a nuestra cultura. El gran desafío que nos propone la cultura de una organización - así como la de una nación - es que no cambia de un día para el otro. El cambio cultural tiene un desajuste temporal. Es por eso que hace falta previsión para dar forma a una cultura apta para ejecutar estrategias basadas en la innovación. Cada vez se hace más evidente cómo las propias organizaciones son las que frenan la innovación, siendo sus líderes y sus culturas algunos de los mayores bloqueadores de la misma. Existen varias razones por las que las culturas de innovación son necesarias ahora, como, por ejemplo, los tiempos exponenciales en los que vivimos, la multitud de desafíos que enfrenta el mundo, los niveles cada vez mayores de complejidad e interdependencia, entre otros. Se puede decir que la mayoría de las organizaciones, la mayoría de las culturas, comienzan como oportunistas. Hay un vacío o una necesidad y aprovechan la oportunidad. Las culturas organizativas a menudo evolucionan hacia un modo más experto a medida que aprenden más y desarrollan y amplían su conocimiento. Comienzan a usar su conocimiento como una forma de impulsar la ventaja competitiva. Luego pasan a lo que podemos llamar "cultura dominante", es decir, una cultura de alto rendimiento enfocada en resultados. El alto rendimiento se sobrepone a todo lo demás y se generan techos auto-limitantes. Hoy tenemos el desafío de aprender a romper estos techos y a pasar a culturas innovadoras y modeladoras. Pero para poder hacerlo debemos salir de la zona de confort, entrar en un paradigma diferente. Y afrontar el proceso de iniciación. La iniciación nos permite cambiar nuestra frecuencia. Este proceso de cambio implica varias fases distintas: separación, umbral e incorporación. La separación es la separación de lo conocido, lo familiar. El umbral es adentrarse en lo desconocido, enfrentar los límites propios.. La incorporación es volver al mundo conocido, pero con una conciencia, misión y comprensión totalmente diferentes. La verdadera innovación requiere que crucemos el umbral hacia lo desconocido y que actuemos desde nuestro núcleo. Vivimos en un mundo que ha sido definido por un conjunto mecanicista de imágenes, una era de máquinas. Sin embargo, nuestro pensamiento ha avanzado, y ha tenido que hacerlo. Muchas cosas que alguna vez parecían funcionar ya no lo hacen. No parece haber un lugar seguro para estar. La mayoría de nuestros modelos y enfoques se basan en este paradigma mecanicista, basado en tecnologías "de afuera hacia adentro". Esto ignora el interior de los seres humanos, la forma y la calidad de nuestra conciencia. Pero estamos en un sistema vivo. Los sistemas vivos están integrados y son sensibles, están vivos en cada nivel. Debemos entender que construir y liderar una cultura de innovación comienza ahora y aquí, en cada uno de los que conforman una organización. Nos exige convocar a la creatividad, individual y colectiva. El máximo desafío de las organizaciones radica en salir de la mente cotidiana. Debemos experimentar en lo desconocido, tener fe en el futuro, aferrarnos a lo imposible para que la experiencia no mate nuestra capacidad de renovación; abrirnos al juego y dejar fluir el hambre de aprendizaje. A su vez, no debemos sacar al fracaso de nuestro plan. Equivocarse es la clave para que avance el proceso creativo. Tampoco debemos avergonzarnos por no saber. Con una claridad de propósito, sabiendo bien quiénes somos y qué representamos, nos permitirá canalizar la innovación.

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