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  • Describen algunos crímenes ocurridos en Tierra del Fuego

    » Fin del Mundo

    Fecha: 02/05/2024 08:23

    El 2 de mayo de 1922 02/05/2024 A lrededor de esta fecha, José María Borrero, en su libro La Patagonia Trágica, relata el diálogo entre dos hombres, sentados en un banco próximo al monumento a Hernando de Magallanes, de Punta Arenas, sobre los crímenes ocurridos en Tierra del Fuego. Entre los hechos sangrientos que describió, contó que cuando “una ballena quedó varada en una playa fueguina” y en conocimiento de que “despertaba la gula de los onas. Los cazadores (…) le introdujeron veneno; lo que produjo un tendal de muertos”. También, aludió a la denominada matanza de punta María, “donde los cazadores exterminaron a una familia indígena con un saldo de 25 muertos”. Otra tragedia que mencionó fue en cabo Domingo, donde se habían apostado “Mac Klenan (a) “Chancho Colorado” –de las estancias de José Menéndez– y diez o doce de sus satélites en los cerros y montículos cercanos”, quienes “abrieron fuego continuo y graneado con armas de repetición sobre aquel montón de seres indefensos”, que habían sido previamente llevados con engaños. “Entre hombres, mujeres y niños se contaban entre cuatrocientos o quinientos indios”. Borrero cuando alude a los primeros pobladores europeos de la isla, los califica de “audaces aventureros, gente de aluvión, detritus de la sociedad, seres sin escrúpulos ni entrañas, que en pos del dinero y de la fortuna bien o mal adquiridos caían en Punta Arenas unos llamados por otros y todos atraídos por la fácil impunidad, que el medio y el ambiente ofrecían para el libre desarrollo de sus instintos perversos y la plena satisfacción de su codicia insaciable” En otro párrafo, mencionó a un viejo inglés, míster Bond, dueño de la estancia El Tehuelche, en Santa Cruz, quien contaba con la mayor naturalidad los crímenes cometidos. Este personaje lideraba una cuadrilla de cazadores, que cobraban “una libra esterlina por cada par de orejas de indio que entregaban. Que como entre los cazadores había algunos demasiado blandos de corazón, que a veces se conformaban con cortarles las orejas a sus víctimas sin matarlas, y como los “patrones” se apercibieran de la trampa por haber visto a algunos indios desorejados, se cambió el sistema y desde entonces no se pagaba la libra esterlina, sino a cambio de la cabeza, los testículos, los senos”, en el caso de las mujeres nativas.

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