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  • El legado más importante de Ayrton Senna, que sigue vivo a pesar de Tamburello

    » La Capital

    Fecha: 02/05/2024 02:51

    A treinta años de la muerte de Ayrton Senna en la curva de Tamburello, el tricampeón mundial de Fórmula Uno dejó un legado que en Brasil está más vivo que nunca. Todos los portales del país y del mundo recordaron durante toda la jornada de este 1° de mayo los 30 años de la muerte del —acaso— piloto más idolotrado de los 74 años de Fórmula Uno. El que comparte —depende de quien lo mire— el cetro de deportista más importante de la historia de Brasil con Pelé. A Ayrton Senna Da Silva se lo tragó el muro de Tamburello de Imola, adónde la máxima categoría regresará en dos semanas para el GP de Emilia-Romaña, aquella vez San Marino. Y todo el mundo recordó uno de los fines de semana más trágicos de la máxima categoría mundial, con mayor o menor detalle. En cambio, no muchos hicieron hincapié en su legado más importante, que aún persiste. El del proyecto que empezó poco antes de morir y concretó su familia poco después, el de darle educación y un futuro a los niños más pobres de su país. Como soñaba, siempre. Un joven Rubens Barrichello, paulista como Ayrton Senna, casi se mata el viernes. Un casi ignoto austriaco Ronald Ratzenberg sí perdió la vida al día siguiente en otra piña espectacular en clasificación. Y el domingo, 1° de mayo de 1994, después de que JJ Letho y Pedro Lamy anticiparan la tragedia en la largada, la muerte no perdonó al mejor piloto de la F-1 de ese año sin dudas, luego del retiro de su máximo contrincante y contracara, el francés Alain Prost. No era la primera vez en la F-1 que un GP se cobraba dos vidas. En 1960 pasó y en la misma carrera, inclusive en accidentes distintos. En el giro 19 se estrelló Chris Bristow y en el 24 un pájaro impactó el casco de otro inglés, Alan Stacey, haciéndole perder el control de su Lotus. También en dos ediciones de las 500 Millas de Indianápolis, que en los 50 integraban el calendario, hubo dos decesos, pero uno en práctica y otro en carrera, como en el infausto GP de San Marino del 94. Todas las hipotésis que desembocaron en Tamburello Que la barra de dirección mal soldada del indócil Williams, ya sin las ayudas electrónicas en las suspensiones que le permitieron a Nigel Mansell y Prost ganar con holgura los títulos del 92 y 93. Que la altura del asfalto de Tamburello era más alto que la banquina y por eso el Williams apenas se salió de la huella pareció volar hacia el muro de cemento. Que Senna mismo estaba muy afectado por la muerte de Ratzenberg y el terrible accidente de su amigo Barrichello. Que estaba demasiado presionado por la primera victoria en el poderoso Williams, que no se le dio en las dos primeras carreras del año, una de ellas ante su gente en Brasil. Que le asomaba un rival de fuiste en el alemán Michael Schumacher y un Benetton bien nacido. Todo eso, como los nervios que le provocó el auto de seguridad (recién estrenado en la F-1 y que giró durante seis vueltas demasiado lento) que entró tras el tremendo accidente de la largada, lo mal predispusieron y, como aquellos factores, tuvieron su cuota a la hora del desenlace fatal. Ayrton Senna sembró después de su muerte Y después que todo un país (y el mundo) lo lloró en vivo y en directo, después que más de un millón y medio de brasileños escoltaron su féretro hacia la legislatura primero y el cementerio de San Pablo después, germinó todo lo que Ayrton Senna había soñado para su país, del que siempre hizo bandera, que fue contribuir desde su lugar a darles igualdad de oportunidades a los millones de niños excluidos por un sistema que, ya concluida una dictadura muy larga y oscura, le daba vía libre a los mandatos neoliberales de la época. Esos que en Argentina encarnaba el gobierno del peronista Carlos Saúl Menem y en Brasil Fernando Collor de Melo y sus sucesores Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso. A Senna siempre le preocupó la extrema pobreza de un país sin clase media prácticamente y ya varios meses antes de su muerte había impulsado la idea que en noviembre de ese mismo año su hermana, la psicóloga Viviane Senna, llevaría a la práctica con el Instituto Ayrton Senna, que se fue expandiendo a muchísimas regiones y ciudades del país desde entonces, para atender y facilitar la educación a niños y jóvenes que de otra manera no hubieran tenido la oportunidad. Solventado con los aportes que la marca Senna siguió y sigue generando, más el aporte de casi un centenar de empresas que entienden que es en la educación donde se comentan las bases para el desarrollo de un país, el Instituto ha atravesado transversalmente todos los períodos de gobierno y aunque algunos lo han tildado casi como de Ministerio de Educación paralelo, nunca trató de apartarse de su premisa de generar igualdad de oportunidades. Un proyecto transversal que atravesó todos los gobiernos Por eso, así como Viviane Senna acudió al llamado del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro a modo consultivo para exponer sobre cómo veía a la educación en Brasil, así formó parte del llamado del sucesor y dos veces presidente de extracción sindical y surgido de los trabajadores metalúrgicos, Luiz Inácio Lula Da Silva, al pacto social junto a empresarios, sindicatos, ONG y demás agentes sociales. >> Leer más: El último día de Ayrton Senna Viviane llevó adelante los sueños de Senna, que siempre entendió que la educación debía ser el pilar desde donde Brasil se proyectara con inclusión social. En tiempos donde hoy en Argentina se agrede a la educación pública llamándola lugar de adoctrinamiento, donde se trata de hundir a las universidades desfinanciándolas como a los institutos dedicados al desarrollo de la ciencia, el mundo entero pero sobre todo el país vecino, recordó a su héroe nacional que tuvo un sueño diametralmente opuesto. A Ayrton Senna, aquel que no solo los conmovió haciéndoles vibrar con un deporte en el que contaba la determinación, el profesionalismo y el coraje del piloto, sino que sembró cosas aún más importantes que perduran. La conciencia de que se debe soñar y luchar para que todos tengan las mismas posibilidades, para así hacer un país para todos, más justo y equitativo, y con más chances de progresar. Lo hizo él en la cúspide de la fama y la fortuna que su talento le permitió amasar, sin olvidarse jamás de los de abajo. Un espíritu enriquecedor, en el que muchos que tienen la responsabilidad de gobernar debieran reflejarse. Un legado más vital que el de la pasión que despertó con su actividad deportiva, más vivo que nunca en los tiempos que corren, que ni el muro de cemento se Tamburello pudo frenar.

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