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  • ¿Qué es lo divertido de decirle PUTO a Luis Petri? | Los memes sobre el ministro: humillación, varas morales y sentido del humor

    » Pagina 12

    Fecha: 01/05/2024 22:41

    ¿Cómo se hacen estas preguntas sin ser el aguafiestas o “el pesado”? Es difícil pedirle a un grupo de gente que pare de reírse y pasarla bien solamente porque yo tuve una crisis existencial. Sobre todo porque a mí también me dio gracia. Entonces pensé: ¿de qué me estoy riendo? En estos casos parecería que lo primero que vamos a pedir es cortarla, que no se diga más, que no hagan más chistes así: “guarda que viene la vieja de la bolsa de la cancelación”. No es mi intención y con el diario de hoy vemos que tampoco resultó. Mejor preguntárnoslo entre todes: ¿por qué parece divertido decirle “puto” a un facho? Yo soy puto y me es raro encontrarme riéndo cuando le dicen puto a Petri. Según la Sociedad Española de Neurología, nos reímos cuando percibimos una incongruencia y no aquello que nuestro cerebro esperaba de forma racional. ¿Qué es lo gracioso de un puto entrando a un baño de teteras a chupar pijas? En cierto punto es casi el ciclo natural de las cosas. Y vuelvo a lo mismo, ¿qué tiene de divertido decirle “puto” a alguien que ni sabemos ni tiene por qué importarnos su orientación? “Petri se metió al Coto de Lanuuuuús”, dice uno de los famosos jingles en el stream Gelatina. La primera vez que lo escuché me reí, y ni hablar del factor nostálgico de alguien que ama a 2 Minutos. Pero después la pregunta fue: ¿de qué nos reímos? Si Petri fuese puto y le gustase chupas pijas en baños públicos… ¿cuál es el chiste? Yo soy puto y amo hacerlo, no lo hago en baños públicos hace tiempo porque con los años priorizo la comodidad, pero ¿qué me puede causar gracia de algo que es identitario, histórico y hasta politico de mi ser puto? ¿Es que nuestro cerebro racional esperaba que Petri esté en un F-15 junto a su esposa Cristina Pérez piloteando los cielos de la heterosexualidad y de repente imaginarlo en el Coto es esa incongruencia que da risa? No, no estoy sobreanalizando, me estoy preguntando porqué mi identidad, mi existencia y mi vida pueden ser risa e insulto. No es poca cosa. Hay algo maravilloso de reírse de un puto siendo uno el puto del que se han reído toda la vida. Poder situarse del lado de los que señalan, mimetizarse y sentirse parte de ese grupo al que quizás alguna vez quisimos pertenecer. Llena de oxígeno poder ser verdugo de los propios traumas. Y más aún cuando el objetivo es un político de la siniestra ultraderecha. Pero me pregunto: ¿Qué sedimento deja esto en la construcción de mi orgullo trolo actual? La risa no puede ser el puntapié que asocie el ser un “chupapija” con el ser un bufón. Según Thomas Hobbes, nos reímos al detectar los errores, vicios, derrotas o desventuras de los demás, al sentirnos repentinamente superiores por comparación. Entonces al “insultar” de este modo a cualquier adversario político, ¿lo estaríamos humillando y de esa manera seríamos superiores? Sonaría como que para lastimar a alguien sólo hace falta quitarle su heterosexualidad. Yo, que extraño los tablones de la cancha de Chacarita y cuando me veo me recuerdo gritándole al arbitro: “dale, puto” y me pregunto, ¿y eso? Me reconozco un gran puteador y un apasionado por herir emocionalmente a quienes me caen mal así que a fines objetivos estoy bien. No voy a convertirme en el activista con la vara moral que te diga lo que sí podés y lo que no; pero es que genuinamente me pregunto por qué a lo que más orgullo me da, que es mi ser puto, hoy tan livianamente lo uso para insultar y para reírme de quienes odio. Quizás la incongruencia de imaginar un “Petri Puto” sea la molotov que dinamite todos sus intentos de parecer una familia hetero de publicidad de papel higiénico. Porque acá absolutamente a nadie le importa la orientación del Ministro ni el rol de lacia esposa. En serio, nada puede ser más aburrido que esas dos réplicas de Barbie & Ken modelo conservadurismo de derecha militar print emocional. Ni nada nos interesa menos como hinchas de Chaca que si el señor árbitro llegado a casa baila coreos de Madonna mientras su novio cocina la cena. Pero a fines prácticos de reírnos e insultar tenemos la palabra “puto” al borde de la lengua y una vez escupida como dardo venenoso el efecto es inmediato. Se me hace muy homoerótico verles babear y carcajear a los heteros con la boca repleta de “PUTO PUTAZO PUUUUTO” y ese placer que los lleva al éxtasis cada vez que se llenan las fauces de mí, de mi ser trolo. Si tanto disfrutan con la boca llena de putos, quizás sea hora de seguir el consejo y máxima maradoniana y “seguirla chupando”. Con el placer puto quizás comprendan mejor mi duda al insultar con lo que soy. Somos. Petri mariposón, Petri bailando una coreo de ABBA, Petri haciendo el videoclip de George Michael en un baño público, Petri disfrazado de hada saltando entre misiles, Petri siendo tan puto que Urdapilleta se sonroja, Milei con el jefe Karina en un glory hole de COTO Lanús, Villarruel de novio con una mujer que piensa que son 30 mil, Conan siendo sodomizado por Dylan, Fantino no dejando caer una sola gota de leche. Y pregunto: ¿qué de todo este cuadro dantesco puede ayudarnos a conseguir un nivel de vida como el que mereceríamos en una democracia? ¿Y si mientras nos disociamos riendo y gritando que “Milei garcha con la hermana” el tipo gana una elección? Ah, perdón, eso pasó el año pasado. Yo no voy a apaciguar mi urgencia de pensar y repensarnos en sociedad porque venga alguien a decirme: “Aflojá, es un chiste nada más”, o me traten de pesado. De nuevo, el año pasado nos reíamos de un tipo que hablaba con perros muertos y hoy les pagamos los caniles a 5 fantasmas. El humor no es un lenguaje menor, es otra forma más de comunicar, y a veces, de negarnos las realidades, quizás de ponerle válvulas de descompresión al estrés. Nos merecemos reír. Necesitamos que sigan habiendo jingles y memes. Me encanta tararearlos, pasarnos esos memes entre amigues y hasta me causa gracia leerme diciéndole “chupapijero” al presidente que tenemos. Soy todas estas contradicciones. Pero nos merecemos una risa que nos encuentre unidxs frente al enemigo que busca cercenar nuestras vidas. La risa es un arma letal que llama a la rebeldía, al caos y nos llena de fuerza para enfrentar las opresiones. Esta vida a veces es tan una mierda que como dijo Nietzsche: “El hombre sufre tan terriblemente en el mundo que se ha visto obligado a inventar la risa”. Que no pare, pero que nos encuentre juntxs. Mi miedo más genuino es que nos sigamos haciendo los progres, canchereando, manejando la bici sin manos, y nos riamos en vez de pensar estrategias, porque hoy eso piden los públicos: que seas divertido. Los debates “serios” parecen no garpar, entonces hay que reírse de todo, de todos. Hay que humillar al enemigo. Pero nada de eso nos sirvió el año pasado, no lo digo yo, lo dice el sillón de Rivadavia. La risa sirve de recompensa para este cerebro ya quemado de pensar cómo sobrevivir a este día a día, y la merecemos. Necesitamos estallar al pensar en Petri chupando pija a través de un durlock. Y yo me río. Me estallo en carcajada, me tiro al suelo y me revuelco, me paro, los miro llorando y riendo poniendo el mismo rictus de Susana de Musicardi en Esperando la Carroza y les respondo: “de vos, de todos nosotros me río”.

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